El portal del cine mexicano y mas

Desde 2002 hablando de cine



Noticias

2011-03-03 00:00:00

La mirada íntima. El vouyerismo como acto artístico en el cine

Por Pedro Paunero 

La escoptofilia, término científico para el voyeurismo, usado de forma un tanto elegante para el más vulgar mirón o fisgón, ha tenido destacados ejemplos en el cine. El mirar como un acto de transgresión, como un acto que provoca muerte, el acto insaciable, el ojo entrometido y que aburrido busca saciarse...

EL OJO ENTROMETIDO (EL HOMBRE DE LA CÁMARA)[1]

La vanguardista El hombre de la cámara[2] del visionario teórico del cine, Dziga Vertov, analiza, recorre y muestra todo un repertorio de la técnica cinematográfica[3] en servicio de la ideología soviética. Es un canto a un mundo nuevo, recién creado y regocijante: para esto, se ocupa de la ciudad y su devenir formado por la vida de sus habitantes. La ciudad despierta, los transportes echan a andar, vemos niños maravillados por un artista callejero, accidentes y ambulancias. Todo cabe en un día filmado. Un día nuevo. La cámara entrometida, insaciable, comete un acto voyeurista aún más íntimo: penetra entre las piernas de una parturienta y capta el momento del nacimiento.

Es un himno a la maquina que sustituye al trabajo manual. El ojo de la cámara de Vertov (o, mejor, el de su hermano, pues fue su cameraman) y el montaje realizado por su esposa glorifican a la vez, narrando de manera no lineal, un documental que adapta y se opone, a la vez, a las ideas de Eisenstein y canta una alabanza a la cadena de montaje del mundo fabril.

Al lema de Vertov[4],oponía Eisenstein la frase no creo en el cine-ojo, creo en el cine-puño. La épica del realismo soviético se enfrentaba así al ojo poeta, curioso, al cinema verité, a favor del espectáculo propagandístico. Otra forma de expresar el mismo tipo de arte, después de todo.

EL OJO INSACIABLE (UN CHANT D´ AMOUR)[5]

La obra maestra homosexual de Jean Genet forma parte de una tetralogía francesa con las otras tres obras maestras[6] que tratan de la cárcel y los prisioneros, sus sueños de escape y sus relaciones entre sí. Es, también, un ejercicio de cine puro.

El gran escritor de la transgresión, hijo de padre anónimo y prostituta que le abandonó al poco de nacer, Genet se ganó el respeto de los otros dos grandes Jeans de Francia, Sartre y Cocteau, al punto que el primero, basándose en la vida de sobresaltos y la calidad sin par de la obra de Genet (gran poeta de la fealdad, la mierda y el amor entre varones), terminaría denominándole San Genet.

Jean Genet salió al bosque de Milly un día de 1950 con una cámara de 35 mm. y un equipo anónimo de sexo masculino, y realizó una de las películas más secretas y prohibidas de la historia del cine. Escribió Vicente Molina Foix en un ensayo[7].    

Este mediometraje, síntesis del lenguaje escrito arrebatado para lo visual, nos traslada a un mundo dónde el voyeurismo sirve para narrar una historia de policías que desean cuerpos ajenos que, a la vez, desean a otros cuerpos separados por el muro de una prisión. Hay muchas maneras de evadir el encierro. Mientras el guardia atisba codicioso por la mirilla de la puerta, los presos fantasean y se masturban, se pasan flores a través de las ventanas y, en una de las escenas eróticas más inquietantes del cine, a través de un agujero en la pared por el cual han pasado una pajilla, se transmiten boca a boca, el humo de un cigarro.

Jamás el voyeurismo fue tan bello y tan transgresor. El blanco y negro pinta el calor y lo traslada. Así se cumple la convicción que de la obra de Genet hiciera Sartre: Genet sólo puede existir a través del reconocimiento de lo ajeno, de su apropiación a través de la mirada (un recuerdo grabado a fuego de su etapa de ladrón y su vida en la cárcel).

 

Disponible en Google Video:

(Advertencia: Material para adultos):

 

Un Chant D'Amour - Jean Genet (1950)

 

EL OJO ABURRIDO (LA VENTANA INDISCRETA)[8]

Es el arquetipo de las cintas voyeurísticas, por supuesto. En el escenario cuidadosamente creado por Hitchcock y su equipo, en realidad una especie de micro ecosistema, se desliza el ojo a través de la pared de enfrente del edificio dónde un hombre accidentado y aburrido puede atisbar a sus anchas. La historia, pues, exige una postración corporal, un pretexto, para anclar la mirada desde una silla de ruedas y llevarla a otro lado. Hasta que la intromisión visual paga el precio de observar la muerte.

Muchas veces se ha criticado el hecho de que James Stewart teniendo al lado a la hermosa Grace Kelly busque satisfacción en otro lado. Esos críticos olvidan lo que de más precioso habita en la mente del voyeur: el placer está en otra parte, nunca satisfecha, la mirada indaga en lo ajeno.

Sin embargo, la mojigatería que habitaba en el católico Hitchcok, al final, curarán a su personaje del voyeurismo que ha puesto a su novia en peligro mortal. Al final se quedará con la chica. Y una de las cintas más perfectas de Sir Alfred se decanta por un final que la gente común necesitaba.   

