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2018-05-18 00:00:00

Cannes 2018: Los 50 años de la Quincena de Realizadores y el legado de Pierre-Henri Deleau

Por Jean-Pierre García
En exclusiva desde Cannes

Todos los cinéfilos saben que en el famoso año 1968 se suspendió el Festival de Cannes unos cuatro o cinco días antes de la clausura. Hubiera sido difícil llegar a su terminación de todos modos pues más de la mitad de los jurados (Román Polanski, Louis Malle, Mónica Vitti, Terence Young…) habían renunciado a deliberar, pues muchos directores habían pedido que salieran de la competencia sus películas (Carlos Saura, Alain Resnais, Jan Nemec, Milos Forman, Claude Lelouch, Salvatore Sampieri, Richard Lester, May Zeterling…). Y todo esto para apoyar a los estudiantes y los obreros que estaban en huelga general. Se había armado un debate permanente en pleno festival hasta la famosa escena en que se vio a Godard y varios otros pelear para impedir que se levantara la cortina del Palacio del Festival.

También vale la pena de recordar que el viernes 10 de mayo, día de la inauguración de Cannes 1968, mientras se mostraba una copia restaurada de “Lo que el viento se llevó” (Gone with the Wind), en París había muchos heridos a manos de la policía y la guardia civil francesa. La violencia de aquella noche provocó un paro general en todo el país y empezaron las huelgas por todas partes.

Antes de hablar del nacimiento de la Quincena de Directores, consecuencia directa de las asambleas de cineastas y especialistas de los varios oficios del cine, se tiene que evocar que aquel año había empezado de modo muy agitado el mundo del cine, en virtud del famoso “affaire Henri Langlois”. El 9 de febrero de 1968, el consejo de administración de la Cinemateca Francesa donde había varios representantes de los ministerios de la cultura y de finanzas públicas, decidieron la salida de Henri Langlois de su puesto de director. De inmediato designaron otro director, listo para obedecer a las órdenes de los financiadores publico de la cinemateca francesa. Así que este golpe echaba fuera al fundador histórico, al “padre” de tantos cinéfilos y directores , el hombre quien desde los años 30  había rescatado miles de copias del cine mudo francés e internacional, el hombre que siguió su oficio durante la guerra y la ocupación alemana… Hombre genial y generoso, hombre que apoyó a tantos jóvenes, locos de cine pero nunca tan locos como él. Del talento y la mirada sobre el cine de Henri Langlois habían heredado muchos jóvenes, y entre tantos los de la famosa Nouvelle Vague, la nueva ola que se desarrolló también en tantos países.

No se imaginaba el gobierno francés cuyo ministro de Cultura era el gran escritor André Malraux, que se iba a armar un enorme lío, incluso a nivel internacional.  Durante el mismo consejo de administración que quería votar la salida de Langlois, muchísimos miembros de la Cinemateca se negaron a pensar en aquella idea. François Truffaut y varios otros furiosos salieron de la reunión. A la par de que el director nombrado por el ministerio entraba en la oficina de Henri Langlois y hacía cambiar de inmediato las llaves, empezaban en París reuniones y firma de peticiones. En unas horas recibieron los jóvenes directores o cinéfilos un sin numero de telegramas de apoyo y de firmas de peticiones entre los que se hallaban figuras como Fritz Lang, Akira Kurosawa, Charlie Chaplin, Abel Gance, Orson Welles, Roberto Rossellini… Se constituyó un comité de defensa de la Cinemateca y se organizaron varias manifestaciones.  Casi todo el cine francés se movilizó, tanto las estrellas como directores, técnicos, actores… Todos los días o casi, los grandes diarios franceses publicaban textos muy duros. El gabinete del primer ministro se dio cuenta que habían cometido un error fatal pues el mundo de la cultura estaba apoyando al cine y a su “catedral  y corazón vivo, la Cinemateca”. El 22 de abril, casi tres meses después, el ministerio de la cultura y el gobierno tuvieron que apoyar la vuelta de Langlois en su puesto. Se vengaron cortando mucho de los apoyos a Langlois pero tuvieron que dejar al padre del cine en su casa.

Cuando llegó el mes de mayo, muchos de los ya habían trabajado juntos para rescatar a la cinemateca se encontraron en Cannes, hicieron cerrar el festival y de vuelta en Paris empezaron a reunirse para tratar de hacer cambiar las cosas en lo que toca al estatus del cine. Sin entrar en los detalles, es evidente que se expresaron sueños y propuestas muy utópicas. Varios se recuerdan que un director como Chabrol propuso que todas las entradas en los cines fueran gratuitas para que el pueblo vuelva a los cines y que así, al final el cine se capitalizaría para producir más películas. Otros hablaban de suprimir el Centro Nacional de la Cinematografía porque estaba en manos de “burócratas capitalistas” y que trató de echar fuera a Henri Langlois. Después de haberse reunido en la sala de la escuela de cine de la Rue de Vaugirard, decidieron irse a los suburbios en el Teatro de Suresnes, cerca de París. Allá vivieron como un sueño lo que se llamaba “Les Etats-Généraux du Cinéma”. Esta expresión es muy francesa y nos lleva al periodo pre-revolucionario de 1789, “les états généraux”  fueron como un anticipo del parlamento que condujo a la República Francesa unos años después.

