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2024-04-12 00:00:00

Cine para revisitar: «Animales Nocturnos»: La alegoría de una expiación

Por Martha Besio

“Animales Nocturnos” (Nocturnal Animals, Tom Ford, 2016) cuenta la historia de Susan Morrow (Amy Adams), una reconocida presentadora de arte, y de su  ex esposo, Edward Sheffield (Jake Gyllenhaal). Susan está casada, pero su esposo le es infiel. Tiene una hija que ya no vive con ella y a la cual ve poco. Su vida está marcada por la soledad y la insatisfacción, destacando una mirada crítica hacia la sociedad burguesa y materialista a la cual ella pertenece.

La música inicial, de Abel Korzeniowski, es instrumental y grandilocuente; acompaña la presentación de varios cuerpos femeninos obesos y desnudos, bailando en actitudes sensuales y grotescas. Es una exposición de arte, y vemos por primera vez a Susan;  los asistentes al evento visten absolutamente de negro, son personas estilizadas y parecen no apreciar a las modelos. Es el símbolo de la banalidad en el arte.

Por otro lado tenemos a Edward. Éste le envía a Susan el manuscrito de una novela suya titulada “Animales nocturnos”, y además de pedirle su opinión, se la dedica. Susan leerá este libro en el transcurso de la película, enfrentándose a una historia de violencia y muerte que la afectará profundamente.

La intención de la película es mostrar el dolor que padeció Edward cuando Susan lo abandonó y se fue con otro hombre. Ese sentimiento se transformó en un deseo de venganza hacia ella. A medida que avanza la historia, vamos comprobando de qué sutil manera Edward  lleva adelante su desquite.

El desarrollo del film se plantea a través de tres planos narrativos: el pasado de Susan y Edward. Allí se cuenta la historia de amor de esta pareja y  su ruptura. El presente, 20 años después, donde se descubre la situación de Susan con esa vida de insatisfacción. Y los hechos que se plantean en la novela: una familia viaja en auto de vacaciones. Se trata de Tony (Jake Gyllenhaal), su esposa Laura (Isla Fisher)  y la hija adolescente de ambos India (Ellie Bamber); ellos son emboscados en la carretera por unos forajidos.  El director recurre a  saltos temporales  que enlazan magistralmente las historias. Si bien se puede seguir la trama sin dificultad, el espectador está obligado a comprometerse en la narrativa.

La película juega con los contrastes de escenas, por ejemplo el personaje de la novela Tony está dándose una ducha y en la escena siguiente Susan se encuentra en una bañera; es como una conexión entre ficciones.

En relación a la fotografía, llama la atención la oscuridad de varias escenas, tanto en las escenas que se refieren al libro como en el presente de Susan, mientras lo lee.  Por contraste, aparecen instancias donde predomina el blanco absoluto, (Susan subiendo las escaleras del museo, por ejemplo) o la gran claridad y el sol (Tony en los campos de Texas).

No hay escenas que estén fuera de lugar o sobrando en esta película. Todo lo que se presenta es necesario para su comprensión; Incluso algunos guiños al espectador  como el cuadro “Revange” ubicado en el museo, que llama la atención de la propia Susan.

Los diálogos son concretos y creíbles, especialmente en el plano de la novela. La única actuación que podría ser algo desmesurada es la explosión de furia e impotencia de Tony, luego del asesinato del forajido Lou. Tony, que por momentos parece paralizado por el miedo o la incapacidad de comprender lo que sucede a su entorno, se manifiesta llorando y culpándose a causa de lo sucedido a su familia. Con respecto al presente de Susan, los diálogos están más enfocados en sugerir que en decir. Basta recordar la conversación telefónica que ella mantiene con su esposo Hutton (Armie Hammer), con silencios y sobreentendidos. Se destaca ese juego de ocultamientos que profundiza la hipocresía. En relación al pasado de Susan y Edward, las conversaciones son generalmente amables y románticos; pero una vez que comienza el conflicto, la comunicación se quiebra.

Un movimiento de cámara  impactante  es  el que se produce en la novela, cuando se enfoca el sillón rojo con los cuerpos inertes de Laura e India, desnudos. La cámara se detiene en la blancura de su piel y la perfección que sugiere la imagen; sin embargo la tragedia ha caído sobre ellas.  Paralelamente, y casi en la misma posición, aparecen las figuras de la hija de Susan y un hombre joven, ambos desnudos y dormidos sobre una cama. La muchacha despierta y responde a la llamada telefónica de su madre. En este plano la perfección física representa la vida.

La película está basada en una novela titulada “Tres noches” (Tony and Susan, Austin Wrigth, 1993). Es sabido que las adaptaciones de libros no siempre son totalmente fieles, y es válido que así sea, ya que son creaciones   artísticas en sí mismas. En la novela, llama la atención la personalidad de Tony. Éste es presentado como alguien muy indeciso y hasta incapaz de reaccionar ante los trágicos sucesos. Se ve envuelto en la investigación sobre los asesinatos de su esposa e hija como sin tener la voluntad de hacerlo, obligado por las circunstancias.

“Animales nocturnos” ganó el premio del jurado en el Festival de Venecia (2016). Su director, Tom Ford es un prestigioso y multipremiado diseñador de modas, que incursiona en el cine y sorprende con esta película, un film donde las miradas de sus personajes dicen tanto como las palabras que pronuncian.