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Reporte de la semana

2015-04-11 00:00:00

«Yo no fui a la escuela, fui al cine»: José Carlos Ruíz. El actor habla de «En el último trago»

Por Hugo Lara

José Carlos Ruíz (Ciudad de México, 1936) es el protagonista de “En el último trago” (2014), el filme más reciente del cineasta Jack Zagha. Se trata de una comedia sobre tres viejos que viven en la Ciudad de México y tienen la encomienda de un amigo recién fallecido de llevar una reliquia al museo del compositor y cantante José Alfredo Jiménez, en Dolores Hidalgo, Guanajuato. En el camino, los ancianos experimentan diversas aventuras entre jocosas y absurdas. La película cuenta con un reparto llamativo, en el que figuran además de Ruiz, Luis Bayardo, Eduardo Manzano, Pedro Weber "Chatanuga", Daniel Martínez, Leticia Huijara, Pilar Pellicer, y la legendaria Columba Domínguez, quien brindó su última actuación.

Para hablar de este filme que llegó este fin de semana a los cines, José Carlos Ruiz conversó con CorreCamara.com. Ruiz es uno de los actores más destacados de su generación, con una impresionante trayectorias dentro del cine y el teatro mexicano.  A temprana edad inició su carrera como actor teatral y realizó estudios de arte dramático en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Debutó en la cinta Viento negro (1964), a la que siguieron numerosos filmes imprescindibles como “El escapulario” (1966), “Emiliano Zapata” (1970), “El apando” (1975), “Los albañiles” (1976), “Pueblo de madera” (1989) Goitia, un dios para sí mismo (1988) y Dos crímenes (1993). Ha participado en producciones cinematográficas extranjeras y en los últimos lustros han sido frecuentes sus apariciones en series televisivas.

 

Corre Cámara: ¿Cómo llegó a sus manos este proyecto y por qué se interesó en él?

José Carlos Ruiz: Por la invitación del director  JACK ZAGHA que me facilitó el guion, y me gusto desde un principio porque me daba la oportunidad de varias cosas que no había hecho en tantos años de carrera. La película no es una comedia franca pero si es una película divertida y muy entrañable. Tenía varios atractivos para mí, estar casado, tener que cantar a una señora a la luz de la luna tocando la guitarra. Ser parte de una cuarteta de viejos y a partir de un compromiso que adquieren a través de uno de los viejos que fallece se hacen a la aventura para cumplir con el encargo de su amigo y es como retumbar la vida cuando uno es boyscout. Me los imagino llendose de aventura a los 80 años. Yo me he llevado muy bien siempre con los jóvenes, he trabajado con varios de ellos y primero hice “Vidas errantes” que me gané un Ariel de Juan de la Riva, luego hice “Goitia” con Diego López,  luego hice “Dos crímenes” con Roberto Sneider y me gané otro Ariel, y dije vamos hacer está también. En fin una serie de atractivos muy personales pero que dan por resultado una película digna y muy hermosa que logró un producto bastante aceptable, es una película que puede ver toda la familia junta sin estos temas del narco, la agresión, los balazos, la violencia, la sexualidad, y todo ese asunto. Es una película que transcurre de una manera muy divertida y agradable, y en fin todos esos atributos hicieron que me involucrará yo para bien en ésta película.

CC: No son fáciles los papeles para actores mayores como protagonistas, ¿a qué atribuye que suceda de ésta manera?

JCR: Yo tengo 80 años y 56 de carrera, de pronto caen en mis manos una cosa tan bonita para ser el protagonista de la película. Creo que para el beneficio del espectador es una película muy agradable y pienso que la van arropar y recomendar.

CC: Hay en la película varios actores importantes, algunas leyendas como usted mismo y Columba Domínguez. Platíquenos un poco la experiencia de trabajar con este grupo de actores.

JCR: En un principio me sentí un poco desconcertado porque yo nunca había trabajado en una comedia y menos con actores como Chatanuga por ejemplo, que hacía mucho cine de ficheras y no lo digo con desdoro. No es lo mismo un actor que hace cosas dramáticas a uno que hace cosas cómicas, a sketch, a carpa, etcétera, son géneros y todos los géneros son bellos y cuando están bien trabajados son valiosos unos como otros. De pronto no le encontraba la hebra a la bola, pero ya que el director Jack Zagha inteligentemente fue conduciéndonos hacia un mismo fin, respetando la caracterología de cada personaje: el enfermizo, el hipocondriaco, el gruñón, el enojón, el gritón, el triste, el tonto y todos los fue amalgamando el director de tal fortuna que al final se logra un trabajo muy bonito. En cuanto a Columba Domínguez, una señora respetable para mí, yo decía el otro día que si está señora sólo hubiera hecho “La Malquerida” y “Pueblerina” debería estar en el cielo que era hermosa verla y ya de grande y dañada su salud, aun así este vicio de actuar que tenemos los actores que nos renueva y reaviva, yo la veía a ella corriendo y trotando  entre los montes. Un ejemplo la señora, muy querida y admirada por mí. La recuerdo mucho en su matrimonio con Emilio Fernández, la pareja y mancuerna que hacían. Está película es el colofón de su carrera, la última película que hace en su vida. Fue muy agradable trabajar con ella.

CC: Hablaba usted hace un momento de los personajes que corresponden a un estereotipo de los viejos. ¿A nivel de actor, qué tan complicado es interpretar un personaje que corresponde a un estereotipo?

