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Reporte de la semana

2009-10-06 00:00:00

Explora Flores en el desierto el universo de los wirrárikas

Por Leticia Carrillo; desde Morelia, Michoacán

José Álvarez, quien fuera 12 años director de la famosa estación de radio Radioactivo 98.5 de la Ciudad de México, presenta en el festival de cine de esta ciudad su película Flores en el desierto, que compite en la sección Documental Mexicano.

Flores en el desierto retrata la forma en que los wirrárikas –nombre original de los huicholes- se relacionan con sus deidades a través de los sueños, la muerte, las relaciones familiares y el peyote. Correcamara.com entrevistó al director quien nos dio más detalles sobre esta producción.

CORRECAMARA: ¿Cuáles son tus expectativas en Morelia con Flores en el desierto?

JOSÉ ÁLVAREZ: Quiero que la gente la vea, y en la funciones que hemos tenido la gente la recibió muy bien, es un tema que a mucha gente interesa y conmueve. Y aquí inicia su gira por el mundo.

CC: ¿Tu película se inscribe en la corriente de cine antropológico mexicano?

JA: Este documental no es particularmente antropológico, aunque parezca extraño. Sí lo es en el sentido que trata sobre un pueblo indígena en donde se retratan sus costumbres religiosas y se habla de sus creencias y sus relaciones familiares. Yo digo que es de un antropología más espiritual, más hacia lo emocional e íntimo y menos hacia lo formal.

No quisimos enfocarnos en lo antropológico porque por un lado, ya se han hecho varios documentales de este corte como Wirikuta de 1961 y por otro, porque nos dimos cuenta que para hacer algo diferente tienes que tener mucho tiempo para poder aportar algo nuevo.

Además creo que en cierto sentido lo antropológico señala donde están ellos y te das cuenta que tan lejanos están de ti, en cambio este documental te dice que tan parecidos son a nosotros en términos humanos, intelectuales y emocionales.

CC: ¿Qué aspectos de la vida de este pueblo fueron los que más llamaron tu atención?

JA: Por ejemplo, en relación a la familia, los hombres pueden tener más de una esposa con la idea de sobrevivir, es una cuestión de protección comunitaria, la poligamia presente en ellos y nosotros la tratamos desde el ángulo de los celos.

Otra cosa fue que la cacería del venado es muy importante para ellos porque son un pueblo fundamentalmente peregrino, pero llamó la atención las limitaciones que actualmente existen para esta práctica. Los wirrárikas tienen que cazar en territorio privado con el peligro de que los maten o los persiga una patrulla y se metan en problemas porque además los huicholes cargan peyote y armas. Parece que hoy se esta trabajando para que se respete una ruta por la que ellos peregrinan.

También el que son personas muy honestas, no saben mentir, son lo que son, como son y así se muestran, es muy interesante que la sabiduría que les brinda el peyote los hace ser muy honestos. Hay una parte muy bonita en la película en la que se hablan de las confesiones previas a comer peyote, es un rito sagrado en el que si no te confiesas, él te castiga y si no vas con esa idea te puede ir muy mal además, no hay muchas opciones porque la apertura y el encuentro al que te lleva es de una fuerza que si llegas con una cosa extraña puede darte un revolcón, como se dice en el lenguaje coloquial.

CC: ¿Qué fue lo que buscaste al rodar Flores en el desierto?

JA: La película se hizo porque ellos querían hacerla, ellos nos localizaron. Hoy muchos jóvenes wirrarikas se están separando de las costumbres y las personas que nos buscaron quieren que estas se preserven. El pueblo wirrárika dice tener una existencia de 10 mil años ¡imagínate! cinco veces la era cristiana.

Las nuevas tecnologías son muy magnéticas para los jóvenes huicholes y son muy inteligentes y saben muchas cosas son atraídos por este tipo de cosas, hoy tienen páginas de Internet, Facebook, correos electrónicos, teléfonos celulares.

CC: ¿Pero no es un contrasentido querer difundir su mensaje a través del cine cuando finalmente este es un medio altamente tecnificado?

JA: No, porque a ellos les interesa tener formas de difundir su sabiduría y por el hecho de ser increíblemente visuales el cine es una gran herramienta para hacerlo.

CC: ¿Cuál fueron los obstáculos a los que te enfrentaste durante el rodaje?

JA: Que el pueblo donde filmamos, San Andrés Cuamiapa esta muy lejos, viajar desde la ciudad de México te puede tomar una jornada y cuando llegas te encuentras que el capitán de los peregrinos no está y tienes que esperarlo varios días con lo que pierdes la continuidad de la historia que traías en mente.

Además ahí casi nadie habla español, la comunicación es complicada porque tampoco hay un diccionario, aunque creo que la Universidad de Guadalajara está trabajando en uno. Otra cosa es que tampoco hay teléfonos.

CC: Hace rato mencionaste el rito de comer peyote ¿cómo fue tu experiencia en este sentido?

JA: Es estos casi tres años en el que desarrollamos el proyecto, comí peyote con ellos, especialmente en Wirikuta que es el desierto en el que van a buscarlo. Pero es tan sabia la mente, el alma y el propio peyote que me mantuvo trabajando con ellos, oyendo, pensando, me llevó de la mano.

CC: ¿Tuviste una guía durante este proceso?

JA: No hubo una en particular, todos te guían y te cuidan, son una belleza de gente, yo creo que por eso quedó bien la película, más que por mí, porque realmente los wirrárikas son personas extraordinarias.

CC: ¿Cómo ha cambiado tu vida después de haber hecho Flores en el desierto?

JA: Cambió en términos generales, cambió la manera de compartir mi tiempo con mi familia ha evolucionado, mi manera de trabajar y sentir las cosas es diferente. Es como un accidente en la vida que te lleva a un camino positivo,te permite ver y observar con cautela, que una comunidad de repente abra su corazón completamente, definitivamente es algo que te transforma.