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2018-03-05 00:00:00

FICUNAM 8 «La temporada del diablo» y «Sola en la playa de noche»; las simples cosas.

Por Ali López

La sección Manifiesto Contemporáneo, de FICUNAM, propone traer a las salas mexicanas las obras más recientes de los directores que sobresalen en esta etapa cinematográfica. Dos ejemplos notables, y constantes del festival, son el filipino Lav Díaz, que además preside el jurado en esta octava edición, y Hong Sang-soo, cineasta surcoreano.

“La temporada del diablo” (Ang Panahon ng Halimaw | Filipinas | 2018) de Díaz, es un musical poco estrafalario - con voces a capela, que dan a la música a veces un toque militar, a veces un tono místico – que narra la historia de la ley marcial emitida en Filipinas a finales de la década de los 70. Donde el pueblo, capaz de ejercer la justicia por medio de las armas, sufre los designios intolerantes y totalitarios de la sinrazón de la violencia política.

Bajo este término, el musical funciona con esa doble capa, pues al ser un género mayoritariamente estridente, ahora se vuelve en contra de ese escapismo que, parece, fomenta. Alejado del exotismo de “The Act of Killing” (Joshua Oppenheimer | UK, Dinamarca, Noruega | 2012) Díaz nos muestra una selva sobria, en blanco y negro, donde la mirada, interna, se escapa del exhibicionismo turístico para concentrar los ojos en lo que importa. Por eso sólo la música es voz, para que el mensaje no se diluya, no termine siendo un track, un producto en futuro descargable. La obra, de casi cuatro horas de duración, se vuelve rítmica, lo que ocasiona su repetición; es decir, puede parecer reiterativa, pero más que este calificativo, vería el devenir de su musicalidad en la imagen y edición. Se vuelve marcha y cántico, grito y devoción.

“Solo en la playa de noche” (Bamui haebyun-eoseo honja | Corea del Sur, Alemania | 2017) de Sang-soo es una cinta a la que nos tiene acostumbrados este cineasta, sobria y directa. Una actriz (Min-hee Kim) sufre los estragos de un escandaloso romance con un director de cine. Entre los reencuentros con el pasado, y las visiones del futuro, ella tratará de resolver el enredijo que se ha convertido su mente, vida y corazón.

Del cine de Hong Sang-soo se puede decir mucho y nada, justo como sus filmes; pues en esa sencillez radica toda la complejidad de la vida. No hay nada de especial, o sobresaliente, en este filme, pero, así como no hay picos altos, en la línea recta, encontramos tumultuosos cuestionamientos. Y, a mi parecer, eso es lo que ha hecho sobre salir el cine de este autor, que no busca plantearnos una respuesta, sino proponernos preguntas.

De estos dos, ya, maestros del cine contemporáneo sabemos que esperar; y como lo recibiremos. Y aunque ninguna obra falla, pues resulta siempre del agrado, ya poco hay de sorpresa. Tanto Díaz, como Sang-soo, están alejados de su punto más alto, y aunque el declive no se avecina, si hay, ya, una sensación de simplismo.