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2023-02-27 00:00:00

Crítica Netflix: «El hombre increíble»: El Hulk con corazón retro

Por Pedro Paunero

La película de 1977, "El hombre increíble" (The Incredible Hulk, Kenneth Johnson), llega a Netflix el 1 de Marzo. Confieso que, aunque no soy fan de las películas de Súper héroes, este piloto, de lo que sería una exitosa serie televisiva, lo guardo en la zona más entrañable de mi corazón retro.

Prefiero este sufriente David Banner -protagonizado por un auténticamente atormentado Bill Bixby, arropado por el inolvidable tema "The Lonely Man", de Joe Harnell-, y el maquillaje kitsch del fisicoculturista Lou Ferrigno como la criatura, al Hulk caricaturizado por el CGI de los tiempos que corren, cuya primera película -ya en el Siglo XXI-, se le encargara al director Ang Lee, quien realizara una insatisfactoria adaptación en el año 2003.

La idea de llevar a la televisión un personaje de cómic  -creado por Stan Lee y Jack Kirby para Marvel Cómics, y aparecido por primera vez en historieta en mayo de 1962-, fue de Frank Price, de Universal Televisión, que había adquirido los derechos de varios personajes de Marvel para adaptarlos a la televisión. Recurrió para ello a Kenneth Johnson, que ya había dado muestras de su ingenio en series exitosas como “La mujer biónica” y que, una vez con el material original en las manos, hizo todo lo posible para deslindarlo de una mera ficción pulp y convertir a David Bruce Banner -el científico que, en las revistas, aparecía como Robert-, en un medico auténticamente angustiado, y de carácter errante, tras el accidente con rayos Gamma que lo llevara a escindirse en la criatura –“el increíble Hulk”, del título original en inglés-, poseedor de una fuerza descomunal, y en su contraparte, el médico humanista -a quien su investigación sobre la supuesta fuerza que subyace en todo ser humano, y que se manifiesta en algunas situaciones extremas, lo había orillado a ello-, pero de físico frágil, que siempre terminaba por meterse en problemas, en lugares donde nadie lo había llamado, sólo para terminar con una golpiza encima y transformándose en el hombre verde.

Son indudables esos ecos del siempre recurrido -y efectivo-, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Stevenson, que se transparentan en su ficción, aunque sólo en el aspecto de la escisión, que tanto une como separa a Banner con Hulk, sin la maldad intrínseca de Mr. Hyde, y emparentándolo más con Edward Jessup (William Hurt), el científico que retrocede a una etapa primitiva, subyacente en el propio ser, de la película de culto “Estados alterados” (Alterate States, 1980), de Ken Russell.

Para impulsar al personaje, así como para crear un némesis más realista fuera de la esfera del cómic, Johnson creó la figura de Jack McGee (interpretado por Jack Colvin), periodista del tabloide sensacionalista National Register, quien supone que la criatura ha sido la culpable de la muerte de Banner, como de Elaina Marks (Susan Sulliver), su compañera de investigaciones, y lo persigue de manera implacable, para averiguar la verdad. Por supuesto, Johnson, como Stan Lee antes, también había recurrido a las fuentes clásicas para la creación de McGee, que conserva mucho del Inspector Javert, el imparable perseguidor del Jean Valjean de “Los miserables”, la gran novela de Víctor Hugo.

Se hicieron varias películas, aparte de la serie, en formato televisivo, mismas que, vistas en retrospectiva, resultan sumamente estrambóticas y que mueven a risa involuntaria. Como aquella en la que aparece Eric Allan Kramer, interpretando a un Thor ridículo y dado a la borrachera, que protagonizaría la película "The Incredible Hulk Returns" (1988), así como unos Daredevil, Kingpin y Viuda Negra, bastante modificados, en “Trial of the Incredible Hulk” (1989) y “Death of the Incredible Hulk” (1990).

De la serie, guardo en la memoria tres capítulos, aquel en el cual Banner/Hulk se enfrenta al “primer Hulk”, con el ambicioso, pero anciano, Dr. Dell Frye (Harry Townes, con un maquillaje que recuerda al que creara Jack Pierce para “El hombre lobo”, la clásica película de George Waggner), único oponente en igualdad de condiciones de nuestra querida criatura, en el episodio “The First” (interpretado por Franco Orsatti), dividido en dos partes, correspondientes al episodio 12 de la temporada 4 (emitido el 6 de marzo de 1981). “Married”, igualmente dividido en dos partes, correspondientes al episodio 1 de la temporada 2 (emitido el 22 de septiembre de 1978), que debe ser tanto el más emotivo, como el más hermoso capítulo de los 82 que conforman las cinco temporadas. En este, Banner conoce a la Dra. Carolyn Fields (Mariette Hartley), y contrae matrimonio con ella. La doctora es una genial hipnoterapista que podría ayudar a nuestro héroe a controlar al ser que yace dentro de él, pero su felicidad no durará mucho, pues ella está condenada, casi como Banner, desde el principio, y los intensos dolores de cabeza que sufre -en medio de una atmósfera tormentosa-, sobrepasan su propia terapia. Dichas escenas, perfectamente logradas, son difíciles de olvidar.

En “Kindred Spirits”, correspondiente al episodio 19 de la temporada 2 (emitido el 6 de abril de 1979), Banner conoce al profesor Williams (Whit Bissell), quien cree haber descubierto evidencia arqueológica de la existencia de un Hulk prehistórico -en realidad, una endeble figura humana, hecha con trazos infantiles, pintada en una roca-, en un capítulo aderezado con una interesante trama secundaria de dignificación de los nativos americanos. Pero la idea de un Hulk de la Edad de Piedra, ante cuya presencia poderosa huían los hombres prehistóricos, continua siendo realmente sugerente y de una viva imaginación.

Pero me quedo con esta película en especial, que ahora Netflix recupera para una audiencia que, acostumbrada a un cine muy ágil y pletórico de efectos especiales producidos por computadora, tendrán la oportunidad de echarle una mirada crítica y, sobre todo divertida, a cómo era que se hacían antes esta clase de producciones.

No hay otra manera de verlas que desde la perspectiva de lo “retro” y, por ende, desde la nostalgia -cuando no se podía elegir el programa, y se tenia que esperar al horario en que era emitido-, en un tipo de televisión distinta, ya desaparecida y, quizá, menos sofisticada, tecnológicamente hablando, pero no por ello menos entretenida e inmediata.