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2019-12-04 00:00:00

Crítica: «Entre navajas y secretos», una exquisita comedia negra

Por Miguel Ravelo

El “whodunnit?” (¿quién lo hizo? o ¿quién es el culpable?) es un subgénero de las historias criminales y detectivescas que nunca ha dejado de estar presente en las novelas y películas de misterio e intriga de todas las épocas. Hay un especial encanto en que una novela o una cinta coloque a los espectadores en el papel del detective privado, brindándole claves tan ingeniosas como distractoras y llevando al público a romperse la cabeza intentado descubrir la identidad de un misterioso asesino, hasta que sus conclusiones provocan la delicia de las audiencias dando finales sorprendentes e inesperados. Inclusive se ha buscado llevar el whodunnit a explorar géneros distintos a los que podrían considerarse los naturales, y esta clásica forma de narrar historias de misterio ha probado que sus tramas pueden estar ligadas, sin problema alguno, a exitosas y queridas comedias como “¿Quién engañó a Roger Rabbit?”, de Robert Zemeckis, o “Clue”, de Jonathan Lynn, cinta basada en el popular juego de mesa ubicado en una lúgubre casona inglesa.

Por supuesto, al hablar del whodunnit y el género detectivesco es imposible ignorar dos nombres fundamentales: Agatha Christie y Arthur Conan Doyle. Sus novelas han servido de inspiración a incontables adaptaciones y el cine no se ha quedado atrás. Son ya legendarias las interpretaciones que hicieran Albert Finney (“Asesinato en el Expreso de Oriente”, de Sidney Lumet) y Peter Ustinov (“Muerte en el Nilo”, de John Guillermin y “Maldad bajo el sol”, de Guy Hamilton) del célebre Hercule Poirot de Christie; por su parte, el tremendamente popular Sherlock Holmes también cuenta con grandes adaptaciones al celuloide en donde ha sido interpretado por Peter Cushing (“El sabueso de los Baskerville”, de Terence Fisher), Robert Stephens (“La vida privada de Sherlock Holmes”, de Billy Wilder) o Michael Caine (“Sin lugar a dudas”, de Thom Eberhardt). Holmes y Poirot encarnan el ejemplo perfecto del detective protagonista del whodunnit, y afortunadamente su legado y aventuras continúan inspirando a guionistas y realizadores ansiosos de adentrar a los espectadores en tramas clásicas de misterios y asesinatos, como lo demuestra la película que hoy nos ocupa.

Este fin de semana se estrena en salas comerciales,la más reciente propuesta detectivesca en toda la extensión de la palabra. Dirigida por Rian Johnson (“Star Wars: Los últimos Jedi”), “Entre navajas y secretos” (Knives out, 2019) retoma y trae a la época actual varios de los elementos que se volvieran clásicos en las obras mencionadas anteriormente. La gran casona, una muerte misteriosa y muchísimos sospechosos. Y es aquí en donde se encuentra uno de los principales atractivos de la cinta: su reparto es, por decir poco, espectacular. Christopher Plummer, Daniel Craig, Jamie Lee Curtis, Toni Collette, Ana de Armas, Michael Shannon, Chris Evans, Don Johnson y hasta un par de breves apariciones de Frank Oz y M. Emmet Walsh.

La película se desarrolla principalmente en la enorme mansión Thrombey, en la que se celebra el cumpleaños del patriarca Harlan Thrombey (Christopher Plummer), quien se volviera millonario gracias a sus exitosas novelas de misterio, las que lo llevarían a fundar todo un imperio literario. Rian  Johnson, también guionista de la película, aprovecha el festejo para introducirnos al resto de los miembros de la familia Thrombey, dejando claro que cada uno de ellos es un parásito que vive lujosamente gracias a su padre y que, en mayor o menor medida, a cada uno le resultaría conveniente si por un desafortunado incidente, Harlan muriera. Así conocemos a los hijos de Harlan (Jamie Lee Curtis, Toni Collette y Michael Shannon), sus parejas e hijos (Don Johnson, Chris Evans, Katherine Langford y Jaeden Martell), y los nunca faltantes agregados familiares. Y entre todas estos personajes se encuentra Marta Cabrera (Ana de Armas), inmigrante que durante años ha sido la enfermera de Harlan, su confidente y más cercana compañía, y a quien el resto de la familia, con bondad y honestidad que rayan en la hipocresía, siempre ha considerado como una más de ellos.

La fiesta termina con los habituales incidentes incómodos en una familia de este tipo, y a la mañana siguiente, la ama de casa se encuentra con una sorpresa espeluznante: Harlan está muerto en su estudio, con la yugular abierta y una nota suicida a su lado. Las pistas han sido develadas; el arranque está listo, las piezas están puestas y a este tablero de ajedrez solamente le falta uno de los elementos fundamentales del género: el ingenioso y suspicaz detective. Entra en escena el genial Benoit Blanc (un divertidísimo Daniel Craig), detective superestrella que jamás pierde un caso, con una agudeza extraordinaria y cierto deseo de esconder que la mayoría de sus ingeniosísimas conclusiones son producto de la casualidad y hasta de la torpeza.

Entre momentos de misterio aderezados con una bienvenida comedia negra, Benoit Blanc comienza a interrogar a los miembros de la familia, dándose cuenta de que tal vez el suicidio es un engaño y que cada uno de ellos podría ser el culpable. Johnson dirige con agudeza y ritmo, consiguiendo contagiar al espectador del entusiasmo detectivesco que es la columna vertebral del género, dando pistas que pudieran ser falsas, sugiriendo detalles que podrían resolver el enigma y dando a sus personajes sus merecidos momentos estelares. Lo anterior es notable, considerando el peso de los actores involucrados. Cada uno brilla por sí solo y en conjunto tienen momentos que suelen llevar a abiertas carcajadas. Son especialmente deliciosas las secuencias en las que los personajes de Jamie Lee Curtis y Toni Collete, como buenas hermanas millonarias, discuten sobre sus privilegios y relación con su padre. Merece especial atención Ana de Armas, quien protagoniza la historia y consigue mantenerse firme y soportar el peso de todos los monstruos de la actuación junto a los que comparte cuadro.

El guion es ácido e inclusive se permite abordar y criticar el racismo e hipocresía de la familia millonaria en su relación con los empleados de la casa. Además, es lo suficientemente competente para lograr, al mismo tiempo, abrir un número importante de subtramas y caminos posibles, sin jamás perder el hilo narrativo, y desenvolviendo con claridad los muchos enredos que fueron tejiéndose en su desarrollo. Tal vez se le pueda criticar a Johnson alargar demasiado el misterio, perdiendo un poco el ritmo conseguido hacia la última parte de la cinta. Sin embargo, su reparto -especialmente el detective de Craig-, sostienen la historia hasta que nos lleva a una conclusión sorprendente e hilarante a partes iguales.

Es difícil saber si en estos tiempos de redes sociales en los que ya ningún secreto puede guardarse, será posible que el público llegue a la sala sin conocer el resultado del misterio. De ser así, se encontrará con una muy divertida comedia que respeta y reconoce sus influencias, llevando nuevamente el corazón de los grandes misterios clásicos al mundo del blockbuster.