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2018-02-21 00:00:00

Crítica: «Lady Bird», juego de pasiones, miedos e inocencia

Por Andrés Bayona

Con un modesto presupuesto de 10 millones de dólares (para los estándares de Hollywood) y gracias a la increíble dirección de Greta Gerwig, “Lady Bird” logra, hábilmente, capturar esa transición agridulce entre la adolescencia y la adultez, sumado a la intensa relación entre una madre y su hija, la cual es turbulenta pero fascinante a la vez. 

Saoirse Ronan interpreta a Christine McPherson (también conocida como Lady Bird), una estudiante de secundaria en Sacramento, California, quien daría lo que fuera por mudarse a Nueva York con el propósito de continuar con sus estudios universitarios. Su madre, magistralmente interpretada por Laurie Metcalf, se opone a esta idea no solo porque su familia atraviesa por una apretada situación económica, sino porque Lady Bird no es precisamente la más aplicada y madura. Tampoco ayuda que la historia se desarrolle en 2002, un año después de los ataques terroristas del 11 de septiembre en Manhattan, lo cual presenta aún más obstáculos para la problemática adolescente.

Como seguramente la mayoría de estudiantes de secundaria han experimentado alguna vez en sus vidas, Lady Bird enfrenta problemas de inseguridad, de ambición, de autoestima y, por supuesto, de relaciones con el sexo opuesto. La película gira alrededor de cómo Lady Bird aprende a volar y a dejar el nido familiar; esta experiencia la vivimos gracias a una montaña rusa de emociones que nos presentan cada uno de los personajes, los cuales son completamente tridimensionales: entendemos sus ambiciones, nos conectamos con sus penas, con sus deseos y con su evolución a lo largo de la historia.

Cualquiera que haya experimentado el ciclón de la adolescencia conectará inmediatamente con los altibajos que presenta Lady Bird. Adicionalmente el guión, también escrito por Gerwig, explora en profundidad, con sinceridad, con sarcasmo y emoción lo que significa ser una mujer joven quien está al borde de arrancar su vida como adulta; y en adición a presentar las luchas internas de su protagonista. “Lady Bird” también nos permite entender qué se siente ser madre, cuáles sus preocupaciones, sus conflictos personales y profesionales, y cómo éstos afectan a su círculo familiar. 

Aunque Gerwig ha admitido que “Lady Bird” no tiene mucho en común con su vida personal, sí ha asegurado que es autobiográfica. Gracias a ello, Gerwig, en su debut como directora, ha logrado transformar una historia personal en una de las mejores películas del año; y a pesar de que hace años haya salido de su nido en Sacramento, Gerwig no ha olvidado sus raíces ni de dónde vino. Con certeza, este es un inicio prometedor para su carrera y una gran contribución para la industria del cine de Hollywood, en un año donde hay una gran discusión sobre el rol de las mujeres dentro de la cinematografía mundial.