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2010-04-05 00:00:00

"Lo que uno elige filmar siempre será subjetivo": Agnès Varda

Por Perla Schwartz     

Cineasta de vanguardia, ella fue la única mujer que participó en la Nouvelle Vague, de hecho su ópera prima  “La pointe courte” (1954) que transcurre en un pueblo de pescadores, fue un digno antecedente de este movimiento, que vino a revolucionar la cinematografía francesa. En sus inicios, Agnès Varda fue fotógrafa, pero los azarosos caminos de la vida, la llevaron al cine.    

A sus casi  82 años, sigue siendo una mujer vital, posesora de una gran energía. En el marco del 25º Festival Internacional de Cine de Guadalajara, recibió un Mayahuel en reconocimiento a su trayectoria, posteriormente estuvo de visita en la Ciudad de México, para comentar algunas de sus películas programadas en una retrospectiva de su obra en Cineteca Nacional.  

Agnès Varda comentó en torno a sus películas:”Me baso en el cine escritura, donde no es tan importante el guión, como la selección que hago. Las diversas elecciones que como cineasta voy realizando, con el objeto de crear un estilo, es decir algo vivo o tranquilo, según sea el caso.”    

Su filme más reciente “Las playas de Agnès” (2008), que se presentó por primera vez en el FICCO 2009, tiene el vibrante lema “Recuerda mientras vivas”: “Es una cinta  donde incluso hay instalaciones artísticas. Es una mixtura de todo, incluso incluye extractos de otras películas mías. Es como un collage, con algunas bromas, un collage que muestra una vida en familia, de trabajo y de amor. Cada momento de mi existencia está simbolizado en una 'playa'”.   

Oriunda de  Bruselas, Bélgica, la cineasta ha desarrollado su carrera en Francia. A ella le gusta vivir en el aquí y el ahora, ver caras nuevas, siempre se ha avocado a buscar en su cine, el darle una voz a los seres marginales. Un ejemplo es “Sin techo ni ley” (1985): “Pienso que la realidad nos nutre. Es una materia bruta. Cada artista debe reinventar la realidad y la verdad. Lo que uno elige filmar, siempre será subjetivo. “Sin techo ni ley” me implicó ir a esos lugares donde los pobres piden aventón, acercarme a esas personas que son rechazadas por la sociedad, todos aquellos que carecen de amor.   

“Durante dos meses me dediqué a conocerlos y luego escribí el guión. Sandrine Bonnaire, la protagonista es una joven que está contra todo, ella no quiere ayuda, es autosuficiente, pero termina muriendo a causa del frío.”   

En la filmografía de Varda hay cortometrajes, documentales y largometrajes de ficción, entre ellos destaca “Cleo de 5 a 7 (1961): “Aquí hay una contradicción.  Todo el tiempo aparece el reloj con la hora, sin embargo, en el filme se siente un tiempo diferente, es la historia de una mujer que tiene miedo de morir de cáncer.”   

Sobre la Nouvelle Vague, la realizadora piensa que fue algo maravilloso, de hecho Alain Resnais, uno de sus integrantes fue el editor de su primer película: “Recuerdo la efervescencia en Cannes, al recibir a 'Sin aliento' de Godard y 'Los 400 golpes' de Truffaut, más que un grupo, todos ellos fueron individuos muy personales. Entre 1961 y 1968, tuvieron un gran impacto, no sólo en Francia, sino en las cinematografías de otros países como Polonia, Checoslovaquia, el Nuovo Cine brasileño, e incluso en Estados Unidos, con cineastas como Coppola y Scorsese.” 

Cuando ella decidió que el cine era su vocación, no estudió de manera formal, optó por la praxis, es decir, se dedicó a ver obras maestras de la cinematografía mundial y desde un inicio, supo que al dirigir debía de mezclar las contradicciones de este mundo, los problemas personas, los económicos, el amor y sus dificultades:  

“'Jacquot de Nantes' es un filme que retrata la infancia y sus inicios como cineasta de Jacques Demy, mi esposo, cuando se estaba muriendo. Él venía al rodaje y le hacía mucho bien. Juntos hicimos una cosa viva, algo nuestro, a final de cuentas, así es la vida.”    

La realizadora ha empleado a lo largo de su carrera, las cámaras más diversas, 16 mm, 35 mm y en fechas más recientes, la de formato digital, ésta última desde que filmó “Los cosechadores y yo” (2000):   

“No quería- explica-, que me vieran rodando con cámaras gordas, por eso usé una pequeña para poder tener un mayor acercamiento con mis personajes. Inicialmente estuve 6 meses con ellos, para saber que querían decir y cómo eran juzgados por la sociedad. Los escuché, casi puedo decir que me convertí en una especie de asistente social.”  

Admiradora de Reygadas, Del Toro, Ripstein e Iñarritu, Agnès se confiesa adepta al cine de autor, aquel donde el director muestra su visión, a través de su talento: “'Una contra la otra' (1977) es mi único filme que es un manifiesto feminista. Fue filmado en la época en que las mujeres luchaban por su derecho a decidir en torno al aborto. Siempre he tenido conciencia que una mujer es entera, no se le puede reducir a que tan sólo un pecho, un culo o simplemente sexo. Yo nunca la he filmado así, ni siquiera a la hora de hacer el amor.”  

En la actualidad, Agnès Varda está inmersa en las artes visuales, volvió a la fotografía y realiza instalaciones, dice que tiene miedo de filmar, por ello implica estar de pie, durante 8 ó 10 horas y sus piernas están cansadas. Lo importante es que sigue vital y creativa, como si apenas se estuviera iniciando en el arte.