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2017-11-01 00:00:00

Mórbido 2017: Cinco cintas de horror en tu idioma.

Por Ali López

El cine de horror, como muchos aspectos culturales del orbe, sufrieron de un anglo y eurocentrismo por poco más de 100 años; fue a finales de la década de los 90 cuando el horror asiático irrumpió y modificó la escena. Aun así, la hegemonía de dichas regiones seguía marcando pauta, y el triunfo sólo era visible si se les conquistaba.

Estrenando década, siglo y milenio, por fin el horror en español tuvo dos faros que iluminaron su cine de género. Por un lado Guillermo del Toro con su “Laberinto del Fauno” (2006) y por otro “[REC]” de  Jaume Balagueró y Paco Plaza. La primera, capaz de inmiscuirse en la gala del Oscar; la segunda, logrando una pulsión mediática que culminó con un remake made in Hollywood.

Por fin los pilares puestos por Carlos Enrique Taboada, EmilioVieyra, Carlos López Moctezuma, Jesús Franco, Paul Naschy y hasta (en portugués) Zé do Caixao, podían ser visibilizados sin pena ni congoja. El cine de horror hacía ñacañaca, pues sólo con ñ puede describirse el horror a nuestra manera. Así, lo ‘latino’, no sólo empuja fuerte en el espectáculo más frívolo, también en el sentimiento más primigenio y oscuro de la humanidad; el terror a lo desconocido. El español ya no es una de las líneas secundarias en la cronología tenebrosa; es un tronco fuerte y, lo más importante, de imparable crecimiento.

En esta décima edición de Mórbido Film Fest, Paco Plaza no sólo es uno de los invitados de honor, sino que es padrino de una generación de cineastas y productores del cine de horror, que, a diferencia de años y festivales pasados, son los indispensables de la cartelera 2017.

1- “Relicto. Un relato Mesopotámico” (Laura Sánchez Acosta | Argentina | 2016) es una aproximación latinoamericana al llamado art horror. Con una mezcla de leyendas regionales, Lovecraft y Dogma 95, la directora nos entrega una película de concepto, donde el horror, más que visible, se encuentra implícito; escondido bajo los cuadros turbulentos de una cámara inquieta y tenebrosa. Sánchez Acosta filma como lo hicieron Daniel Myrick y Eduardo Sánchez en “The Blair Witch Project” por 1999; improvisando parte del guión y sorprendiendo a su cast de vez en cuando. El resultado no es siempre óptimo, pues los niveles de actuación y reacción son de altibajos; pero logran que la trama se sienta natural, claustrica, grisácea.

La película no está en la norma de los filmes de horror comunes pues sus sobresaltos y suspensos son pocos, pero se instaura en el ritmo propio de los festivales. Tal vez esta cinta no será recomendación primera para los amantes del género, pero es capaz de entregar una divergencia necesaria. Además de que la participación que clama de quien la mira, hace que invariablemente uno termine por adentrarse a su mazmorra, y no poder salir hasta que el túnel termine. Pocas veces la fantasía logra ser tan creíble como ahora.

2 - “Aj Zombies” (Daniel Martín Rodríguez | Perú | 2017) es una edición lineal de lo que fue una serie Web producida en 2016. Con el apoyo de Canal +, pero manteniendo siempre la idea y presupuesto de una serie Web independiente, “Aj Zombies” se instaura como un triunfo para el horror en español; no sólo por su triunfo comercial o la forma en que fue producida; sino por su calidad cómica, política y, claro, sangrienta.

Lima, Perú ha sido invadida por una horda de Zombies, cuatro diversos personajes tienen que sobrevivir, sin importar sus divergencias. Está la niña fresa, el nerd patético, el alocado fascista y un tierno borracho, elementos no sólo propios del Perú, sino de casi cualquier localidad de Latinoamérica. Con su buena dosis de sangre y tripas; “Aj Zombies” se concentra mucho más en ser una sátira que en una cinta de horror. Por supuesto que juega y se burla de los convencionalismos de las cintas zombie, pero va un poco más allá, al retratar las diferencias, problemas y características sociopolíticas de nuestra región. Un tono más abajo que “Juan de los Muertos” (Alejandro Brugués | España-Cuba | 2011), pero sin que su comedia decaiga.

La película cuenta con una puesta en escena muy cercana a lo que comúnmente vemos en YouTube, apostando por un ritmo de edición diferente, pero sin olvidar ese origen; lo mismo sucede con la trama que es autorreferencial y siempre yendo hacia lo hipertextual. Tal vez suene exagerado, pero “Aj Zombies” termina por ser un documento de nuestro tiempo; y esto, suena tan bien o mal como uno vea el vaso.

 

 

3 - “Matar a Dios” (Caye Casas y Albert Pintó | España | 2017) una comedia catalana que toma uno de los tópicos más notorios de esta posmodernidad ¿Qué sucedería si Dios bajara a la Tierra? Nada bueno al parecer. En una cena de fin de año, un matrimonio que lidia con la infidelidad, un joven depresivo que no supera a su ex y un viejo enfermo, se topan cara a cara con Dios, un dios católico, cruel, enano y un poco blasfemo. Él les tiene una encomienda, salvar a dos personas, las únicas que sobrevivirán al final de la tierra.

