Publicado: 11 de diciembre de 2006

Por Hugo Lara Chávez

El grupo Nuevo Cine fue un parteaguas en el cine mexicano, porque su aparición motivó una reflexión al respecto de los problemas que aquejaban a la industria. Aunque muchos miembros del medio subestimaron sus consignas, algunos otros no tuvieron más remedio que aceptarlas y sumarse a la idea de que urgía un cambio dentro del cine mexicano. Esta idea se fue extendiendo a lo largo de esa década, en gran medida porque cada vez era más difícil ignorar la decadencia del esquema vigente, así como tampoco pasar por alto los logros que estaban obteniendo esa nueva corriente, encarnada por realizadores como Luis Alcoriza con, por ejemplo, Tiburoneros (1962), o como Jomí García Ascot y su cinta En el balcón vacío (1961), un intenso relato sobre el exilio español que, a pesar de haberla realizado bajo la precariedad de recursos del cine independiente, había podido obtener un premio en el Festival de Locarno.

También en esos años Buñuel realizó sus dos últimas obras mexicanas: El ángel exterminador (1962) y Simón del desierto (1964), aunque presumiblemente su obra más valiosa de aquellos años fue Viridiana (1961), una coproducción de México y España que desató una fuerte polémica en ese entonces. Viridiana fue producida por el mexicano Gustavo Alatriste y rodada en la España de Franco. Buñuel regresaba a su patria luego de veinte años de exilio. Muchos temieron que la aventura de Buñuel en la España franquista fuese una debilidad del realizador aragonés. No fue así. Buñuel burló la rígida censura española para realizar una de sus mejores obras, un filme hermoso, controvertido e iconoclasta. La película fue prohibida en ese país, pero su promoción internacional y su posterior éxito eran ya inevitables.

Un suceso importante ocurrió en el año de 1963: la fundación del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC). El CUEC dependía del Departamento de Actividades Cinematográficas, de la Dirección General  de Difusión Cultural de la UNAM, aunque posteriormente, en 1971, adquiriría independencia administrativa y calidad de centro de estudios universitarios dentro de la misma Universidad. Uno de los principales promotores de la formación del CUEC fue Manuel González Casanova, de hecho fue su primer director, y quien igualmente había contribuido para la integración de la Cinemateca de la UNAM. Entre la nómina de profesores en su primer año figuraron Emilio García Riera, José Revueltas, Federico Cervantes, Gloria Schoemann y Walter Reuter. Dentro de las primeras generaciones de estudiantes del CUEC se inscribieron algunos futuros cineastas que descollarían dentro de la industria: Jorge Fons, Esther Morales, José Rovirosa, Raúl Kamffer, Alberto Bojórquez, Jaime Humberto Hermosillo, Marcela Fernández Violante, Alfredo Joskowicz, Fernando Gou, Maximiliano Vega Tato y Rubén Broido.

Como quiera que sea, ni los esfuerzos del grupo Nuevo Cine, ni el CUEC, ni la búsqueda de otras rutas independientes del quehacer cinematográfico, estaban lo suficientemente maduros para impedir el decaimiento de la industria. La producción regular venía menguando desde los años 50. Así por ejemplo, en 1963 se produjeron 86 películas, de las cuales sólo 41 largometrajes eran de los que se llamarían producción regular, es decir, realizadas según las normas convencionales impuestas por el Banco, las distribuidoras y el STPC. Treinta películas más eran las denominadas series, cintas construidas con base en episodios que fabricaba el STIC en los Estudios América, es decir, cortometrajes unidos para formar un largometraje. El resto eran coproducciones, cintas independientes o rodadas en el extranjero.

El número de producciones regulares era en efecto muy bajo y amenazaba con serlo aún más porque los productores, como desde hacía varios años, estaban decididos a reducir sus costos y para ello se las arreglaban para librarse, a través de ingeniosos artificios, de los calamitosos requisitos del STPC. Por esa razón, como se señaló anteriormente, los productores preferían filmar en el extranjero o fuera de los estudios o con el STIC. Como es de advertirse, todo eso hacía mella en el STPC, pero sobre todo en la Sección de Técnicos y Manuales que jefaturaba Jorge Durán Chávez, pues las otras secciones del sindicato (particularmente las de actores y directores) recibían tajadas de las producciones del STIC.

Por lo anterior, la Sección de Técnicos y Manuales se inconformó e invocó de nueva cuenta el laudo presidencial de 1945, que confería sólo al STPC el derecho de realizar largometrajes, el mismo laudo que las secciones de actores y directores sólo recordaban cuando les convenía, aunque generalmente les convenía no recordarlo. Esto fue motivo de acres enfrentamientos intergremiales, entre las secciones de Técnicos y Manuales y las de directores y actores, esta última encabezada por Rodolfo Echeverría*, quien también era el secretario general del STPC. Ese pleito se extendió al resto de la industria y en él tomaron parte, para conjurar las amenazas de huelga, la Asociación de Productores a través de sus representantes: Alfonso Rosas Priego, Abel Salazar y Gregorio Wallerstein.

A fin de cuentas, el descontento de la infantería del STPC fue paliado a través de un acuerdo confeccionado con resoluciones estériles o vulnerables, que prolongaban la desventajosa situación sindical pero bajo términos maquillados. El convenio, pactado entre el STPC y los productores, "garantizaba un mínimo de 135 semanas de rodaje al año y 120 de trabajos de construcción en los estudios; se eliminaban a 270 trabajadores sobrantes, que debían ser indemnizados por ello, se reducía al personal de cada película en un 50% después de la segunda semana de filmación y se establecía la semana de trabajo de seis días (los sábados sólo se laboraría de las  a las 15 horas)".[1]

Sin embargo, el ánimo en el seno del STPC no mejoró. Los conflictos internos dieron pie a la realización del Primer Concurso de Cine Experimental al que convocó la Sección de Técnicos y Manuales en 1964. El hecho de que haya sido esta sección la convocante, se debió en gran parte a que ésta usaría al certamen como una cuña para lacerar la dualidad de posición de las secciones de actores y directores, sin lugar a dudas los más favorecidos por la política de puertas cerradas y, además, cómplices de la desleal competencia del STIC.

 

* Rodolfo Echeverría. Su nombre artístico era Rodolfo Landa. Fue actor de cuadro en numerosas películas mexicanas, y alternó con figuras como Pedro Infante. Era el hermano de Luis Echeverría, futuro presidente de México (1970-1976) que en aquel entonces era subsecretario de gobernación. Debido a este parentesco, por esa época se decía, con cierta euforia oficialista, que Luis Echeverría era el "jefe nato" del cine mexicano.

D.R. HUGO LARA 1996

[1] GARCIA RIERA, Emilio. HISTORIA...  Op. Cit., Vol. 11. p. 251 y 252