JCR: Los años no pasan en balde, no se trata de hacer el viejito del estereotipo como usted dice, se trata de contar algo más natural, espontáneo. Logramos todos un trabajo muy lindo, fuera de los clichés. Estos personajes lo que los vincula es la soledad y el abandono en el que cae el viejo cuando la familia piensa que el viejo estorba. Hay una cosa muy bonita, cómo el nieto necesita del abuelo que le cuente un cuento para dormirse y está película sería un poco a la inversa, cómo el abuelo necesita un nieto, un hijo o un pariente que le cuente un cuento par que se duerma, que le haga una caricia, que le diga algo bonito en lugar de arrinconarlo porque ya no sirve porque esta viejo, porque huele mal, o lo manda a un asilo a que se pudra allá. En este caso la película exhorta también a los jóvenes, como yo digo la juventud es una enfermedad que se cura con la vejez. Creo que a la hora que vean está película los jóvenes, los niños, los mismos viejos van a tener una especie de reconciliación, de recuento y reencuentro con la vida. El viejo es un sabio porque ha vivido más que los jóvenes, es un hombre que no tiene que ser abandonado ni despreciado, yo creo que mientras éste vivo y se le pueda dar cariño hay que hacerlo porque lo hará feliz en su término de la vida. Está película habla de todo eso y aparte tenemos un plus todavía más que es el espíritu de José Alfredo Jiménez, aquel señor que decía que “una casita en la montaña porque las ciudades acaban las costumbres”, que razón tenía ese enorme poeta mexicano. No es una biografía de José Alfredo, no trabaja con nosotros en la película y sin embargo se evoca a cada instante y está el espíritu con nosotros. Es un pretexto en este caso que nos motiva a todos para correr una aventura a los 80 años.

CC: Lo que me llama la atención de ésta película es el retrato muy cariñoso en torno a los viejos,  y tal vez muy cruel e indiferente respecto a los hijos, todos son unos canallas ¿Por qué los hijos no reaccionan y al final siguen siendo estos viejos desamparados?

JCR: Porque de alguna forma somos medio canijos porque se nos olvida que esos viejos nos lo dieron todo o por lo menos nos enseñaron cómo se llega a viejo. Yo creo que en esta película nos dice ¡Hey, despierta!  ¡Mira aquí ésta el viejo todavía sirve!, quiérelo, apóyalo, ayúdalo, tampoco es una lección de vida ni mucho menos no porque si no sería una película de otro tema. Transcurre de una manera muy suave, muy lógica, en el que se ve involucrado el joven con el viejo, esta dicotomía, este rompimiento que existe en las generaciones, en donde no se entienden entre ellos. Creo que por encima de todo es falta de cariño, de generosidad, de amor, de agradecimiento. El día que seamos más generosos  con los que nos antecedieron yo creo que la vida sería mejor. Un viejo nos engendró y nos sirvió de ejemplo. Puede ir toda la familia y sentarse  en la butaca y es como si de pronto abrieran una ventana del vecino que vive en  frente  y nos pusiéramos a ver cómo transcurre la vida de esa gente. Así siento que va a sentir el espectador cuando vea la película. Le va a pasar por encima de los ojos y en frente de ellos de una manera muy bonita, agradable y suave.

CC: Usted que mantiene una trayectoria muy extensa tanto en el cine como en el teatro ¿qué más le hace falta hacer? ¿Qué proyectos tiene en puerta?

R: Soy egresado de Bellas Artes donde estudié con maestros muy queridos como Salvador Novo, Fernando Wagner, en fin con gente muy importante de aquella época. Hice mucho teatro, pertenecí a varias compañías, a Bellas Artes, Teatro Club, Compañía Nacional de Teatro del IMSS. Hice unas 70 obras de teatro, y luego descubrí el cine pero me arrimé primero a la televisión a Televicentro en aquel entonces. Yo tengo más de 50 años trabajando para Televisa que ha sido una especie de cordón umbilical de alguna manera. He hecho muchas telenovelas a partir de Juárez  “El Carruaje”, “la Tormenta”, “Los Caudillos” todas aquellas novelas históricas y más reciente  María Isabel, Soñadora, etcétera. Tocó el cine en “Viento negro”, mi primera película, me deslumbra. “Yo no fui a la escuela, fui al cine” es una frase que yo me inventé para mi uso personal. Yo quedé huérfano desde muy chamaco, me metía al cine y me la pasaba maravillosamente, me hice vicioso del cine. Nunca pensé en ser actor. Desde los cuatro años voy al cine. Entonces el cine a mi orfandad le pone lo bello de la vida. Estoy de acuerdo con este crítico de cine que decía que “El cine es mejor que la vida” de García Riera. Descubrí el cine en “Viento negro” en primera persona, frente a frente, cuando me hicieron un close up con una cámara enorme que parecía locomotora, con el fotógrafo Alex Phillips. Servando González era él director y yo tenía enfrente actores que sólo había visto en el cine como José Elías Moreno, Jorge Martínez de Hoyos, Rodolfo Landa,  muchos más. Igual debutábamos Enrique Lizaldi, Enrique Aguilar, María Elena Peña, y yo. Éramos una especie de choque generacional y fue hermoso. Entonces me hicieron mi close up y vi cómo se arrimó la cámara y en ese momento descubrí que mi pata de palo es el cine, es mi gran debilidad, me encanta. Si me hablan para teatro o televisión voy encantado de la vida, pero si me hablan  para cine es un pequeño agasajo extra todavía por encima de todo.

CC: ¿Quisiera agregar algo más?

JCR: Gracias por la oportunidad de expresarme e invitar a su público a ver “En el último trago”. Yo creo que es una película muy digna del cine mexicano y estoy seguro que va tener un gran éxito porque la gente se va a reencontrar. Ojalá que la vean y la recomienden.