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2014-05-09 00:00:00

Top de películas sobre “los otros” zombis

Por Pedro Paunero

“Chi indossa la maschera diventerà un demone : spargerà la sua peste e infetterà il mondo. E faranno dei cimiteri le loro cattedrali e delle città le vostre tombe.”
Lamberto Bava. Demoni

El término "carne" designa al hombre en su condición de debilidad y de mortalidad (cf. Gn 6, 3; Sal 56, 5; Is 40, 6). La "resurrección de la carne" significa que, después de la muerte, no habrá solamente vida del alma inmortal, sino que también nuestros "cuerpos mortales" (Rm 8, 11) volverán a tener vida.
Catecismo de la Iglesia Católica

En palabras del escritor estadounidense Douglas E. Winter, el cineasta George A. Romero, padre del cine de zombis caníbales, logró una visión horriblemente prosaica del vecino fallecido. Los muertos vivientes, para el cineasta, “son –apuntó-, los individuos que toman la última copa en algún bar o que devuelven el cambio en un peaje de la autopista (…), los zombis encarnan la pesadilla liberal: masas apiñadas, ansiosas de una bocanada de aire puro, que llegan a tu puerta con un solo pensamiento en la mente, comerte”. (1)

El cine de zombis caníbales, acaso uno de los raros ejemplos de géneros creados expresamente por y para el cine (2), con sus criaturas revividas ansiosas de carne fresca y sesos humanos se origina, por supuesto, en el folklore caribeño, en las prácticas del vudú y el temor ancestral a los muertos. Primo hermano de los gules y los vampiros, el zombi ha tenido otros avatares menos reconocibles pero no por ello menos inquietantes tanto en el cine como en la literatura.

En un cuento extraordinario del autor inglés Graham Greene (también notable guionista de Hollywood), titulado “Una salita cerca de la calle Edgware”, un hombre atormentado por pesadillas originadas en la creencia católica de la resurrección de los muertos, se topa, en un cine olvidado, con un hombre ensangrentado, en el asiento de al lado, que hace inquietantes observaciones sobre la cantidad de sangre que vierte una herida en relación a las escenas ocurridas en la pantalla. El espectador sale del cine muy perturbado en busca de la policía y, cuando encuentra a unos agentes y les comunica sobre el incidente que recién le ha ocurrido en el cine, estos le explican, extrañados, que ellos tienen detenido al asesino, en cambio, lo que no tienen, a quien no encuentran por ningún lado, es al muerto, a la víctima.

Acaso el primer zombi “alterno” a los zombis caribeños y a los zombis caníbales de George A. Romero sea el mismo personaje bíblico de Lázaro, muerto dos veces, una primera de muerte natural, al parecer, y una segunda victimizado por su propio don de resurrección y sus ramificaciones irónicas y macabras nos alcancen bajo los aspectos de esa extraña enfermedad reconocida por la ciencia médica y psiquiátrica bajo el nombre de “Síndrome de Cotard”, en el cual el paciente cree estar muerto en vida, con todos los órganos pudriéndosele y siendo recorrido por gusanos en la piel y las entrañas.  

Este es un repaso a cintas que retratan la otra forma de ver a los muertos vivientes, agrupadas en cinco categorías que, más o menos, establecen formas de catalogar a estos personajes emparentados con los zombis caníbales y su particular naturaleza a la vez elusiva e idéntica a nuestra manera de vivir en un mundo globalizante.

Zombis del Caribe.

Zombie blanco aka La legión de los hombres sin alma (White Zombie, Victor Halperin, 1932)

“Por las noches sacan los cadáveres de las tumbas y los hacen trabajar en los campos y las refinerías de azúcar”. La primera cinta dónde aparecen los muertos vivientes. Béla Lugosi como el hechicero vudú Legendre, amo de la legión de zombis esclavos –apretón de manos mediante, “no les preocupan las largas horas de trabajo”-, del título, se ve requerido (e implicado) en solucionar los problemas implícitos de un triángulo amoroso. Ciertos rumores indican que tanto esta película como el libro The Magic Island (1929) de William Seabrook justificaron la intervención armada estadounidense en la isla de Haití por ser una nación atrasada y supersticiosa. (3)


Yo anduve con un zombie

(I Walked with a Zombie, Jacques Tourneur, 1943)

