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2019-12-06 00:00:00

Crítica: «Luciérnagas»: Fronteras líquidas

Por Lorena Loeza

El tema de las migraciones en el cine, puede que de inicio no nos resulte novedoso ni excepcionalmente atractivo. Sobre todo, tomando en cuenta que vivimos realidades que empujan a las personas a dejar sus casas y sus familias para buscar una vida distinta, en la esperanza de que también sea mejor. Los encuentros de personas con grupos, culturas, religiones o ambientes que de entrada les parecerían ajenos, es un asunto al que el cine le ha dedicado muchas historias, no sólo en México sino en todo el mundo.

En el caso de nuestro país, el tema casi siempre se aborda a partir de la migración méxico-norteamericana, por razones comprensibles. Esta forma de vida entre dos naciones vecinas, toca las fibras sensibles de muchas personas en ambos lados de la frontera, por lo que hay innumerables historias que contar.

Sin embargo, en esta ocasión se trata de una historia muy diferente, incluso ubicada fuera de los escenarios habituales, como podrían ser nuestras fronteras al norte o al sur. Bani Khoshnoudi —director y guionista de “Luciérnagas” (2018)— nos coloca en el puerto de Veracruz y nos presenta a Ramid (Arash Marandi) un joven inmigrante iraquí que llega a nuestro país aunque su intención no es quedarse aquí, sino seguir su camino hasta Grecia o Turquía.

Pero, contrario a lo que pudiera pensarse, la película no gira  solamente en torno a Ramid y su compleja travesía. La historia nos presenta otros personajes, algunos también de paso y otros en busca de su propia frontera interior. La chica del hotel donde vive Ramid (Edwarda Gurrola)- y que le da clases de danzón y español- es también ese tipo de personaje que vive entre lo que fue y lo que puede ser, sin definir para ello una ruta concreta. En realidad son él y ella quienes construyen el relato, describiendo trayectorias que se tocan, pero no caminan juntas.

Veracruz se convierte entonces el escenario ideal para personajes como éstos, que aunque confluyen en el mismo punto, miran hacia horizontes diferentes, estando en límite del mar y con sus propios sueños como una meta lejana. Al final no sabemos mucho de ellos y ellas, excepto lo que necesitamos saber para que la historia funcione. Y es por ello que la cinta no ofrece más que momentos, en ruta hacia un final que no es ni feliz, ni resolutivo, solo fluye. El término de un tramo en el camino y nada más, enmarcado en una frontera de agua.

Una dirección sin prisas y un cuadro joven de actores —que incluye además de los mencionados a Luis Alberti e Ishbel Bautista— logran una cinta efectiva, que cumple con el objetivo de dar vida a las aspiraciones de sus diferentes personajes, que se perciben perdidos en sí mismos y aferrados al sueño de llegar a otra parte.

“Luciérnagas” tiene además el enorme mérito de conjuntar distintas expresiones de la diversidad, y no sólo a través de la obvia expresión de la sexualidad. Edades, géneros, nacionalidades, miradas, aspiraciones distintas, coexisten en Veracruz y a la orilla del mar. Y sin enarbolar el discurso de la inclusión, nos muestra tímida y sutilmente que este es un mundo complejo – incluso en su simplicidad- en que al fin y al cabo podemos caber todos y todas.

Director: Bani Khoshnoudi Guión: Bani Khoshnoudi. Productor: Elsa Reyes, Bani Khoshnoudi, Athina Rachel Tsangari, Israel Cárdenas, Laura Amelia Guzmán. Dirección de arte: Florent Vitse. Fotografía: Benjamin Echazarreta. Edición: Gil Gónzalez Penilla, Miguel Schverdfinger. Compañía productora: Zensky Cine, Haos Film, Foprocine, Aurora Dominicana. Música: - Sonido: Felix Blume, Javier Umpierrez, Jaime Baksht, Michelle Coutollenc. Reparto: Arash Marandi, Flor Eduarda Gurrola, Luis Alberti, Eligio Meléndez, Ishbel Mata, Eduardo Mendizábal, Uriel Ledesma. País: México|Grecia|República Dominicana