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2010-07-29 00:00:00

Cinecrítica: El origen (Inception), los sueños son una droga

Además, la hipótesis de que las imágenes tienen alma, parece necesitar, como fundamento, que los emisores  la pierdan al ser tomados por los aparatos. Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel.

Por Hugo Lara Chávez

El mundo de los sueños es el ámbito e instrumento que utiliza el director Christopher Nolan en el filme El origen (Inception), un thriller psicológico que propone una laberíntica intriga donde se entrevera la realidad y la fantasía, hasta el punto de que es casi imposible distinguir una de otra, como sucede con las más vívidas experiencias oníricas.  

El filme está centrado en Cobb (Leonardo Di Caprio), un experto en sofisticadas misiones consistentes en infiltrarse en los sueños de las personas para robarse valiosos secretos que sólo así son asequibles. Para ello, Cobb se sirve de un extraño aparato que le hace posible sumergirse en un sueño compartido junto a sus víctimas y a un grupo de ayudantes que se encargan de resolver aspectos logísticos del ambiente, como la arquitectura de las fantasías o las alternativas de defensa y escape contra lo inesperado.   

De esta forma, Cobb es animado por Saito (Ken Watanabe), un millonario  japonés, para realizar una misión que nunca antes se ha logrado: a través de un sueño, sembrar una idea en Robert Fischer, Jr. (Cillian Murphy), el heredero de una poderosa corporación, para que evite su expansionismo. A cambio, Cobb podrá obtener lo que más desea: regresar junto a sus dos pequeños hijos que viven en Estados Unidos, donde es perseguido por un crimen que lo atormenta.  

El director y guionista Christopher Nolan se aproxima de nueva cuenta a uno de los territorios que más le fascinan, el subconciente, un espacio que le ha dado los argumentos para formar una filmografía brillante, de lo más destacado de su generación. Así, en su obra maestra Memento (2000), Nolan describe el trayecto de un hombre con amnesia que sigue el camino de su oscuro pasado ayudado con fotos instantáneas. En el thriller Insomnia (2002), el director se asoma a la complejidad de la culpa en el caso de un policía que mata a su compañero por accidente. Y en Batman Begins (2005) y The Dark Knight (2008), define un personaje lleno de clarosucuros y de una rica textura psicológica, por encima de su coraza de superhéroe.  

Con todos estos referentes de lo que ya conforma la filmografía de un autor, El origen guarda una especial familiaridad con la primera película de Nolan, Following (1998), no sólo porque el protagonista se llama igual, Cobb, sino además porque ambos son  ladrones que, cada uno a su manera, se involucran en la circunstancia y esencia de sus víctimas.  

El Origen es un filme desafiante, construido a partir de la idea de que es posible sumergirse en varias capas de sueños, que están conectadas entre sí, que se afectan de forma inesperada, a veces por un sonido, una canción o bien por sensaciones externas. Así, el relato va saltando de una locación a otra, de Tanger a Nueva York, de una situación límite a otra, sin sosiego. A lo largo del filme, hay hermosas y poderosas imágenes, como aquella sobre una ciudad utópica que imagina el protagonista junto a su esposa, llena de rascacielos y edificios geométricos, o aquella otra donde París es doblada literalmente como una maqueta, a través de la imaginación de una joven arquitecta, que encarna Ellen Page.   

También, una de los ángulos mejor logrados, se refiere a las paradojas de este universo y al peligroso filo de los sueños, el aspecto oscuro que revela el dolor o aquello que no somos capaces de controlar, y que el relato establece a través del inquietante personaje de Marion Cotillard, lleno de contrastes, entre la belleza y el horror. En este juego de luces y sombras, de ilusiones maravillosas y quimeras que se desmoronan, la narración logra sublimar las emociones del protagonista, tanto aquellas que lo complacen como las que lo angustian. Para Cobb, el sueño se vuelve una droga, una adicción cada vez más y más exigente, agotadora y sofocante, pero necesaria para continuar adelante, como única alternativa para expiar sus culpas, redimirse y rescatar su esencia que simbolizan sus hijos, o que representa poéticamente una pirinola girando, su pequeño tótem que lleva siempre consigo para saber que ha huído del mundo de los sueños, del que se corre el riesgo de no querer despertar porque, irónicamente, pueden ser mejor que la vida.

En contraparte, hay que resaltar el estilo de un filme de acción que Nolan elige para desahogar su trama (a veces parece que estamos viendo a James Bond), pero eso le otorga coherencia al estupendo retrato de un personaje atormentado que interpreta DiCaprio (de llamar la atención el parecido con el Teddy Danniels que interpreta en Shutter Island, no sólo por su tono dramático, sino por su circunstancia trágica). Puede ser que algunas escenas de persecusiones y confrontaciones se sientan extendidas, porque la lógica del relato es enredada y el director comprende que para desanudarla se requiere paciencia y ritmo.    

Ciertamente, El Origen podría haber optado por seguir otro camino, el del surrealismo onírico, donde todo es alucinante e incoherente, donde se puede aprovechar ese capital para hacer lo más descabellado y absurdo, pero esa sería otra película (Wim Wenders lo prueba así de cierta forma en Until the End of the World, 1991) . Nolan asume con firmeza su decisión de respetar los códigos que su historia necesita, en forma de un relato de film noir, servido de recursos imaginativos y de una breve dosis de futurismo que sirven como acicates narrativos. Bajo esta textura, su fábula está más próxima a filmes como Total Recall (Paul Veroheven, 1990) o Strange Days (Kathryn Bigelow, 1995).

Algunos han llegado a comparar El origen con The Matrix (1999). Puede ser que haya varios aspectos en común, pero este filme de Nolan tiene su propio universo, sólido y original. Desde ahora es sin duda uno de los referentes clave del cine de este año, entretenido y audaz.

El origen (Inception). 

Estados Unidos, 2010. Dirección y guión: Christopher Nolan. Fotografía: Wally Pfister. Diseño de producción: Guy Hendrix. Música: Hans Zimmer. Actores: Leonardo DiCaprio, Ken Watanabe, Joseph Gordon-Levitt, Marion Cotillard, Ellen Page, Tom Hardy, Cillian Murphy y Michael Caine. Duración: 148 minutos. 

Inception spinning room