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2018-06-01 00:00:00

«Sunka Raku: alegría evanescente». Entrevista con el director Hari Sama

Foto: Facebook

Por Ingrid Pohlenz

“Sunka Raku” se traduce a alegría evanescente y ese es el nombre de la casa de Roberto Behar, a quien Hari Sama le regala este documental contemplativo que traza un camino hacia esta casa que respira y a la ceremonia de té que se celebra en su interior.

“Yo a Roberto lo conozco desde hace mucho más tiempo, nos conocimos en el ámbito de las filmaciones publicitarias, yo dirigí en una casa productora que él tuvo hace muchos años.” cuenta Sama, “Hace 12 años yo tuve un accidente en el que perdí a alguien muy cercano y muy querido, entré en un proceso de duelo tremendo; yo venía de un estudio de budismo de otro tipo, una corriente de budismo en el que se ve la muerte de una manera muy específica, un dogma que a mí no me hizo sentido en este momento, entonces me acerqué a Roberto, le pedí que fuera mi maestro porque intuí que había algo importante para mí en la ceremonia del té, aún sin conocerla bien y me convertí en su primer alumno y durante dos años subí todos los Lunes al Ajusco a estar en estas casas y aprender. De pronto tuve una epifanía, me di cuenta de la labor inaudita que había significado que existieran esas casas que ahora se veían rodeadas de árboles: eran una escultura viva de una vida y un trabajo; la primera idea fue: hagamos un documental de cómo se hicieron esas casas y en ese proceso me doy cuenta de que la vida de Roberto es una metáfora maravillosa que tiene que ser contada”.

Behar recuerda con lujo de detalle cuando Sama le pidió ser su primer alumno:

“Evidentemente por ser amigos cercanos, conocía su condición en este momento debido a la pérdida de su amada hija de ocho años y accedí con todo el gusto y el cariño del mundo.” relata, y se niega a asirse de la palabra terapia, prefiere la analogía de una ventana: “Una ventana a través de la cual él pudiera asomarse a los rayos de luz del sol, de vida. En estas disciplinas nada es ‘instant’, todo es lento, igual que la vida que da la impresión de ser continua, casi eterna: el mundo del aprendizaje de la ceremonia de té tiene esta misma característica, si te clavas en tratar de entender, por entender me refiero racionalmente, es muy desesperante, pero si por momentos te dejas ir y dejas que las cosas sucedan sin analizarlas más de la cuenta, las cosas caminan, más que creer hay que dejarse en paz para que las cosas sucedan, de esa manera introduje Carlos en este mundo.”

Behar describe lo demandante de atención que es el ritual del té, y su efectividad a la hora de calmar el vaivén de los pensamientos hasta ponerles un alto, un narrador estupendo incluso en la entrevista, no es una sorpresa que Sama se haya cautivado con la historia tan particular de su vida que el mismo Behar nos va relatando en la cinta, camuflando sus recuerdos al paisaje inquieto de sus casas. Él solía producir y dirigir publicidad, por lo mismo, sus amigos solían preguntar por el proceso de la película.

“Cuando comenzó el asunto de ir a mi casa y poner cámaras, yo en lugar de estar sentado atrás de las cámaras, como lo hice 50 años, ahora estaba al frente; él (Hari Sama) estaba a mi lado izquierdo, todo esto me recordó mucho al psicoanálisis: ‘bueno, bueno, a ver cuéntanos un poco de tu historia…’ Pero cuando empiezan a preguntarte más hondo, tragas saliva y dices: -invento o digo -entonces decidí decir. Empecé a hablar de las cosas de mi vida y sobre todo de mi manera de percibirlo, independientemente de cómo haya sido o sea mi vida: cómo es que yo lo veía, una cosa es lo que uno cree y otra cosa es lo que uno es, aunque uno no lo crea” concluye, sonriente. “Todo el mundo me pregunta ‘¿cómo está el proceso?’ y... ¿cuál proceso? Yo siempre, como director de cine que fui, al terminar de hacer un corte o una serie de tomas me asomaba a la cámara para ver cómo íbamos, y aquí cuando le pedía a Carlos que me dejara ver un pedacito, él me decía que no; pasó el tiempo y un día me dijo: -ya está terminada, vamos a verla pero a Morelia.”

