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2010-11-12 00:00:00

El Festival 4+1 y la necesidad de democratizar el cine

Por Joaquín Rodríguez*  

Bajo el enormemente llamativo concepto de celebrarse en cinco sedes simultáneamente, y en sitios tan lejanos como Buenos Aires, Bogotá, Sao Paulo, Madrid y la Ciudad de México, el festival 4 + 1 definitivamente apela a la impostergable necesidad de democratizar de una vez por todas la cultura haciéndola viva en cuanto rincón del mundo pueda prestarse para ello. Claro, en este caso se trata tan solo de cinco capitales mundiales de alguna manera reconocidas por su vasta oferta cultural, pero aún así, es el inicio de una propuesta que apuesta por un espíritu latino y transcontinental que verá a espectadores de cinco países accediendo simultáneamente a un menú fílmico sumamente refinado y absolutamente alejado del tipo de productos que hoy en día han podido alcanzar ya el privilegio de ser develados simultáneamente en remotos parajes del orbe.

Sí, en efecto, habla muy bien de la globalización y la tecnología el que podamos ser testigos, aquí, en China y otros 200 países, el mismo día, del estreno de la nueva aventura de Batman o Iron Man, pero es una tristeza que aún tengamos que esperar meses, o años, si bien nos va, para poder tener la posibilidad de apreciar la nueva propuesta de Agnes Varda, Alain Cavalier, Jane Campion, Mira Nair o Wim Wenders.  Peor aún,  ¿como descubrir los nombres de aquellos nuevos realizadores que buscan dotar al arte cinematográfico de un nuevo aire, una nueva vida, un nuevo espíritu? Muy a menudo tenemos que saber de nuevos autores cuando ya no son tan nuevos, o bien cuando el impacto de un premio en festivales ò algún moderado éxito mediático nos permiten acceder a alguna de sus obras.

Siempre lo he dicho frente a las criticas que ven con desaprobación la proliferación de festivales y foros de exhibición aduciendo que la oferta en demasía confunde a un publico incapaz de consumir demasiado; y sostengo de nuevo que la creación de espacios solo le da a ganar a ese publico cinéfilo, que así, tal vez por primera vez desde hace muchas décadas (por lo menos en México), podrá saciar una gula que más que llevarlo al hartazgo lo conducirá sin duda a construir un imaginario visual más rico, menos estrecho, con la posibilidad de refinar gustos y aficiones, depurando criterios, construyendo otros. Solo así podrán gestarse más universos en pantalla y, paradójicamente, los espacios no se reducirán, sino que permitirán justamente la creación de otros universos alternativos.     

Por lo pronto, en los cinco espacios alternativos y paralelos de 4 + 1, podremos acceder a doce cintas casi todas ellas desconocidas hasta ahora en México.  En lo que toca a nuevos valores está la propuesta de Mia Hansen Love, otrora critica de cine, quien con Le père de mes enfants reafirma las cualidades de su primera cinta y nos entrega un sensible retrato de un hombre de familia y de cine que debe hacer frente al fracaso profesional y al impacto que este tiene sobre su familia.

Otra segunda película, y nuevamente una historia que tiene como punto de partida una crisis familiar y la entereza demostrada por algunos de sus miembros, es la contada por el coreano So-Yong Kim en Treeless Mountain, una producción del 2008 que así como todas las otras cintas participantes en 4 + 1 ha tenido una brillante trayectoria por múltiples festivales.

Las propuestas de jóvenes realizadores continúan con títulos como Huacho, del chileno Alejandro Fernández Almendras; Salamandra, del argentino Pablo Agüero; Independencia, de Raya Martin, enfant terrible del cine filipino que con apenas 26 años de edad lleva firmados ya ocho largometrajes;   ò bien, el búlgaro Kamen Kalev, quien en su opera prima, Eastern Plays, desarrolla con notable energía la historia de dos hermanos extraviados en la soledad de las calles de Sofía. Para gran parte de la crítica, esta es la mejor película búlgara de los últimos años. 

En cuanto a la coproducción entre Francia, Inglaterra y Estados Unidos que lleva por titulo Sweetgrass, hay que destacar que sus dos realizadores, Ilisa Barbashm y Lucien Castaing Taylor han conseguido una suerte de revitalización del western mediante una narrativa documental que reseña el viaje de un grupo de pastores y sus ovejas a través de la agreste geografía del estado de Montana, en los EU, consiguiendo con ello imágenes que trascienden la etnografía para adentrarse en los territorios de la poesía.

El humor, por otro lado, también tiene un digno representante en 4 + 1, y este es el francés Alain Guiraudie, quien en su filme Le roi de L’Evasion subvierte con éxito valores morales y clichés cinematográficos para contarnos la historia de un hombre de edad madura que decide cuestionar su orientación sexual y sus relaciones familiares y sociales.  

Tocante a realizadores con reconocida trayectoria y nombre, la presencia del camboyano Rithy Panh nos devuelve a uno de los realizadores orientales mas destacados de los últimos 20 años. Su trabajo, Un barrage contre le Pacifique, es una ficción protagonizada por la eminente actriz Isabelle Huppert, y ostenta además una brillante y sutil recreación de época al narrarnos una historia ambientada en la Indochina de 1931. 

También otro brillante director que regresa a nuestras pantallas es el francés Alain Cavalier, de quien muy poco se ha visto en los últimos años, y que explora ahora en su propio pasado para ofrecernos un documental titulado Irene, tan ascético, demandante y bello como toda su obra anterior. 

El proyecto colectivo 8, como su nombre lo indica, es una recopilación de 8 cortos dirigidos por directores tan notables como Wim Wenders, Gaspar Noe, Jane Campion, Gus Van Sant , y otros, encomendados a estos creadores con el objetivo de reflexionar sobre la propuesta de numerosos gobiernos comprometidos a acabar con la pobreza en el año 2015.

Finalmente, y no gratuitamente, decidí finalizar este recuento con el extraordinario documental Las playas de Agnes, firmado por la octogenaria directora Agnes Varda, quien elabora un conmovedor recuento de su vida y obra tomando como punto de partida las playas que han sido el escenario de su existencia. Varda, no nos extrañe, pudiera ser considerada sin duda alguna la directora más joven de los aquí citados, y la vitalidad, frescura, humor e ingenio de su cinta son la prueba de ello.

4 + 1 es, pues, un festival que no tiene desperdicio, y su propuesta, insisto, solo viene a enriquecer el panorama del cinéfilo nacional. 

*Texto leído durante la presentación del Festival 4 + 1, en la Cineteca Nacional de