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2018-08-01 00:00:00

Dinastía Buñuel: la tercera generación

Por Arturo Garmendia

Cuestión de genes

En los primeros años 60 Juan Luis Buñuel desposó a Joyce Ellen Sherman, una joven neoyorquina nacida el 20 de octubre de 1941. Sus padres eran inmigrantes judíos, originarios de Rusia; pero asentados en principio en España, donde el progenitor combatió en las Brigadas Internacionales, durante la Guerra Civil española. El nuevo matrimonio radicó alternativamente entre México y Madrid, hasta establecerse finalmente en París  a principios de los años 60.

Por entonces Juan Luis había iniciaba su carrera como asistente de director, y Joyce se le unió en el medio, desempeñándose primero como escritora de programas y series de televisión. Asistió a su marido en el rodaje del documental Calanda (1967).

El matrimonio tuvo tres hijos, el más pequeño de los cuales, Diego, nació en 1975. Al año siguiente Juan Luis y Joyce se divorciaron. En 1978 Joyce, quien conservó el apellido de su marido, debutó como realizadora cinematográfica con el filme La yegua de vapor, inscrito en la corriente de cine feminista, que recién comenzaba. Se mantuvo activa en el mundo de la televisión y no fue sino hasta el año 2000 que filmó su segunda película, Salsa!, y en 2002 la última, Soltera otra vez.

Entonces su hijo Diego tomó el relevo. Había marchado a Estados Unidos para estudiar periodismo y ciencias políticas, en la Universidad del Chicago, y trabajado en varios periódicos, en Nueva Orleans, San Francisco, Miami y Chicago. En el año 2000 regresó a Francia para hacer su servicio militar y fue destinado a Bosnia, lo que lo llevó a especializarse en periodismo de guerra. Así cubrió acontecimientos como el atentado del 11 de septiembre en Nueva York, la intervención estadounidense en Afganistán, acompañó a una unidad de marines norteamericanos en misión d Kuwait a Bagdad durante la invasión de Irak y otras cincuenta historias.

Diego atribuye a su trato con periodistas de guerra su vocación, relatando que “Cuando tenía catorce, quince años, acudían a mi casa, donde siempre se organizaban cenas con intelectuales y periodistas, dos corresponsales de guerra, del New York Times y del Washington Post, que me contaban sus experiencias en el Líbano, en Vietnam… Para mí eran historias fantásticas –siempre he tenido una fascinación con la guerra, no sé por qué, especialmente la segunda guerra mundial–, y así empecé a tener ganas de ser corresponsal”. 1

Hijo de dos directores cinematográficos y nieto del genio surrealista, concede que su infancia fue privilegiada. “Siempre había gente interesante en nuestra casa”, incluyendo a Charles Chaplin, Alfred Hitchcock, Umberto Eco o George Cukor, y  si bien eso tenía su contraparte. “Fui un chico solitario por muchos años, porque viví en un mundo adulto. A menudo no entendía de qué estaban hablando, pero de cualquier modo era mucho más emocionante que manejar a la escuela”. 2

Pero entre actores, intelectuales y directores, como se estableció, también pasaron por la sala de su casa en París corresponsales extranjeros que sembraron, en la casa del surrealismo, la semilla del realismo,

 “Tenía 14 años y me contaban acerca de Líbano, acerca de Vietnam… Yo había crecido en un mundo de ficción y de repente aquí estaban estos dos cuates narrando historias a cual más de locas, pero todas ellas eran reales. Eso realmente me interesó, y quise saber exactamente qué era la realidad. En ese momento se había aceptado que un joven Buñuel debía entrar en el negocio de la familia. Yo mismo lo pensaba; tenía planeado ser actor. Pero ahora quería ser periodista”. 3

Pero también había otra influencia: “De mi abuelo guardo intensos recuerdos de las navidades y veranos que pasábamos con él, aunque murió cuando sólo tenía ocho años. Me hubiera gustado haber estado con él por lo menos hasta los 14 años; porque sé que así me perdí muchas cosas… no tenía la facultad de comprender muchos de las  ideas que me transmitía. Pero sí sé que me pasó su obsesión por los insectos y las armas. Nunca he cazado ni disparado a ningún ser vivo, pero desde pequeño he sentido atracción por todo lo que implican las armas. Con ocho años ya estaba fascinado con la Segunda Guerra Mundial.


Con el abuelo… y una pistola.
 

“A él le fascinaban las armas –añade-.  Es posible que por esa razón a mí también l[risas]. Tenía una colección de veinte rifles, diez pistolas, y cuando yo era niño me las enseñaba en su oficina o nos íbamos a disparar. Un arma es excitante: hace ruido, tiene un olor particular, puedes tocar algo a veinte metros, de un disparo…
“También me llevaba a Teotihuacán, a las pirámides, para buscar viudas negras, escorpiones y cosas así, porque a él le encantaban los insectos…” 4

El explorador

Tras un tiempo como cronista de sucesos para periódicos estadounidenses y seis años de corresponsal de guerra para el canal 2 de la televisión pública francesa, el joven Buñuel se dio cuenta de que los informes internacionales de prensa, de los cuales él también solía formar parte, tendían a enfocarse en los peores titulares posibles. Por lo tanto, él decidió embarcarse en un esfuerzo más bien inusual: hablar acerca de algunos países tratados por los medios, pero en lugar de sólo atender el mismos tipo de historia básicas “negativas”, intentó ver más allá para tener una visión más completa de la gente de dichos países, de su cultura y de los intereses populares comunes que se elevan por encima de los reportes de prensa diarios enviados por las principales agencias de noticias occidentales.