Uno de los clásicos más reconocidos de la dupla Jacques Tourneur-Val Lewton. A la isla caribeña de San Sebastián llega la enfermera Betsy Connell, contratada por el Sr. Hollan para que se haga cargo de su esposa catatónica, Jessica. Betsy se dará cuenta que Jessica es víctima de la zombificación, la transformación de un ser humano en un zombi mediante rituales de magia negra (vudú). La atmósfera inquietante de la plantación, una caminata nocturna con un ser alto, cadavérico y de ojos saltones que sirve de guía a la enfermera y su zombi para acudir a la ceremonia dónde podría rescatársele, un mascarón de proa en medio del jardín y la música de un Calipso enmarcan esta historia basada en la novela Jane Eyre de Charlotte Brontë que culmina una noche en que se adentran al mar todos los personajes perdidos de esta notable película en la cual el horror cede a la trama de tragedia romántica. (4)     


La serpiente y el arcoíris

(The Serpent and the Rainbow, Wes Craven, 1988)

Basada parcialmente en la investigación en Haití por parte del etnobotánico y explorador residente de National Geographic, el canadiense Wade Davis, del supuesto zombi Clairvius Narcisse y el descubrimiento del  polvo usado por los bokors o sacerdotes vudú en el proceso de zombificación, Wes Craven rueda una película en la que se combinan el horror, las visiones sobrenaturales y macabras y un trasfondo científico, como lo es el descubrimiento de la tetradotoxina presente en el hígado del pez globo como ingrediente principal del polvo zombi. Curiosamente la investigación de Davis ha sido desprestigiada hoy en día por otros investigadores, poniendo en tela de juicio sus observaciones, a la vez que la cinta de Craven se inscribe entre sus mejores títulos.

 

Sobrenatural

(aka. All of Them Witches, Daniel Gruener, 1996)

“El Horla”, un cuento corto de temática vampírica de Guy de Maupassant y la historia de brujería y satanismo secreto en el seno mismo de la familia que se desarrolla en “El bebé de Rosemary”,  la película de Roman Polansky, permean en esta obra como una base argumental a la vez que como un homenaje. Es la historia de Dolores (Susana Zavaleta), esposa de Andrés (Alejandro Tomassi) quien descubre un triángulo amoroso en el cual su esposo le consagra a Naganga, una potencia maligna africana en aras de la consumación de su infidelidad con Eva, su vecina. La oportuna intervención de una bruja, Madame Endor (Delia Casanova), revertirán el plan de Andrés convirtiéndole a él en un zombi sin voluntad en manos de su esposa quien finalmente terminará cuidándole. Plantas alcaloideas, polvos zombis, atmósferas encerradas entre cuatro paredes y una trama inteligente aunque no original dan como resultado un raro producto de calidad producido por una televisora comercial (5).


La enfermedad.

Halley

(Sebastián Hofmann, 2012)

La mortandad viviente que afecta a Beto (Alberto Trujillo) el protagonista de la ópera prima de Sebastián Hofmann es arquetípica en el género zombi a pesar de su aparente originalidad. La soledad, la indiferencia, el paso fugaz de los seres humanos (como el Cometa Halley) que rodean a un personaje que, lenta pero inexorablemente, empieza a sufrir un proceso de putrefacción en vida, son elementos que han sido ya indagado a través de las películas metafóricas de George A. Romero en su crítica a la sociedad de consumo. Lo que hace diferente a Halley es su apuesta por una explicación más “realista”, a través de unos supuestos médicos que la acercan a la realidad de un Síndrome de Cotard, por ejemplo. Una película que dividió al público y reitera lo que el género nos ha venido diciendo desde siempre, los zombis caminan entre nosotros, somos nosotros, en un juego de espejos deformantes. Una buena apuesta mexicana dentro del subgénero del “Body Horror”. 

 

El control extraterrestre.

Invasores de Marte (Invaders From Mars, William Cameron Menzies, 1953)

Esta cinta atípica, narrada desde el punto de vista de un niño, testigo de la caída de un meteorito en un terreno cercano a su casa, y que poco a poco descubre una invasión proveniente del planeta Marte consistente en controlar la voluntad de los seres humanos a través de implantes cerebrales dando origen a seres fríos, crueles y siniestros, ha servido de modelo para muchas otras historias sobre el control mental y sus funestos resultados.   

