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2024-03-20 00:00:00

Crítica: «Mi amigo robot»: excepcional película animada sobre el amor y la amistad

Por Matías Mora Montero

"Mi amigo robot" (Robot Dreams, 2023). dirigida por el cineasta español Pablo Berger (recordado por la estupenda cinta "Blancanieves", 2013), es una película de animación que nos transporta a un Nueva York antropomórfico, donde los pingüinos juegan boliche y pequeños cocodrilos aspiran a ser luchadores, pero, sobre todo, nos lleva a la historia de Perro, que, por si no lo habían adivinado, es un perro, que se encuentra excepcionalmente solitario. Cena macarrones con queso de caja y refresco, mientras deja que la tontería de la televisión le sirva como fútil acompañamiento, con la que evade su soledad. Esto, hasta que se percata de un anuncio que vende “robots hechos para ser tu amigo”. Entonces, Perro no duda ni por un instante, llama de inmediato al número indicado en su pantalla y pide uno. Cabe aquí mencionar que la película es libre de diálogos, lo cual aporta mucho a sus sentidos de creatividad y carisma, permitiendo que las conexiones entre sus personajes recaigan por completo en lo que vemos.

Esto permite una cierta honestidad que hace de sus golpes emocionales unos dolorosamente efectivos. Porque su robot le llega. Lo arma, mientras continúa su tradición de tomar refresco y cuando el robot por fin está completo y Perro encuentra el cómo encenderlo, la primera acción de Robot es sonreírle. De ahí en adelante son inseparables, cada día es una nueva aventura. Lo cotidiano se vuelve lo extraordinario.

Los sonidos, paisajes, habitantes, la cultura de la ciudad se vuelven elementos refrescantes, mientras Robot aprende a habitarla. Todo le es nuevo, le maravilla y, a través de la imitación, aprende. Este carácter tan vivaz le es contagioso, Perro no sólo se vuelve alguien feliz, sino que también está igual de maravillado con el mundo.

La esencia de conocer a alguien que te haga descubrir el mundo por primera vez de nuevo es una que nos ha confundido desde siempre, ¿cómo es posible que pueda existir gente tan emocionante y cuya pasión por el mundo que habitan nos hace tener más consciencia del gozo que podemos sacar de la vida? Es el jugo por exprimir. Es entonces que todo cambia, amanecemos con dolores en la cara por sostener una inevitable sonrisa provocada por haber conocido a la persona que nos haya hecho nacer de nuevo. No tenemos que tener un lazo romántico con esta persona, su magia nos es ineludible, la encontramos en su presencia. Nada nos hará más felices que verla.

Y es entonces donde el conflicto de la cinta tiene lugar. Entre todas sus aventuras, Perro y Robot deciden tomar un viaje hacia la playa. Su rato es agradable, se sumergen en las profundidades y exploran las posibilidades del clavado, pero al regresar a la bahía, Robot encuentra una lamentable dificultad para moverse. Se ha oxidado. La única parte de su sistema robótico, ¿cuerpo?, que sigue funcional es la cabeza.

Perro se desespera, intenta todo para empujar a Robot afuera de la arena. Lo difícil resulta imposible. Y Perro tiene que partir, decidido a rescatar a su amigo al día siguiente. Efectivamente, al día siguiente madruga y parte hacia la playa con todo y una caja de herramientas. Es una vista genuinamente adorable, que se torna devastadora cuando resulta que la playa ha sido cerrada y abre hasta el próximo verano. Marcado en calendario el primero de junio sobre el refrigerador de Perro, es el día en que podrá ir por su amigo.

Esto permite un año de distancia, ambos sueñan e imaginan con su reunión, su cotidianidad se convierte una odisea alrededor de poder verse nuevamente. Es un proceso lleno de desilusiones, de giros que hacen de la meta una poco a poco más inalcanzable. Todo esto, mientras que el paisaje de su animalesco Nueva York se vuelve acechante con la presencia de las Torres Gemelas, en tanto ambos personajes están en constante estado de encontrar y perder. Todo parece ser una premonición alrededor de lo repentino y doloroso que es la desaparición de la presencia del otro en nuestras vidas, en cada presentación que este trágico fenómeno se llega a dar.

Entonces nos queda un relato de lo que esa presencia nos otorga, el regalo tan maravilloso e insuperable de la compañía; regalo igualmente frágil a como lo es de valioso. Es entonces que tenemos que aprender a habitar en cierta paz con el adonde la vida nos lleva, donde estamos y quienes somos, en otras palabras, el saber superar, el saber sanar.

Aunque “Robot Dreams” aparenta ser una inocente cinta animada de un perro y un robot, su aprendizaje es duro de tragar, pero importante. Es una película sobre el qué significa ser amigo, qué significa saber amar, vivir, ser humano. Por más que sus personajes sean animales y máquinas. “Mi amigo robot” fue una de las nominadas al Oscar en la categoría de mejor película de animación y ganadora de múltiples premios como el Goya y de diferentes festivales.