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2017-06-14 00:00:00

Crítica: «La tortuga roja», un cuento sobre el tiempo

Por Samuel Lagunas

Cuando el animador holandés Michaël Dudok de Wit estrenó su cortometraje “Padre e hija” (2000) el universo de la animación le hizo un hueco en la historia. Sencillez en el trazo y dramatismo en la historia se amalgamaron en 9 minutos realmente inolvidables. Pero “Padre e hija” fue fundamentalmente una fábula sobre el tiempo: una película donde la pregunta central fue cómo contar toda una vida en tan pocos minutos. Y Dudok de Wit supo hacerlo de maravilla. Quince años más tarde, Dudok de Wit regresa al cine animado con su primer largometraje en coproducción con el legendario Studio Ghibli cuyo regente, Hayao Miyazaki, fue una de las voces que se unieron al coro de alabanzas por “Padre e Hija”. Pero el director de “Se levanta el viento” (2013) poco tuvo que ver con la producción de “La tortuga roja”, cinta que inaugura un nuevo episodio en la vida de Ghibli: el de las colaboraciones. Fue Isao Takahata quien estuvo más cerca de todo el proceso creativo de la cinta, pero es incierto el peso que tuviera su opinión. Esta semana se estrena en la Cineteca Nacional y otras salas.

“La tortuga roja” es también un cuento sobre el tiempo. Sin recurrir a un solo diálogo, Dudok de Wit narra la vida de un hombre que naufraga en el océano en medio de una tormenta y logra llegar a una isla solitaria de la que intentará escapar tres veces, pero en cada ocasión un extraño ser impedirá su partida destruyendo abruptamente su cada vez más reforzada balsa. En la última ocasión el hombre descubrirá que es una tortuga roja la que, por algún inquietante motivo, se obstina en obstaculizar su vuelta a casa. En los primeros minutos de la cinta, acaso los más fatigosos y desesperantes, el hombre descubre su soledad al mismo tiempo que ve dinamitarse las fronteras entre el sueño y la vigilia, entre la realidad y el deseo para insertarse en un tiempo cíclico y esquivo. En esta nueva temporalidad es que el hombre conocerá a una mujer y juntos criarán un niño hasta verlo tomar sus propias decisiones y enfrentar solo su destino. Dudok de Wit vuelve a esbozar toda la vida de una familia, con sus retos, duelos y alegrías, en escasos treinta minutos dándonos un retrato de cada personaje lo suficientemente hondo para sentir con ellos cada acontecimiento, desde lo más cotidiano hasta lo más excepcional.

Sin embargo, gracias al simbolismo de la narración, “La tortuga roja” no es sólo el cuento de una familia, es también el cuento de una especie: la humana. Con una sensibilidad aguda y fascinante, Dudok de Wit consigue que los espectadores reflexionemos no sólo sobre la naturaleza de nuestros vínculos interpersonales sino, sobre todo, que repensemos nuestra relación con el medio en que vivimos y con otras especies animales. Lejos de ser un manifiesto ecológico, “La tortuga roja” es una invitación a pensar sobre lo frugal y fugaz que resulta la historia humana en la Historia de la Naturaleza quien, no obstante nuestro ciego empeño en maltratarla, no se rehúsa a acompañarnos. Dudok de Wit maneja con maestría tanto lo pasajero como lo trascendental y nos desplaza entre ambos con una sutileza prácticamente imperceptible.

No es exagerado decir que “La tortuga roja” es una bocanada importante para la supervivencia de Ghibli, la cual se vislumbraba en riesgo debido a la ausencia de directores que revelaran la dupla insuperable de Miyazaki y Takahata. Sería excesivo, sí, responsabilizar a Ghibli por completo del éxito de esta cinta ya que, aunque haya temas que comparte la cinta con todo el universo Ghibli (la relación del hombre con la naturaleza, la intromisión de la catástrofe en la vida cotidiana, la dimensión sobrecogedora y numinosa del escenario natural que posibilita la irrupción de los elementos fantásticos y una profunda reflexión sobre los vínculos familiares), Dudok de Wit inyecta a través del dibujo y de la paleta de colores rasgos que emparentan a la cinta más con el comic franco-belga que con el manga japonés. Dudok de Wit ha hecho una película en la que el tiempo se comprime y se expande a tal grado que toda la historia humana (en su apasionante simpleza) logra sintetizarse en solamente 80 minutos. Si eso no es una proeza, no sé qué pueda serlo.

Ficha técnica:

Título original: La tortue rouge. Año: 2016. Duración: 80 min. País: Japón, Francia, Bélgica
Dirección/Guion: Michaël Dudok de Wit. Música: Laurent Perez del Mar. Producción: Why Not Productions / Wild Bunch / Studio Ghibli