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2014-11-14 00:00:00

Los Cabos International Film Festival, Día 2: Las tres visiones norteamericanas.

Por Ali López
Desde Los Cabos

¡Ven a ver lo que están haciendo los vecinos!, es el slogan del CIFF, pues su intensión primaria es mostrar lo mejor de cine de Norteamérica, entiéndase de la manera correcta, pues ésta región geográfica abarca México, Canadá, y USA. Éste segundo día de actividades, decidí ejecutar dicha orden que nos dicta el mencionado lema. Me asomé por la mirilla, y miré lo que los vecinos norteños, y paisanos, están haciendo.

Iniciemos con México. En la estancia (México-2014) primer largometraje de Carlos Armella, ganador del León de Oro en el Festival de cine de Venecia con su cortometraje Tierra y Pan. Ahora nos entrega una docuficción que relata la vida solitaria de Jesús Vallejo Mejía, y su hijo menor Juan Diego, quienes son los únicos habitantes de La Estancia, pueblo fantasma situado en algún lugar de México, rodeado de neblina y montañas. Todos los habitantes se han alejado, buscando una vida mejor, tal vez en la Ciudad de México, tal vez en New York o San Francisco. Éste puede ser cualquier pueblo del país, o a la vez, todo México.

La cinta se divide en tres partes, I Espacio, II Tiempo y III La Estancia, así, también puede ser dividido nuestro análisis. El primer capítulo, el dedicado al espacio, trama en presentarnos situación, acción, escenario y personajes, lo hace de una manera sublime. El retrato documental que se hace de la familia Vallejo es un documento fílmico, que a pesar de algunas carencias estéticas, nos da pie al análisis político, cultural y social, de toda una población. Eso es lo sorprendente, sólo con dos personajes, de una mísera población, se concreta un discurso casi académico. Pero a la vez, el film se va volviendo entrañable, las características peculiares de los personajes retratados, envuelven en un halo de carisma al público, que se inmiscuye con risas, suspiros y exclamaciones, que inyectan al cine de sentimiento. El paso de los minutos es un río calmo, pero magnético, te va atrayendo e inmiscuyendo, La voz de Sebastián, personaje tras la lente, se vuelve nuestra voz, no siempre es acertada su interacción, pero se vuelve un personaje que converge con nosotros, a la vez que lo hace con ellos; efectúa el papel de puente comunicativo entre el film y el público.

Después del gran inicio, el capítulo II, dedicado al tiempo, nos cuenta lo que pasa con Jesús y Juan Diego después de la filmación de la sección documental. Nos lo cuenta con una narrativa metafórica, quasi experimental, sólo con imágenes y música. Siendo explicito cuando lo necesita, pero casi siempre velando el mensaje concreto. Dando por entendido los hechos, con un puñado de tomas nos explica lo sucedido. La cinta aquí comienza a desmoronarse, pero aún hay algunos palillos que la sostienen.

Llegamos a la tercera instancia, III La Estancia. Aquí se rompe el documental, la exploración y las metáforas; inicia el relato y la ficción. Un actor (Waldo Facco) se dedica a representar a Sebastián, y su intento de rencontrase con Juan Diego, es acompañado por su novia Luisa (Nathalia Gatto) que se encuentra embarazada. El principal error de toda la cinta se encuentra en ésta sección, aquí se caen los palillos. Son muchos los motivos, pero el principal error es la falta de naturalidad de las actuaciones y la situación, hasta la cámara se siente plástica; se rompen los lazos forjados con la audiencia, se cae a pedazos una gran película, y un personaje tan entrañable como Juan Diego es maltratado por la trama, que a final de cuentas, nunca cuaja. La ficción no sirve de nada, desfocaliza el análisis, tira el documento social, y sólo funge como culto al ego del autor, pues es evidente que Sebastián es un alter ego de él. Las actuaciones son pasmosas, no logran empatía; el tono otorgado funciona en ciertas ocasiones, pero es fallido generalmente. La tercera parte, y final de La Estancia, es una lástima. Una lástima que haya tirado una idea malograda. Una lástima que éste epilogo haga olvidar las primeras, y fantásticas, escenas. La cinta abre pero jamás cierra, dentro de la misma trama se menciona la problemática por encontrar un final, y es una lástima, nuevamente, que esto se evidencie en el resultado final del filme.

Ahora vayamos con Canadá. Violent (Andrew Huculiak, Canadá-2014) ópera prima del director y músico canadiense, que versa sobre Dagny (Dagny Backer Johnsen), su vida y amores, así como las dudas que a su corta edad le llegan a la mente. Ella intentará saber que es la vida, que es el amor, y que es la muerte. Cinco son los momentos de la cinta, cinco amores de Dagny, cinco situaciones que ejemplifican los misterios de la vida, y los sentimientos confusos de la protagonista. Huculiak también experimenta, juega con la narrativa. Nos cuenta una historia de una manera lineal, pero sin explicarnos lo pasado, y dándonos a cuenta gotas el futuro, es hasta el final de la cinta cuando las piezas se unen, y todo cuadra. Cabe mencionar que el film nace de la creativa idea de la banda We are the city, que escribieron el guion de la cinta, para promocionar su CD del mismo nombre. También que el film fue filmado en Noruega, y que es totalmente independiente.

