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2015-04-09 00:00:00

«Only Lovers Left Alive»: los vampiros y la métafora de la Historia

Por Davo Váldes de la Campa

Los monstruos en el arte siempre han sido la metáfora de algo más. El vampiro no significa vampiro, sino que deviene siempre en otra cosa. Su figura se ha utilizado como alegoría. En una época era la encarnación de lo transgresor. En el siglo XIX se percibía como una metáfora de la homosexualidad o quizá si ampliamos el panorama, el vampiro simbolizaba una libertad sexual todavía condenada en aquellas sociedades ultraconservadoras. Marx utilizó el vampiro como metáfora de la clase explotadora. En su libro cumbre, El capital dice: “el capital es trabajo muerto que, como un vampiro, vive sólo de chupar trabajo vivo, y cuanto más vive, más trabajo chupa”. Sobre la prolongación nocturna de la jornada de trabajo asegura: “sólo es capaz de calmar temporalmente la sed del vampiro de sangre viva del trabajo; por lo tanto el vampiro no se saciará”, (mientras) “quede por explotar un solo músculo, tendón o gota de sangre”.

Una de las características del vampiro moderno es la de su insatisfacción. Nada es suficiente. No es posible que el vampiro sacie su hambre porque su naturaleza es amoral.

En el ámbito cinematográfico el vampiro se ha abordado casi exclusivamente desde el género del horror como la métafora de las pasiones bajas, como esa contraparte que no niega los placeres sino que al contrario, se entrega a ellos. Según Jung “representa los instintos o impulsos humanos reprimidos más primitivos. Así sería la encarnación del mal como entidad y una representación del lado salvaje del hombre o su atavismo bestial, latente en su sistema límbico y en conflicto permanente con las normas sociales y religiosas.”

En "Only Lovers Left Alive" (2014) de Jim Jarmusch nos encontramos ante vampiros que se asumen en una nueva etapa de la Historia: son vampiros que abrazan la civilización, o más bien que se ciñen a ciertos valores superiores de moral que los distancian de los zombies (en este caso una alegoría de la raza humana entera) y por eso eligen la marginación. Estos seres nocturnos se rehusan a beber sangre humana directamente de la fuente, se rehusan a usar la violencia para satisfacer sus necesidades. Son la negación de la naturaleza.

Los vampiros extirpados del género de horror, con sus características propias, se mueven en "Only Lovers Left Alive" en un drama romántico existencialista más que en el horror de lo monstruoso. Aquí ellos son los que deben sobrevivir a un mundo hóstil, banal, en donde la sangre humana contaminada y la contaminación del medio ambiente dificultan la vida diaria, incluso desde las sombras y el exilio.

En una entrevista el mismo Jarmusch habló sobre la perspectiva histórica de sus personajes vampíricos. “La posibilidad de tener una visión histórica fue muy interesante para mí, porque hay un punto en el que [el personaje de Mia Wasikowska] los llama snobs, cuando la están echando fuera de su casa, y en un cierto nivel lo son. Es importante que esté mencionado en la película, en cierto modo. Pero, ¿quién no sería considerado un snob si hubiera estado vivo durante mil años y acumulado todo ese conocimiento y experiencia? Eso es diez, veinte veces más que cualquier persona norma. La idea de ver la historia en una línea de tiempo por haber vivido a través de ella, desde los márgenes y las sombras: la observación de que un medio en secreto es muy interesante para mí.”

Seres primigenios, Adam e Eve, interpretados por Tom Hiddleston y Tilda Swinton, son una suerte de vampiros que simbolizan opuestos y por lo mismo representan una pareja amorosa entrañable. Él, un heredero del romanticismo, es un nihilista (cuya estética fluctúa entre lo grunge y lo hipster), nostálgico músico que no encuentra motivación alguna, salvo en la admiración de ciertos hombres ilustres de la historia humana: científicos, artistas, hombres que se insinúa también han sido vampiros y que han enfrentado la apatía y la desidia humana. Estos personajes lo mismo puede tratarse de Byron, Jack White o de Albert Einstein. Ella, enamorada de la vida, culta, amorosa, es una vampira llena de curiosidad y alegría por la prolongación indefinida de la existencia. Mia Wasikowska, como la malcriada hermana menor de Eve; John Hurt, como Christopher Marlowe; y Anton Yelchin, como el dealer de Adam, completan el compacto reparto, que podrían complementarse con las dos ciudades donde transcurre la trama: Detroit y Tanger, cuya fotografía de Yorick Le Saux retrata de una forma bella y decadente. Detroit ciudad casi apocalíptica, abandonada y en ruinas y Tanger, estrecha, colorida, pero triste, casi melancólica. 

Una de las características de la filmografía de Jarmusch es que retoma géneros cinematográficos establecidos para llevarlos a sus territorios intelectuales. Sólo hace falta echar un vistazo a algunos de sus filmes más recientes: "Dead Man" es un western atípico surreal, "Ghost Dog: The Way of the Samurai", una cinta filosófica de samurais en un guetto, "The Limits of Control", un thriller abstracto y meditativo. Lo mismo ocurre en "Only Lovers Left Alive", sólo que en la cinta, como él asegura, los vampiros: “no son monstruos no-muertos, son humanos que han sido transformados y que tienen la posibilidad de la inmortalidad, pero que son dependientes, como junkies, a la sangre.”

Los vampiros de Jarmusch son junkies insatisfechos, productos de una civilización en decadencia. Son intelectuales, melómanos (qué delicia de banda sonora), un par de melancólicos de una época del arte que ya no existe. Son seres doblemente marginales, porque lo deciden y porque su condición los obliga a permanecer como testigos de la Historia (habría que revisar si la imagen de Walter Benjamin del Ángel de la Historia no es en realidad un vampiro mirando las ruinas del mundo), y lo hacen a través del amor que los une. Es una película de amor. Porque eso lo único que sobrevive, es lo que les permite continuar a través de los siglos. La escena final es explícita en ese sentido: dos amantes desesperados que devoran a otros dos amantes anónimos que se acarician en alguna callejuela de Tanger. Al final gana el amor y la naturaleza violenta del vampiro, la Historia pierde, pero no por cuestiones didácticas. Aquí el hombre-vampiro aprende de la Historia pero es incapaz de asumir el aprendizaje, como el sobreviviente que al borde de la inanición decide convertirse en caníbal. La inmortalidad de los vampiros brinda una perspectiva profunda del tiempo, pero el cuerpo vive en el presente. Los vampiros de Jarmusch devienen en la metáfora de la condena del humano al ahora. Eve, cuya sabiduría trasciende la profunda depresión de Adam, en un bello diálogo le increpa: ¿Cómo puedes haber vivido durante tanto tiempo y todavía no entenderlo? Esta auto-obsesión es una pérdida de tiempo. Podría gastarse en sobrevivir las cosas, apreciar la naturaleza, nutrir la bondad y la amistad, y el baile. Has sido bastante afortunado en el amor, no obstante, si se me permites decirlo.”