La película se proyectó en el Festival de Morelia en el 2015 y hasta ahora se ha estrenado a nivel nacional, Sama y Behar recuerdan con mucho cariño el cálido aplauso de la audiencia:

“Recuerdo perfectamente bien el absoluto y total silencio de la sala,” nos describe Behar,“la gente estaba enlazada con la película, estaban acompañándonos, acompañándose, era cálido.”

El resultado de «Sunka Raku: alegría evanescente» es un documental biográfico, un retrato íntimo de una vida y de su búsqueda particular de sentido. Las estaciones son retratadas tal cual en la casa a lo largo de la cinta con sus flores y sus lluvias: su estructura es muy especial, te va encausando poco a poco con un sonido nítido y envolvente, con una cinematografía pausada al destino que es la casa. La narrativa particular de esta cinta tiene una delicada influencia del cine oriental, es estática y contemplativa a propósito de las carácteristicas de la Ceremonia misma:

“A partir de ‘El sueño de Lu’ es que empiezo un proceso de encontrarme con personajes con una necesidad ontológica mucho más profunda y con procesos de introspección muy serios de reencontrarse o encontrar un sentido en la vida a partir de una búsqueda externa, que siempre refleja un diálogo interior; cada película te va pidiendo qué necesita, aunque el sonido, la verdad, es una de las maravillas del cine...” confesaba Sama,

“Además Roberto es un gran narrador, parecido a un gran sabio alrededor de una fogata que está rodeado por una comunidad tradicional que necesita la palabra para envolverse en una historia,” nos describe pausadamente, pero Sama quería que esta cinta fuera algo más que un documento, que una narración... “La parte cinematográfica son las casas, es abrirle la puerta al espectador a través de la película para entrar a la contemplación de los jardines, a sentir lo que es poder estar en el presente un instante, haciendo una taza de té; de mirar por una ventana y ver que ahora el jardín está lleno de flores blancas; que llegó el verano y está lloviendo sobre las casas. El sonido tenía que ser súper envolvente y la música, la música narrativa del documental, tenía que tener esa cualidad misteriosa y contemplativa, siento que entre Lena (Esquenazi, diseñadora del sonido) y Erick (Bongcam, compositor) lograron una cosa súper poderosa.” 

Nicolás Echeverría y Julio Estrada figuran entre las amistades de Behar que colaboran con sus testimonios. La cinta tiene un guiño al arte conceptual y es un fiel retrato a la cadencia de lo ceremonioso, sin embargo esto podría pasar desapercibido para los espectadores que se enfrentan al íntimo retrato de un desconocido. Al preguntarle a Hari Sama cómo esperaba que respondiera la audiencia, levantó los ojos, buscando tímidamente una respuesta:

“Descubrí que el cine que a mí me interesa hacer es en el que yo mismo me vulnero, en el que yo mismo me pongo en la diana; ahora que estuve preparando ‘Esto no es Berlín’, que es la última película que acabo de terminar de filmar, muchos artistas conceptuales hicimos, con un grupo muy nutrido de actores, una investigación alrededor del arte contemporáneo con gente increíble, muy violenta en términos artísticos, para revisitar por qué alguien se mete a una galería con un amigo que dispara y le pide que le dispare en el brazo: eso es una obra de arte, un acto poético extraordinario en el que encontramos la belleza de ser una escultura viva que se pone en un estado de vulnerabilidad profundo como ese; en ésta película, en ‘El sueño de Lu’, y en ‘Esto no es Berlín’ me identifico con éste artista: de alguna manera me meto a la galería y le digo a un amigo: -dispárame. Cuando un acto poético se hace desde un lugar de generosidad y de honestidad, forzosamente va a conectar con alguien, ¿sabes? No sé con quién pero alguien va a disfrutar y a llevarse el regalo de la experiencia de esta película que te deja un sabor de boca de enorme esperanza para lo que te quede de vida en este plano de conciencia.”

El cine es la herramienta predilecta de diálogo para Sama, su nueva cinta, no sólo es un íntimo retrato para un querido amigo, también es un retrato de sí mismo.