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2016-07-14 00:00:00

Crítica: «El último duelo», el esgrima como metáfora de la vida

Por Hugo Lara

Una buena opción que ha llegado a la cartelera mexicana es “El último duelo” (The Fencer, 2015) , película finlandesa dirigida por Klaus Härö (Finlandia, 1971) que narra un episodio de la postguerra centrada en la vida de Endel Nelis, campeón de esgrima de origen estonio que sufrió la persecución del régimen de José Stalin en la ya desaparecida Unión Soviética.

Ambientada en 1952, la historia narra la llegada de Endel Neils (Märt Avandi) al pequeño y frío pueblo de Haapsalu, donde se presenta a la escuela local para trabajar como maestro de educación física. Neils asume el cargo con mínimo interés, pues su principal apuro es evadir la persecución de la policía secreta, de la que viene huyendo de Leningrado. Sin embargo, decide abrir un curso de esgrima al que se inscriben para su sorpresa decenas de niños. Sin recursos ni equipo apropiado, Neils comienza a entrenar a los chicos y pronto se involucra con algunos de ellos, ávidos de afecto y atención. Neils encuentra con los niños la motivación necesaria para enfrentar su agobiante circunstancia, a pesar del riesgo que corre a raíz de despertar en los alumnos y la comunidad el espíritu de resistencia y solidaridad. Además, flotan en esta historia asuntos como la orfandad que la guerra dejó a los niños, así como la búsqueda entre estos de una figura paterna que los aliente.

Las historias de maestros suelen ser territorios fértiles para tramas motivacionales, a veces demasiado almibaradas o aleccionadoras,  lo que ha dado clásicos de distintos calibres como “Al maestro con cariño” (To Sir, with love, 1967) o “La sociedad de los poetas muertos” (Dead Poets Society, 1989).  En el caso de  “El último duelo” la realización logra equilibrar con fortuna el sentimentalismo fácil con una dosis de sobriedad. El resultado es una película de carga emotiva, con personajes entrañables, bien ejecutada por el ensamble de actores.

“El último duelo” es una película modesta pero que aprovecha a cabalidad sus diferentes recursos.  El guión tiene la virtud de limitarse a un episodio concreto de la vida de Neils, su paso por la escuela de Haapsalu. En paralelo se construyen algunos personajes que enriquecen el tejido del relato: una pequeña niña aguerrida; un adolescente que se enfrenta a la detención de su abuelo disidente; una mujer que vive un romance con Neils; el director de la escuela que se opone a las actividades del esgrimista.

Por otra parte, la práctica del esgrima se convierte en un componente dramático y estético relevante. Las coreografías de los duelos, el sentido de movimiento, la filosofía del esgrimista que alude a frases como “mantener siempre la distancia”, alcanzan dimensiones de metáforas, que se trastocan cuando el protagonista, fugitivo, decide romper con ello y vincularse a los niños.

Visualmente, la película está bien armada, con un destacado trabajo del fotógrafo Tuomo Hutri y el diseño de producción de Jaagup Roomet. Los paisajes brumosos —con una paleta de colores apagados, verdes, cafés, azules— le confieren al filme una atmósfera melancólica que se acopla orgánicamente con el ritmo y el tono de la narración

El director Klaus Härö ha dirigido cinco largometrajes que han sido bien recibidos en festivales y que le han hecho ganar importantes reconocimientos desde su debut con Elina (2003). En algunos de sus filmes, es frecuente el entorno de la postguerra en los países escandinavos, así como la presencia de los niños como protagonistas.

“El último duelo” es un sabroso dulce recomendable para aquellos espectadores que quieran escapar del insatisfactorio menú fast-food  de Hollywood.