 

La invasión de los ladrones de cuerpos

(Invasion of the Body Snatchers, Don Siegel, 1956)

Es una de las películas de “Serie B” más famosas y paranoicas que ha tenido ya tres “remakes” (dos muy buenos, el primero a cargo de Philip Kaufman del año 1978 y el otro de Abel Ferrara de 1993 con una pésima versión a cargo de Oliver Hirshbiegel del año 2007). Su argumento es sumamente conocido. Semillas extraterrestres que vagan por el espacio llegan a la Tierra, absorben célula a célula a los seres humanos mientras estos duermen y poco a poco les van suplantando por dobles. Los dobles formados en el interior de las vainas carecen de sentimientos, preocupaciones y de la capacidad de libre elección. Sobre esta película en la cual una y otra vez se ha querido ver una metáfora de la “amenaza comunista” tan cara al período al que pertenece (la “caza de brujas” macartista) el crítico Kim Newman escribió: “En lugar de garras de goma, dinosaurios animados y rayos mortíferos alienígenas, la película descubre el horror a través de un tipo cortando el césped, un puesto de verduras abandonado al lado de la carretera, un bar prácticamente vacío, una madre poniendo una planta junto al parque de juegos de su bebé o una multitud que se reúne en la plaza del pueblo a las siete cuarenta y cinco de la mañana del sábado” (6)

Santo contra los zombis

(Benito Alazraki, 1961)

Los muertos vivientes a los que se enfrenta el Santo, el Enmascarado de Plata, son controlados a través de una parafernalia de artefactos típicos de la Serie B, inyecciones de sustancias inventadas para tal efecto, piquetes eléctricos y un toque de magia negra, obviamente, caribeña, por parte de un villano con un saco negro en la cabeza para la improbable e ingenua tarea de robar joyerías. (7)

 

La guerra biológica.


The Crazies

(George A. Romero, 1973)

Los zombis de Romero son poseedores de una naturaleza ambigua. Desde “La noche de los muertos vivientes” en la cual jamás se menciona la palabra “zombi” y cuyo título, incluso, iba a ser originalmente una alusión directa al demonio árabe necrófago y merodeador de los cementerios, el gul, el realizador no ha aclarado del todo la naturaleza del “zombi” caníbal. En la primera cinta, ya mencionada, hay alusiones a la radiación emanada de un satélite proveniente del planeta Venus, que sería la causa de la “epidemia”. En “Tierra de los muertos” uno de los personajes menciona que un demonio ha puesto a caminar a los cadáveres y en el “remake” del 2004, “El amanecer de los muertos” (Zak Snyder), se menciona que “cuando no haya más lugar en el infierno, los muertos caminarán sobre la tierra”.

“The Crazies” no trata sobre zombis caníbales pero sí de otro tipo de locura homicida que convierte a los habitantes de un pueblo americano en un grupo de descerebrados sedientos de sangre: la prueba de un arma biológica. Una película de poco éxito comercial debido a los problemas de distribución que, sin embargo, ha seguido el camino de algunas otras producciones de Romero para terminar siendo cine de culto. 


Resurrección de la carne.

La resurrección de los muertos

(Les Revenants, Robin Campillo, Francia, 2004)

Esto es lo que pasaría si los muertos –de 10 años atrás al presente y todos dentro de la tercera edad-, resucitaran de repente. Los muertos recorren las calles del mundo algo perdidos, algo asombrados, algo… algo extraños y discriminados. Una historia con un trasfondo de crítica social en un mundo que abarca mucho y aprieta poco y lo políticamente correcto se confunde con las atrocidades que nadie quiere ver. “Dejad a los muertos en paz” rezaba el título de un cuento clásico de vampiros pero ¿y si los muertos se levantaran de sus tumbas y llegaran a tocar en la puerta de la casa como si nada hubiese pasado? ¿Quién está verdaderamente preparado para la “resurrección de la carne” católica? La solución la tienen los mismos revinientes y el final de la película no es para nada halagüeño y nos hace sentir disgusto no ya hacia los muertos que regresan, sino hacia los que viven y se mantienen indiferentes. El realizador de esta cinta bien pudo filmar un documental en algunos asilos de ancianos y el resultado hubiese sido el mismo.


Notas.
(1) Escalofríos. Stephen King, Paul Hazel, Clive Barker y otros. Edición de Douglas E. Winter. Grijalbo Mondadori. 1989.
(2) El “Western” auténtica invención americana se originó en los relatos del oeste californiano (el “Far West”) de Bret Harte.
(3)  “Zombi blanco” en YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=Dx5vyashFHs
(4) Tráiler de “Yo anduve con un zombie” https://www.youtube.com/watch?v=WiY8EbynbXE
(5) “Sobrenatural” en YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=nXgX-fMbNos
(6) “La invasión de los ladrones de cuerpos” en YouTube.  https://www.youtube.com/watch?v=mJmMJ2F9ig8
(7) “Santo contra los zombis” en YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=I10g8KP99oQ