“En realidad –sostiene- cuando hablamos de que un país es peligroso, lo que lo hace así es sólo un 10% de sus habitantes, que son los que siempre salen en la prensa. Y esa manera de enfocar el periodismo, centrándonos en ese 10%, creo que es un error tremendo, porque distorsiona la realidad. Y la realidad no es blanca ni negra, tenemos que enseñar toda la gama de grises". Su lema es atender a la gente corriente; intenta romper estereotipos a través de ellos; proyectar la intrahistoria más que la historia que componen políticos y militares. “Haciendo caso a ese 90%, cuenta cómo las sociedades son más tolerantes (y contradictorias) que los esquemas herméticos (y propagandísticos) de sus gobernantes”. 5

Durante unos diez años, Buñuel recorrió el mundo para la televisión francesa, cubriendo varios países como lugares conflictivos alrededor del globo. Y cada vez que salía al extranjero para realzar uno de sus reportajes, decía a la oficina de su equipo de producción en París “No le digan a mi madre que estoy en X, eso la pone realmente nerviosa”. Así nació el programa, patrocinado por National Geographic, que lo muestra deteniéndose en los sitios considerados como los más peligrosos del globo terráqueo.

En el programa, Buñuel comenta “Viajar es mi pasión. Estoy fascinado por las memorables historias que cada país tiene para ofrecer. Fue este deseo el que me guio a viajar por el mundo (a Paquistán, Venezuela, Irak) buscando y encontrando a gente fascinante a lo largo del camino. Fue una gran travesía, a veces viajando a lugares peligrosos, lo cual es el por qué nunca le dije a mi madre dónde estaba viajando”. 6

No le digas a mi madre

La yuxtaposición era un procedimiento era un procedimiento habitual de su ilustre abuelo. “Él solía usar el humor para criticar a la religión, la burguesía, la hipocresía, el comportamiento social en un contexto surrealista. Yo lo uso para criticar a las dictaduras, la violencia y la opresión en medios hiperrealistas. En ambos casos, tomamos el humor como una espada para combatir las cosas que hieren a la gente.

“En los medios hay una cultura de “los buenos y los malos”, y no puedes ser más sutil, tienes que ser blanco o negro. Pero el  mundo es gris. ¿Qué es Afganistán? Burkas, Talibán y opio. ¿Qué es Colombia? Cocaína, secuestros y FARC. El mundo ha sido reducido a tres ideas básicas por país. La cobertura mediática, en vez de abrirnos el mundo nos lo ha cerrado y nos intimida más de lo necesario. Por eso trato de encontrar pequeñas historias que nos muestren un panorama más grande.

“Por ejemplo, en Bagdad, yo podría ir y filmar otro coche bomba, pero ya hemos visto millones de ellos; y como decía Stalin, un millón de muertos es estadística. Así es que ¿cómo le haces para que planear el tema a un nivel en el que la gente, en sus hogares, pueda entender la realidad?”.

Desde el punto de vista de Buñuel, hay que enfocarse no en los miles de cuerpos destrozados, sino en sus ropas no reclamadas en las tintorerías: “Una imagen más poderosa es un enorme cuarto lleno de ropa de niños, mujeres, sacerdotes, ancianos… gente que nunca volverá por ella. Así es que, en esa tintorería, entiendes que la muerte es todo lo que cuenta en Irak.

“Ese es mi trabajo: tratar de llevar crueles realidades a un nivel donde se pueda entender las esperanzas, éxitos o fracasos de otras personas. Eso es más motivador que decir, simplemente ‘Hoy centenares de gente murieron’. Sí, es terrible, pero si eso es todo lo que puedes decir, no has dicho nada.

“El periodista debe ofrecer salidas, no presentar continuamente la realidad como un callejón sin salida, como el fin del mundo, algo a lo que nos tiene acostumbrados la prensa. Parece que cada día se va a acabar el mundo. Yo me siento como un trovador, alguien que va contando pequeñas historias con las que todos los seres humanos se pueden sentir identificados. No soy un notario que certifica de una manera fría los grandes hechos. No. Soy un trovador. Y no hay profesión más bonita en el mundo que la de contar historias. Y debemos saber contarlas, aportar perspectivas distintas.

Vivimos en una época de transición, de adaptación a los nuevos formatos que nos ha traído Internet; pero el periodista no desaparecerá. La sociedad siempre necesitará gente que le sepa contar historias con una ética.

“En cuanto a mis orígenes: hay dos cosas que puede hacer un apellido: aplastarte o darte ganas de ser mejor, en este caso que el abuelo. Y eso fue lo que pasó. Yo veía en la casa del abuelo todos los premios que había ganado y me dije que no podía hacer cine, porque él ya lo hizo todo. (Además, mis padres también se dedicaron al cine.) Enseguida pensé que tenía que abrir mi propia ruta. Hago periodismo, que es mi carrera, y estoy muy orgulloso de mi abuelo y de mi apellido, pero también construí mi nombre, que es Diego. Buñuel, pero Diego”. 7

 

NOTAS

(1)  Yaiza Santos. Diego Buñuel, periodista. En http://www.letraslibres.com/mexico-espana/diego-bunuel-periodista
(2) Cit. en Jonathan Gornall. En la vena de Buñuel: Diego Luis Buñuel. En https://www.thenational.ae/arts-culture/in-the-bu%C3%B1uel-vein-diego-luis-bu%C3%B1uel-1.542976
(3) Ibid.
(4) Yaiza Santos. Ibid
(5) Cit en Rafael Ruiz. El Buñuel explorador, en https://elpais.com/diario/2009/06/14/eps/1244960810_850215.html
(6)  Ibid
(7)  Jonathan Gornall, Op. cit.


Foto: El País