MIRADAS QUE MATAN (EL FOTÓGRAFO DEL PÁNICO)[9]

Después de una fructífera (y “respetada”) carrera al lado de Emeric Pressburger con cintas como Las zapatillas rojas[10] o Narciso negro[11], Powell exploraría el terreno aún virgen de la cultura del video, su ansia de filmar la realidad (y sus momentos más extremos), su búsqueda de congelar el tiempo y el deseo exploratorio e invasivo del ojo humano.

Se trata de la película que hundió la carrera de su creador, aparecida el mismo año que Hitchcock cambiaba el género del horror con su asesino “real”, Norman Bates, que en la novela original era un voyeur[12], en Psicosis, en la cual perdura sólo una reminiscencia en la escena en la cual Bates fisgonea a través de un agujero en la pared el acto de cambiarse de ropa de Vera Miles.

http://farm4.static.flickr.com/3262/2443126371_12b32ec943.jpg

El traumatizado, desde la infancia (por su propio padre a través de experimentos psicológicos), Mark Lewis (Karlheinz Böhm) se convierte en antecedente del documentalista snuff al filmar mujeres mientras las asesina. Su cámara es una máquina mortal que despliega una púa que clava en el cuerpo de sus víctimas. Para Mark el Eros y el Tanatos sólo pueden ser atrapados por medio de la lente de la cámara y, posteriormente, contemplados entre cuatro paredes.

Destructora para con su creador, al igual que el voyeurismo destruye a su personaje, la cinta se ha transformado en película de culto al grado que un cineasta como Martin Scorsese expresara de la misma.

Siempre he creído que Peeping Tom y 8½ dicen todo lo que puede ser dicho sobre el arte de hacer películas, sobre el proceso de llevarlas a cabo, la objetividad y la subjetividad y la confusión entre las dos. 8½ captura el lujo y el disfrute de hacer cine, mientras que Peeping Tom muestra la agresión que hay en ello, cómo la cámara infringe una violación... Viéndolas puedes descubrir todo sobre las personas que hacen cine, o al menos, cómo esas personas se expresan a sí mismas a través de las películas.[   

Todas estas cintas nos hacen participes de placeres culposos[13]. En un momento dado, nos transformamos en los personajes. Tan culpables somos, como que el acto de arrojar un huevo a la cámara por parte de Pedro, el niño que entra al reformatorio en Los olvidados[14], de Luis Buñuel, nos está advirtiendo: tú eres culpable de esto, hipócrita fisgón, somos la cámara y el ojo porque, ¿acaso no son el cine mismo, la televisión y el internet, vehículos de un acto universal de voyeurismo, un entrometernos consciente en las vidas y actos de los demás en aras de un acto artístico comercial o de mero entretenimiento más allá del onanista acto de contemplar nuestras vacías vidas?

 

NOTAS


[1] A menudo relacionada con los filmes sinfónicos que mostraban la poesía escondida en las grandes ciudades como Berlín, sinfonía de una ciudad (Walter Ruttmann, Berlin: Die Sinfonie der GroBstadt, 1927) y Lluvia (Joris Ivens, Regen, 1929). Y, si bien forma una especie de trilogía con los dos filmes citados, también es otra cosa: un testamento marxista al nuevo Estado Soviético.

[2] Dziga Vertov, Chelovek s kinoapparatom, 1929.

[3] Josephine Woll, especialista en cine ruso, apunta todo el catálogo que despliega Vertov: imágenes múltiples, cámara lenta, animación, pantalla dividida, zooms y contrazooms, fotogramas congelados, enfoque borroso.

[4]Cine-ojo (Kino-glaz). Jean-Luc Godard dirigiría el grupo documentalista Grupo Dziga Vertov en homenaje a Vertov, trabajando sin guión.

[5]Jean Genet, Un Chant d´Amour, 1950.

[6] La gran ilusión (Jean Renoir, La grande ilusion, 1937), Un condenado a muerte se ha escapado (Robert Bresson, Un condamné á mort s´est échappé ou le vent soufflé oú il veut, 1956) y La evasión (Jaques Becker, Le Trou, 1959)

[7] Vicente Molina Foix, El mirón literario, el cine de Jean Genet, Samuel Beckett Eugene Ionesco. Disponible en: http://www.bduimp.es/archivo/conferencias/pdf/08-10_84_10040_06_Molina_Miron_idc15090.pdf

[8] Alfred Hitchcock, Rear Window, 1954.

[9] Michael Powell, Peeping Tom,

[10]Michael Powell y Emeric Pressburger, The Red Shoes, 1948.

[11] Michael Powell y Emeric Pressburger, Black Narcissus, 1946.

[12] Alfred Hitchcock, Psicho, 1960. Basada en la mediocre novela de Robert Bloch, inspirada en el asesino serial Ed Gein.

[13] ¿Recuerdan Terciopelo Azul (Blue Velvet, 1986) de David Lynch y la escena en la cual el personaje interpretado por Kyle MacLachlan atisba a través de la cerradura del armario?

[14] Luis Buñuel, Los olvidados, 1950.