Como nada concreto salía de estas reuniones, los directores decidieron reunirse y constituir algo para defenderse, así que varios directores crearon La Sociedad de directores de Films (La SRF, Societé des Réalisateurs de Films)  para defender las libertades artísticas, morales, profesionales y económicas del cine. Esto paso el 14 de Junio de 1968, ya el movimiento estaba bajando de nivel.

Pero el nacimiento de la SRF permitió presentar si no una alternativa a lo que era el Festival de Cannes, sí una puerta para que cambiaran varias cosas y que se abrieran espacios a los jóvenes autores del mundo entero. Cuando se dieron cuenta que el Festival oficial no iba a cambiar del todo, los directores decidieron crear su propio evento, de modo paralelo al festival oficial.

Así que en Mayo 1969 se presentó un evento llamado “Quinzaine des Réalisateurs” y con el tema  Cinéma en Liberté (Cine en libertad) con más de 60 películas con directores invitados y casi todos desconocidos. Se confió la dirección del evento a un joven que había manejado un cine-club muy exitoso en Lille (al norte de Francia) pero que no conocía realmente un evento del tamaño de Cannes, según ha confesado Pierre-Henri Deleau: “éramos muy jóvenes y no sabíamos cómo funciona en términos legales un festival, el hecho de tener que conseguir el permiso de exhibición por la aduana y el centro de cinematografía, lo que tocaba al transporte de copias, etcétera.… Había un comité de selección muy amplio, y con muchos directores. Todo salía complicado hasta que nos dimos cuenta que el día anterior a la inauguración nos faltaban las copias de las dos películas programadas ; estaban bloqueadas en los Correos. Como se trataba de películas latinoamericanas me acordé que la embajada de Cuba me había enviado dos películas (recomendadas por Alejo Carpentier) que solían interesarnos. Las proyectemos y tuvimos mucha suerte pues se trataba de “La Ultima carga al Machete” de Manuel Octavio Gómez y de “Lucía” de Humberto Solás. Todos nos felicitaron por esta muy buen sorpresa”.

El público respondió a esta  propuesta de Cine en Libertad. El éxito en lo que toca a la prensa fue más grande para entre los extranjeros que en Francia, pero la máquina ya había entrada en movimiento.

La Quincena estaba caminando sin darse verdaderamente cuenta, pues no tenían idea de organizar un segundo evento. Pero lo nuevo y lo bueno con la Quincena más allá de las excelentes películas presentadas era el hecho de salir de Cannes. Mostraron películas en barrios populares de la ciudad (en La Bocca en especial) y en otros pueblos cercanos. Un nuevo espíritu proveniente de Mayo 68 entraba en el cine y su público. De esto dan testimonios personas como Pierre-Henri Deleau, Jean-Daniel Simon y el venezolano Atahualpa Lichi que en aquellos años trabajo en la Cinemateca. Paso a paso, la Quincena iba a ganarse un lugar y consolidarse, gracias al trabajo entusiasta de Pierre-Henri Deleau que permitió descubrir a jóvenes directores como Martín Scorsese, pero también a cineastas africanos, brasileños y asiáticos. Con la Quincena se abrieron las puertas de Cannes y de muchos otros grandes festivales a todos los cines del mundo. Pierre-Henri Deleau es la persona que ha permitido que los festivales de hoy sean muy abiertos, tanto en Francia como en todos países. Trabajaría mas de treinta años en Cannes aquel hombre generoso y de gran curiosidad.

Este Mayo de 2018, la Quincena cumplió medio siglo. Un nuevo director sucede a Edouard  Waintrop, director de la Quincena de los últimos siete años y que los cinéfilos mexicanos conocen bien pues visita con frecuencia el festival de Morelia. Tengo entendido que vendrá dos meses a la Ciudad de México para dar cursos en la Cineteca Nacional. Estoy seguro que aquel gran maestro tendrá un publico tan apasionado como él.

Para quienes desean saber más sobre la Quincena y su nacimiento, les aconsejo el libro publicado este año por Bruno Icher “Quinzaine des réalisateurs, les jeunes années” (1967-1975). Es excelente y me inspiró mucho. Por el momento sólo se consigie en francés.