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2016-05-25 00:00:00

Las películas animadas rumbo al Ariel 58: Nada que celebrar

Por Samuel Lagunas

Se ha repetido hasta el cansancio –con vítores, unos; otros, pensándolo dos veces– que el 2015 fue uno de los mejores años para la cinematografía nacional, al menos en términos de producción de largometrajes: ¡140! En el ámbito del cine animado, que 4 películas se hayan registrado al Premio Ariel puede también ser visto como un síntoma de recuperación si se toma en cuenta que en años anteriores la categoría fue declarada desierta por falta de participantes (el último premio se entregó en 2008 a “La leyenda de la nahuala” [Ricardo Arnaiz, 2007]).

La relación entre el cine animado y los premios Ariel, hay que ser francos, ha sido bastante tirante y llena de desencuentros: un amorío adolescente. En ese sentido, que la productora Huevocartoon y los estudios Animex hayan decidido reconciliarse con el Ariel es un paso adelante. No porque a las cintas les falte algún tipo de reconocimiento –“Un gallo con muchos huevos” fue la cinta mexicana más taquillera del año–, más bien para continuar allanando las espinosas relaciones que existen al interior de la industria cinematográfica en México.

Más allá de esto, conviene mirar con detalle las 4 películas presentadas al Ariel, de las cuales solamente 3 fueron nominadas. Afuera quedó “Selección canina” (2015), primera película del poblano Carlos Pimentel producida por los estudios Animex. “Selección canina” cuenta las complicaciones del equipo nacional de futbol durante el torneo de la CONCACAN. Para intentar mejorar los resultados, deciden contratar un nuevo entrenador –antaño glorioso exjugador–: Bernardo Lapata, quien buscará convertir un puñado de jugadores personalistas en un verdadero equipo. Hay muy poco que decir sobre Selección canina. El argumento es lineal, bastante previsible y avanza sin sobresaltos. Tiene la fortuna de reunir comentaristas famosos y exjugadores harto conocidos en el popular mundillo del balompié. Sin embargo, los personajes son terriblemente planos –no hay un esfuerzo de caracterización más allá de su raza, su complexión o, peor, las voces que les dan vida– e incluso el trabajo de animación en las secuencias de los partidos luce fatigoso y acartonado. El futbol, afortunadamente, tiene otras cintas animadas que le hacen justicia, como la agradable y bien conseguida “Metegol” (Juan José Campanella, 2013).

“El americano” (Ricardo Arnaiz) es también una producción de Animex en colaboración con Olmos Productions y Phil Roman Entertainment. La cinta cuenta la historia de un circo, una capa y una familia de loros. Ante la amenaza del pajarraco Martin Kingfisher quien ansia despojarlos del circo, Cuco decide emprender un viaje a Estados Unidos –a Hollywood– en busca de su superhéroe favorito, llamado el Americano, con la ciega convicción de que sólo él podrá ayudarlos. En el viaje lo acompañará el canario Paquito, la garza García y Rayito. Con un equipo técnico y actoral de mucho más renombre que “Selección canina”, esta producción mexicoamericana, a pesar del mensaje político deplorable que esboza en torno al cruce fronterizo, consigue algunos momentos de humor gracias a Paquito y al resto de los canarios; pero falla en lograr una tensión en el espectador debido a la simpleza de su argumento y al mensaje que se hace bolo desde el principio: no hay que buscar héroes allá afuera, los héroes están en el interior.

“La increíble historia del niño de piedra”, dirigida por Pablo Aldrete y Miguel Bonilla, con un argumento que parece extraído de aquel olvidable y soporífero libro de Robert Fisher, “El caballero de la armadura oxidada” (pero que en realidad parte un relato del mismo nombre), cuenta un día en la vida de Marina. Planteada más como un capítulo serial de televisión que como una película, Marina y sus tres primos Tito, Tato y Teté van a la feria y descubren a un niño que lleva años petrificado y ahora su corazón está por apagarse. Auxiliados por el hada de la vida y por el viento del sur, los cuatro primos recorren con el niño de piedra el país de los sentidos descubriendo lo importante que es cada uno de ellos. Al final, el orgullo y el resentimiento es el último obstáculo que el niño Molón debe superar por sí solo. Obviamente lo logra. Todos vuelven a casa juntos para la hora de la cena y el hada regala al hombre de la feria una dotación nueva de fenómenos circenses para que pueda montar un espectáculo mejor. Animada completamente en flash, la película resulta incluso peor en todos los aspectos que Selección canina: ni el doblaje, ni los encuadres, ni las canciones interpretadas por Julieta Venegas llegan a embonar en una historia por demás sosa y fútil.

“Un gallo con muchos huevos” es el último capítulo de la trilogía iniciada en 2007 por los hermanos Palacio Alatriste, creadores de Huevocartoon. No queda más que agradecer su esfuerzo y agradecer también que estos personajes finalmente se despidan. Aunque es inevitable que algunos de sus chistes hallen eco en el espectador, el «folklorismo» –reducido al chiste local y al estereotipo más burdo– que estos personajes se han obstinado en reproducir es, a estas alturas, más un lastre que un acierto. En esta entrega, Toto ha evolucionado de huevo a gallo y se ve en la necesidad de vencer sus miedos enfrentando al temible gallo Bankivoide en el Palenque para rescatar la granja familiar. El trabajo de animación resulta mucho más simple que en “El americano” y la historia no logra cohesionar del todo a sus variados personajes: los tlacuaches, por ejemplo, resultan totalmente prescindibles. Sin embargo, la popularidad que han conseguido estos huevos, seguramente, le conseguirán a la empresa jalisciense el Ariel 58 en la categoría de largometraje animado.

Lo único cierto, independientemente de quién gane, es que no hay nada que celebrar. El cine de animación en México luce obstinado en fabricar productos «americanos» desde México añadiendo colores «locales». El camino del héroe en Un gallo con muchos huevos y en “El americano” no dista ni un ápice de las estructuras con las que las películas más simples de Pixar y Dreamworks nos atosigan cada año. Además, el cine de animación en México sigue encasillado en conservar un «público infantil» que ya no existe; de ello Pixar y Disney se percataron hace no mucho. Las moralejas maniqueas, las historias esquemáticas y, sobre todo, la reticencia a encarar las contradicciones de la sociedad, contribuyen a que las películas animadas luzcan como productos culturales totalmente estériles. La única contradicción que consigue resaltar el cine animado nacional es que mientras que la literatura infantil y juvenil goza de una salud envidiable en el país, el cine animado carece por completo de buenas historias.   

Las tres cintas nominadas pueden verse a través de la plataforma de filminlatino.mx