Entre dimes y diretes “Matar a Dios” expone lo peor y más cruento de la raza humana, las telarañas civiles de la humanidad, y su hipocresía acrecentada por la idea del ser que observa desde afuera. La vida es, para sus protagonistas, triste, sin remedio; pero cuando el fin llama a la puerta no queda más remedio que abrazarse a aquello que aún nos queda. Entre lo negro y lo rosa, la cinta saca carcajadas de blasfemia, nerviosismo e incorrección política. No hay horror propiamente, aunque sí escenas de corte surreal y grotesco, pero en la sátira del humor negro nos encontramos contra el horror real a las preguntas existenciales sin respuesta. Enunciados que la cinta nos dicta, y que cuando abandona la sala, siguen rondando nuestras cabezas.

4 – “Cygnus” (Hugo Félix Mercado | México | 2017) Ciencia Ficción mexicana. Ya con ese enunciado lo extraordinario aparece. Pero vale la pena agregar, y agradecer, que “Cygnus” se aleja de los robots charros, y otras pintorescas curiosidades de nuestro cine científico-fantástico. La película se plantea, desde el primer momento, seria, estable, con cierto raciocinio científico, aunque sin profundizar demasiado; pero siempre en búsqueda de ser algo viable, desde su producción hasta su credibilidad. Un astrónomo recibe una señal del espacio distante, de Cygnus, una señal que instaura paranoia en su mente, pues cree que otros científicos buscan quitarle su descubrimiento; ¿pero será sólo locura, o realmente habrá algo del universo que lo esté controlando?

“Cygnus” lo mismo se engrandece, que sufre de pecados; lo mismo es sumamente detallista e ingeniosa, que decae en errores primarios. No es, y hay que decirlo, una cinta que desmerezca, de hecho, tiene muchos puntos que la podrían hacer un éxito en taquilla; pero termina por no ser redonda. Se queda a un paso, pasito, del quinto partido; se queda, muy a la mexicana, a apenas a unas décimas para aspirar a medalla. Errores casi mínimos en la dirección, el guión y la fotografía, errores a veces imperceptibles para el público general, pero que, por nivel de acumulación, terminan por desechar la verosimilitud. Poco le falta para llegar a su meta, pero el camino de Félix Mercado y Carlos Alvahuante (responsable del guión) ya lleva rato andando. Sólo basta afinar algunas tuercas y la máquina demostrará lo que se espera.

 

 

5 – “Trauma” (Lucio A. Rojas | Chile | 2017) es la carta fuerte del horror latinoamericano de este año. Una cinta que denuncia las atrocidades de la dictadura chilena, pero, además, las de la sociedad moderna. Un discurso contra la intolerancia, pero también contra el silencio de los que miran lo atroz y no dan palabra. Un exorcismo de traumas, sociales, políticos y sexuales. Un tour de force de principio a fin, y aún más allá de los créditos finales de la cinta.

La cinta es sobre el sexo, el libre y erótico, y el forzado y traumático; el ejercicio de la sexualidad más allá de la explosión cinematográfica. Los desnudos, bailes y vejaciones sin ser gratuitos; siempre con un propósito, siempre buscando alguna sensación en el público. Siempre lo logra; “Trauma” es tan sincera con quién la mira que hasta tiene que bajar sus decibeles para poder ser concluida. Va más allá de rape revange o del slasher, pues mezcla lo mejor y peor de ambas. Es gráfica, sí, a todo momento, pero que la verdad no puede ni debe ocultarse, y como sus involucrados mencionan, esto, no es ni siquiera la mínima parte de los horrores reales de los crímenes pasados y modernos.

Problemas políticos y sociales, realidades que son sangrientas y violentas; violaciones, muertes y ultrajes; palabras más, palabras menos; en imágenes todo se vuelve crítico. Habrá, muchos, que rechacen la cinta, que la sientan innecesaria y aberrante; más, por los tiempos en que vivimos. Yo la siento indispensable, porque en ella hay un grito que clama ser escuchado, una voz de toda una Latinoamérica que no ha logrado escapar de sus dictaduras perfectas. Porque lo fantasmas rondan, con sus uñas y dientes, y la violencia que se ejerció ayer, es la de hoy, y será la de mañana. Además de sexo, la otredad es el tópico que la cinta toca, que nos muestra, el cuerpo paranoico, que no acepta la diferencia, y que engendra, y es engendrado a partir de la minimización de lo que no es como quiere que sea. Un círculo vicioso que sólo tiene una manera de terminar, rompiendo su aparente invisibilidad.

“Trauma” se valorará más en próximas fechas, pues es un clásico instantáneo, al nivel de “Irreversible” de Gaspar Noé o “A Serbian Film” de Srdjan Spasojevic; pues se instaura en la normal de las cintas que sólo puedes y deseas ver una vez, y sin embargo, se quedan reproduciendo en el cerebro, por más tiempo del que quisieras. Horror puro.