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2019-01-12 00:00:00

Crítica: «Belzebuth». El diablo se traslada a la frontera

Por Frida Jasso

“Belzebuth” es la más reciente película del director mexicano Emilio Portes, que se estrena este fin de semana. Es una película que lleva años en producción, en la que hubo un trabajo arduo no sólo en el rodaje sino también en la postproducción, pues el filme requirió un esfuerzo importante en efectos visuales, diseño sonoro y otros aspectos, los cuales puden apreciarse muy bien en pantalla.

Portes, que suele desempeñarse como director y guionista como aquí ocurre, tiene en su haber películas importantes como su opera prima “Conozca la cabeza de Juán Pérez”  (2008) y “Pastorela”(2011), con la que ganó siete Arieles, incluyendo mejor película, mejor guión y mejor director. Posteriormente dirigió “El crimen del cácaro Gumaro”, curiosa comedia que cuenta con reiteradas referencias al cine mexicano contemporáneo.

Independientemente de los premios, Portes ha mostrado sobre todo en sus dos primeras películas gran habilidad por el cine de género, un cine que puede llegar a ser popular y taquillero , con dinamismo, cierto exotismo y bastante humor. Al mismo tiempo, es consistente en el sobresaliente desarrollo visual y estético de sus historias, en el que trabaja personalmente desde sus minuciosos story-boards hasta el trabajo que complementa con su fotógrafo (Ramón Orozco, con el que colabora por lo regular) y los directores de arte.

El caso de “Belzebuth” es probablemente su proyecto más arriesgado del que sale muy bien librado.  Es un thriller con elementos paranormales.  Trata sobre la historia de  Emmanuel Ritter (Armando Cossío), un policía de una ciudad fronteriza del norte de México, que se enfrenta a una serie de asesinatos masivos de niños,  uno de ellos que lo involucra personalmente. Lo insólito de los sucesos lo obliga a trabajar con Ivan Franco (Tate Ellington), un agente gringo especializado en lo paranormal. Juntos siguen la pista de un misterioso sacerdote expulsado de la Iglesia y se enfrentan a una presencia diabólica que persigue algo. Esta asociación de policías hace que el filme sea bilingüe, español-inglés, lo que también permite pensar que "Berlzebuth" puede alcanzar un mayor mercado fuera de México, principalmente en Estados Unidos.

El desarrollo de la trama nos lleva por un itinerario constante de horror y paranoia, de sorpresas y angustia. Es una historia emparentada con películas como “Se7en” (David Fincher, 1995) y con otras que han explorado el contacto humano con fuerzas diabólicas, incluyendo "El bebé de Rosemary" (Rosemary Baby´s, R. Polansky, 1968), "La Profecía" (The Omen, R.Donner, 1976) y clásicos mexicanos como “Alucarda, la hija de las tinieblas” (Juan López Moctezuma, 1978).

Portes tiene el acierto de construir la tensión basado en el suspenso y el terror psicológico, más que en pegar sustos (que también lo hace).  La construcción de este terror ocurre a partir de la transformación del protagonista y sus encuentros con manifestaciones y presencias paranormales (hay que destacar la gran escena de un cristo que habla). En general, hay varias secuencias bien diseñadas y ejecutadas que quedarán para el recuerdo, como la masacre en una alberca pública o en una escuela. Hay que tener el hígado blindado para verlas. No cualquier público es apto de enfrentarse a estas imágenes

“Belzebuth” es una película imprescindible para los amantes del género. Refrenda la capacidad de Portes para manejar los códigos del género y darles un giro. Incluso, a pesar de algunos defectos y de ciertos lugares comunes, la película se sostiene con buen ritmo y mantiene la atención de principio a fin.