Estamos aquí ante un film complentativo, con una excelsa fotografía, y un manejo correcto de la edición, los efectos especiales y, sobretodo, la música, pues ésta juega un papel fundamental, no tanto en la trama, pero si en la hechura de la cinta. Las actuaciones aquí son sumamente puntuales, cada uno de los actores hace justo reconocimiento de su personaje, y cada uno de los personajes juega un papel importante, redondo y emblemático; son piezas de ajedrez de una jugada perfecta. El pecado de la cinta es el ritmo, que aunque es lento de origen, si cae en ciertos momentos.

Violent es un film que debe verse, es una oda moderna al cine postmoderno, a la vida en la era del caos. Al tan citado YOLO, de la época actual. No es por que sea un film adolecente, al contrario, es un film muy adulto, tan maduro, que sabe que no se pueden dar todas las respuestas, pero si plantear preguntas a los oídos que se atrevan a escucharlas. Se podría decir que es un film postapocaliptico, críptico, en momentos oscuro, en momentos fuerte. Se podría decir también que es un film rosa, que versa del amor, y da una visión muy interesante sobre la vida y la muerte. Se pueden decir muchas cosas, he ahí lo importante, Violent es un filme del que se puede hablar, larga y rotundamente.

Pasamos al cierre de la trilogía, el representante de USA, pero que no nace en tierras norteamericanas. A Girl Walks Home Alone at Night (Ana Lily Amirpour USA-2014), filme nacido iraní y producido en los EE. UU. Filme de una chica vampiro, en blanco y negro; western, horror, romance y comedia combinados. Se ha dicho casi todo, la globalidad, y globalización, mezclada dentro de una cinta.

Tenemos aquí una estética actual, que retoma la escuela, queramos o no, de las nuevas generaciones de comunicantes de lo audiovisual (aún no todos alcanzan el mote de cineastas), el videoclip, la televisión y los cómics. Tarantino y sus mixes de homenajes, plagios y remembranzas también son maestros de esta escuela. Ana Lily Amirpour es una alumna destacada, dota a su cinta de cuanta referencia cultural pop puede, pero ala vez le inyecta una visión personal. Un collage que termina elaborando una mejor imagen. Amirpour nos entrega una vampiresa sensual pero sutil, sin caer en los voluptuosos clichés de la Hammer Films. La vampira, interpretada por  Sheila Vand, cambia la capa negra por una extensa burca, el castillo por un apartamento rock, y la seducción candente por una fiera caza. Es un monstruo violento, atemorizante, bestial, pero también con su lado humano sutil y pasivo, sin que llegue a ser soso. El pueblo fantasma, y los mínimos personajes, que rodean a la chica, es lo que dota a la cinta con ese tono del viejo oeste. Todo es solitario, oscuro, a pesar de ser una escenografía urbana, se siente el desierto en cada cuadro. Y aquí la mejor oportunidad para aplaudir de pie a la fotografía de Lyle Vincent, sublime, sin más.

El vampirismo retratado en A Girl Walks Home Alone at Night, no es un vampirismo adolecente de amor y desamor, es un vampirismo serio, que sirve de comparación, pues utiliza la metáfora de la leyenda de los chupa sangre, para compararlos con los humanos que succionan el petróleo de la tierra, o las drogas, que poco a poco van absorbiendo la vida y esencia de la gente. El vampirismo funciona pues se respeta al monstruo, se le da su suma importancia, pues en realidad no es ella la protagonista, pero si el motivo por la cual la historia va tomando su rumbo fijo. Arash Marandi es quien interpreta el personaje principal, el humano que se me encantado por el sutil mal del vampiro, pero a la vez intenta sacar lo mejor de su lado humano.

De las mejores cintas de vampirismo del año, y muchas son su competencia, pero independiente de tema, la cinta funciona por sí misma. El ritmo se mantiene, y aunque lento, nos va dando las migajas que necesitamos para seguir por su camino. La dirección funciona para una ópera prima, pues la huella de la autora ya se separa de las tendencias. Irán y USA se unen para hacer una gran película, y esa es la mejor de la noticias, pues sabes que dichos países, nombrados en la misma frase, no llevan más que el adjetivo guerra, aquí se demuestra que la unión hace la fuerza.

Tres primeras cintas, tres debuts cinematográficos, y es malo decir que México queda por debajo, pero por lo menos, hoy y aquí lo fue. Falta una mejor escuela en nuestro país, y no es porque las escuelas de cine fallen, sino porque la educación estética y de ego artístico, aún son heridas que no sanan.