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2023-01-31 00:00:00

Crítica Netflix: «La Tierra según Philomena Cunk»: Historia, irreverencia y diversión

Por Pedro Paunero

Narrada con grandilocuencia, “La Tierra según Philomena Cunk” (Cunk on Earth, Christian Watt, 2022), parodia los documentales científicos serios -y seriados-, de televisión clásicos, y parece ponerse en los zapatos de una historiadora popular -y del peso-, como Mary Beard, con su “Roma, un imperio sin límites” (Ultimate Rome. Empire without Limit, Chris Mitchell, 2016), pero más bien continúa con la presentación de Philomena Cunk, tontorrona periodista televisiva, interpretada por la comediante Diane Morgan, para la BBC de Londres, capaz -o incapaz, según se vea-, de entrevistar a estirados expertos en diversas materias, ponerlos en aprietos y en situaciones incómodas, con sus preguntas bobas pero con trasfondo satírico.

Cunk, que lleva en su haber ya varios programas bajo el formato del falso documental -Cunk on Christmas (2016), Cunk on Shakespeare (2016), Cunk on Britain (2016-18) y Cunk and Other Humans (2019)-, es un personaje popular en el Reino Unido, sostenido por el guion de Charlie Brooker, creador de la serie “Black Mirror” (2011-19), que indaga en la historia de la humanidad, sus creaciones y avances, así como sus meteduras de pata más sonadas.

Cunk aparece -aunque no siempre,  “por falta de presupuesto”- en escenarios reales, acompañada por personajes históricos, caracterizados por actores, mientras va burlándose de todo, y todos, bajo un aparente ensayo erudit, que tropieza cada dos por tres con su idiotez particular.

El personaje pertenece, por derecho propio, a esa clase de figuras sustitutivas como Nils Hellström, interpretado por Lawrence Pressman, supuesto entomólogo que puso en alerta al mundo sobre la superioridad que los insectos tienen sobre nosotros, en el clásico falso documental “La crónica Hellström” (The Hellström Chronicle, 1971), dirigida por Walon Green -ex fotógrafo de National Geographic- y Ed Spiegel, en una película ganadora del Óscar, con el motivo de anteponer una distancia, cómica, en el caso de Cunk, y cercana a la Ciencia ficción, en el caso de Hellström, a fin de evitar un enfrentamiento serio con los entrevistados, o los espectadores más informados.

De risa en risa, y entre algunas auténticas carcajadas, dispuestas en cinco episodios de menos de media hora de duración, Morgan-Cunk se mueve como pez en el agua incomodando a los entrevistados quienes, a pesar de saber que participan de una farsa, realmente sufren y se esfuerzan por ofrecer una respuesta coherente. Así sucede con Kate Cooper, profesora de historia de la Royal Holloway, de la Universidad de Londres, prácticamente obligada por Cunk a aceptar que Jesucristo fue la primera víctima de la Cultura de la Cancelación o, en la entrevista más divertida, la de la profesora Laura Ashe, experta en el medioevo por la Universidad de Oxford, quien realmente sufre por aclarar que la Edad Media no fue tan oscura como se piensa.

A pesar de tanto chiste, que por momentos rozan lo pesado y la sangronería pura, Philomena suelta perlas como esta:

“Los estadounidenses de esa época no eran tan humildes, como aún hoy no lo son. Ellos creían en algo llamado “el destino manifiesto”, la creencia de que toda la tierra les pertenecía y de que Dios quería que fueran a recuperar el Oeste de los nativos norteamericanos que, por error, Él había puesto allí primero”.

O esta otra:

“Con sus vaqueros, pistolas y sus trenes de vapor, EUA se dio a conocer como la tierra de los libres, lo que debió haber sorprendido a los esclavos”, y “La práctica salvaje de la esclavitud prevaleció en Estados Unidos, particularmente en los estados del sur. La gente de los estados del norte descubrió algo espeluznante: que dentro de cada esclavo había una persona humana. El Norte le preguntó al Sur en qué tipo de estados quería vivir: ¿en uno donde los blancos trataran a otras razas como inferiores, o en uno donde fingieran que no?”

Su crítica política, empero, no discrimina a ningún país:

“A principios del Siglo XX, Rusia era un vasto imperio, tan vasto como hoy es el Universo Cinematográfico de Marvel. El ruso promedio era campesino pero soñaba con ser un hombre. Preferiblemente rico. Porque mientras los campesino rusos vivían en pobreza, los ricos vivían en San Petersburgo. El más destacado se llamaba “Zar Nicolás”, que en ruso significa “rey Nicolás”. Se le permitió gobernar el país como un dictador, pero me aconsejaron que dijera que hoy Rusia no es así”.

Sobre JFK:

“Es irónico que se hubiera preocupado tanto por los misiles cubanos, cuando debió haberse preocupado por un arma en Texas”.

Philomena considera al Titanic -al que denomina como “Titan 1 C”, equivocándose al leer su nombre-, como al “primer submarino del mundo que se usó una sola vez”, que “navegó desde Southampton directo hasta el fondo del mar, donde los valientes exploradores vivieron en total lujo durante el poco tiempo que tardaron en descubrir que, la atmósfera en el fondo del océano, era irrespirable”.

Pone, en otra entrevista, a pensar a Patricia Fara, doctora en Historia de la Ciencia por la Universidad de Cambridge, al cuestionarla sobre el descubrimiento de Mary “Curry” de la radiactividad, en la que hay que creer a pesar de ser invisible. Philomena supone que, si se cree en algo invisible, entonces los chakras y campos de energía que conectan la cara con el signo zodiacal son reales, ya que su tía Carol -que reajusta chakras a 80 libras la hora-, no podría ocuparse de una tontería al ganar esa cantidad.

Las alusiones a la cultura pop, y las inquietudes actuales, copan cada capítulo con tal cúmulo de preguntas ridículas, hilarantes que, no obstante, promueven a reflexión, mientras va burlándose de todo. De otra forma, el documental terminaría por ser verdaderamente indigesto.

¿Por qué un científico como Bruce Banner -se pregunta Cunk-, afectado por radiación gamma, se convirtió en Hulk, y lanzó su propia franquicia, mientras Marie “Curry” tuvo que morir? ¿Fue culpa del patriarcado? Y ¿qué es un patriarcado?

Sus resúmenes, al final de cada capítulo, rozan lo genial:

“En el próximo capítulo veremos cómo una guerra fría entre Oriente y Occidente abrió el camino para el rocanrol, que abrió el camino para los hippies, que abrieron el camino para Steve Jobs, las computadoras y los smartphones, que abrieron el camino para las redes sociales, que abrieron el camino para revertir todo el progreso que la humanidad había logrado hasta entonces.”

Divertidísima e irreverente -a pesar de ignorar plena y deliberadamente la aventura de España en la historia del mundo, más allá de la mención de Cristóbal Colón-, la serie exige participación de un público que posea conocimientos básicos de historia, para que sus continuos equívocos, llamados a broma, funcionen.

“La Tierra según Philomena Cunk”, representa una buena oportunidad para descubrir a esta comediante, hasta ahora desconocida en este hemisferio del planeta.