Por Hugo Lara Chávez

Incluso sobre sus limitadas virtudes cinematográficas, es imposible no sobrecogerse frente a la contundencia de las imágenes de este documental, uno de los pocos testimonio directos sobre este momento de la historia moderna que estremeció a la Ciudad de México y al país en general: el movimiento estudiantil de 1968. 

El Grito  es el resultado de ocho horas de imágenes que fueron filmadas desde el interior del Consejo General de Huelga, el órgano estudiantil que lideró las revueltas surgidas en contra de la escalada de la represión policiaca que había hecho presa de los estudiantes de las escuelas públicas, no sólo de la capital del país sino también de otras ciudades del interior. El corte final estuvo a cargo de Ramón Aupart y Leobardo López Aretche, respectivamente el editor y el director del filme, si bien varios alumnos del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, el CUEC, tuvieron una ingerencia destacada.  

El Grito es un recuento cronológico de los diferentes hechos que se encadenaron en torno al movimiento estudiantil, desde su origen, el 26 de julio, hasta su sangrienta disolución, el 2 de octubre, el día de la matanza en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlaltelolco. Para ello, el director conforma una estructura simple, en la que se van integrando los registro de imágenes de los sucesos, las manifestaciones y las marchas ordenados téoricamente por fechas, y englobados en cada uno de los meses que duró el conflicto, que hacen las veces de capítulos de la narración documental. 

Las imágenes en movimiento son complementadas por imágenes fijas, lo cual revela las limitaciones a las que se debió enfrentar el realizador, pues se hace evidente las dificultades que supuso darle coherencia a tantas horas de filmación improvisadas, a veces mal encuadradas y mal expuestas, dispersas, alejadas del foco de interés y con poco sentido del momento histórico. 

Además, una selección de textos de la periodista italiana Oriana Falacci, quien vivió el conflicto en carne propia, son añadidos en forma de testimonios mediante la voz en off de una locutora, para ayudar a clarificar la narración y darle mayor dramatismo a algunos episodios clave.  

Junto a los testimonios de Falacci, la banda sonora también se enriquece con el sonido directo de algunos mítines, centradas en las alocuciones de figuras como el rector de la Universidad, Javier Barros Sierra, o algunos discursos del presidente en turno, Gustavo Díaz Ordaz, o las declaraciones del maestro Heberto Castillo, rendidas durante su convalecencia en el hospital, después de haber sido el blanco de un atentado.  

El Grito es un documental que no se plantea esclarecer el crimen de Estado cometido en la matanza de los estudiantes, no propone alguna hipótesis sobre las razones ni los responsables que tomaron esa decisiónpero en cambio ofrece un conjunto de evidencias que se amalgaman para brindar una visión caleidoscópica en la que prima la noción de una organización colectiva y espontánea, de rostros anónimos, de muchachos comunes y corrientes que  salen a las calles eufóricos e inocentes para enfrentarse al poder oficial incapaz de manejar esta rebelión generacional, contagiada de las revueltas estudiantiles que en ese mismo año se libraban en Francia, en Estados Unidos y en otras partes del mundo. 

Como han señalado algunos de los participantes de este documental, se trata sobre todo de una obra en la que prevalece el carácter emotivo sobre el razonamiento político e histórico, es una obra visceral más que intelectual, como de pronto podría recordar a algunos de los documentales filmados por los pioneros del cine mexicano (Toscano, Abitia, los hermanos Alva), en el entorno de la Revolución mexicana.  

Por muchos años, prácticamente hasta inicios de la década de los noventas, este documental fue objeto de censura y en buena parte gracias a ello se debe el mito y la fama que lo rodean, desde luego que más que a su mediana factura. La matanza de Tlaltelolco fue uno de los temas tabúes escasamente tratados en el cine mexicano, apenas aludido en cintas como la estupenda Canoa (1975), de Felipe Cazals, o Bandera Rota (1978) de Gabriel Retes, o de forma metafórica en la historia revolucionaria de El prinicpio (González Martínez, 1973) entre otras películas de corte militante. 

Mención aparte merece otro documental de Oscar Menéndez, México 68, que recibió menor promoción a causa de su caótica hechura. Fue hasta Rojo amanecer (1989), de Jorge Fons, en que por vez primera el tema se aborda frontalmente, a pesar de que fue motivo de sendos cortes y de la resistencia inicial de las autoridades para exhibirla, rápidamente vencida por la inercia del clima político. 

También, sobre el periodo de la llamada guerra sucia, en fechas más recientes el asunto fue abordado en la interesante cinta ¿De qué lado estás? (Eva López Sánchez, 2001) y Cementerio de papel (Mario Hernández, 2008), en un momento más oportuno para tratar el tema en virtud de la reapertura del debate público sobre ese negro episodio de la historia de nuestro país.  

El Grito 

Director: Leobardo López Arretche. Año: 1968-1970. Estreno: 23-06-76. País: México. Producción: Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México, Departamento de Actividades Cinematográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Guión: Textos: Oriana Fallaci, Consejo Nacional de Huelga. Fotografía: Leobardo López Arretche, Roberto Sánchez, José Rovirosa, Alfredo Joskowicz, Francisco Bojórquez, Jorge de la Rosa, León Chávez, Francisco Gaytán, Raúl Kamffer, Jaime Ponce, Federico Villegas, Arturo de la Rosa, Carlos Cuenca, Guillermo Díaz Palafox, Fernando Ladrón de Guevara, Juan Mora, Sergio Valdez, Federico Weingartshofer. Sonido: Rodolfo Sánchez Alvarado. Grabación: Paul Leduc, Raúl Helmmer, Rafael Castanedo. Regrabación: Ingeniero, Salvador Topete. Edición: Ramón Aupart. Duración: 120 minutos. Intérpretes: Voces: Magda Vizcaino, Rolando de Castro.