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2017-03-08 00:00:00

Crítica: «Bellas de noche» y «El alien y yo», estrenos para ver en casa... bajo su riesgo

Por Domingo Rojo

Recientemente en algunas plataformas de Video-On-Demand se han incluido en su programación dos filmes mexicanos estrenados en cartelera en 2016 aunque muy diferentes entre sí: el documental “Bellas de noche” de María José Cuevas y la ficción “El alien y yo” de Jesús Magaña Vázquez.

“Bellas de noche” es homónima de la película inaugural del cine de ficheras que dirigió Miguel M. Delgado en 1975, subgénero que durante los siguientes 15 años tuvo un auge sin precedente, al mismo tiempo en que paradójicamente la cinematografía mexicana se hundía en una crisis acelerada por la falta de calidad en todas sus áreas. El cine de ficheras —como se le conoce aún hoy a las sexycomedias producidas en esos años— abrió paso a diferentes actores y actrices que alcanzaron notable popularidad (Alfonso Zayas, Sasha Montenegro, Rafael Inclán, Angélica Chaín y varios más), quienes protagonizaban historias soeces de gente del barrio y sus aventuras eróticas de cama en cama. El documental “Bellas de noche” se centra en cinco vedettes que destacaron en esos años: Lyn May, Rosy Mendoza, Olga Breeskin, la Princesa Yamal y Wanda Seux, quienes además del cine, fueron estrellas de sendos espectáculos en los extintos cabarets y buirlesques de la Ciudad de México.  De hecho, algo que la película nunca aclara es la diferencia entre estos dos ámbitos donde participaron estas vedettes (cine y cabaretes), porque no eran ni simbolizan lo mismo.

Si bien la narración alude a los años de gloria de hace tres décadas de estas cinco mujeres (mediante algunas secuencias de televisión, recortes de prensa y películas de la época), la mayor parte del metraje las retrata desde la perspectiva actual, cuando su fama y su belleza se ha desvanecido, convertidas en extravagantes septuagenarias, grotescas odaliscas que despilfarraron su dinero en drogas y cirugías. La directora de este documental (por cierto, hija del pintor José Luis Cuevas) se embelesa mostrando el esperpento de las cinco mujeres hoy en día, siguiéndolas en su rutina, en el baño, en la cocina, en sus recámaras, en sus visitas al médico, etcétera. Y se siente que el acceso a la intimidad que las vedettes le obsequiaron a la directora debió ser correspondido por ésta con un mayor cuidado hacia sus protagonistas, sobre las que no tiene empacho no sólo de exhibir en sus ridículos sino de azuzarlos frente a la cámara, lo que éticamente pudiera cuestionarse. La realización abusa demasiado de las “cabezas parlantes”, limitada por un pobre trabajo creativo y de investigación, con escaso respaldo historiográfico  y carente de una estructura sólida, de una idea central que le dé sentido a la película más allá del morbo frente a estas mujeres ávidas de recuperar un poco de su vieja fama perdida.

Sin lugar a dudas, “Bellas de noche” tiene el acierto de asomarse a un atractivo universo, con personajes sensacionales, que por sí solos son capaces de sostener este documental,  a pesar de que su realización es superficial y efectista, más próximo al reportaje de TV que al cine. El filme abandona muchas vetas por explorar y reflexionar, lo que bien podría ser aprovechado por futuros filmes que quieran tratar desde otros enfoques y con más inteligencia este fascinante mundo de las vedettes en decadencia, todo un subgénero dentro del cine documental con abundantes referencias.

“El alien y yo”

“El alien y yo” se suma a la lista de calamidades que encabeza últimamente el director Jesús Magaña Vázquez, quien es responsable de “Alicia en el país de María” (2014) y otras películas. Esta vez, Magaña ha ido demasiado lejos.

El filme cuenta la historia de Rita (Inés de Tavira), una chava que forma parte de una banda punk junto a su novio Lauro (Juan Pablo Campa) y el amigo de éste, Agus (Juan Ugarte). La banda no logra despegar y para intentar nuevos caminos deciden integrar a un tecladista. Después de hacer audiciones, Lauro, quien es el vocalista y líder del grupo, decide escoger a Paco (Paco de la Fuente), un músico virtuoso pero que tiene síndrome de Down, al que apoda el Alien. A pesar de la reticencia de Rita y Agus, el nuevo tecladista se gana su lugar en la banda y, al cabo de un tiempo, un hábil manager los comienza a dirigir y detona su éxito gracias al giro musical que adoptan: las tecnocumbias que compone el Alien. Pero los celos de Lauro, quien termina su noviazgo con Rita y se ve superado por el Alien, llevan al grupo hacia un enfrentamiento frontal, pronunciado más todavía cuando intenta por diferentes medios provocar que el Alien pierda su virginidad.

Con guión de Fernando del Razo, Emiliano Flores Burillo y del propio director basado en un cuento de Carlos Velázquez, el filme vende con hipocresía el tema de la "inclusión social" para narrar en tono de comedia una historia con la estereotipada figura del débil advenedizo que triunfa ante el asombro de los demás.  SPOILER ALERT: Para ello el director echa mano de la narración de Rita en primera persona, que se dirige recurrentemente a cámara para hablarle al público. Magaña quiere abordar de forma jocosa el mundo de un joven con síndrome de Down, pero lo hace con una frivolidad tremenda, usando a su actor (realmente afectado por esta discpacidad) para contar esta trama insulsa, absurda, donde al final la protagonista Rita queda no sólo enamorada del Alién, sino orgullosamente embarazada de él... ¿Te cae?.

Sobre lo demás, ante la contundencia de este despropósito en el argumento empeorado por la realización, hay poco qué rescatar. Estamos frente a unos personajes desdibujados, capaces de cambiar el punk que tanto aman por las cumbias que venden más, movidos exclusivamente por la promesa de popularidad y el dinero. No tienen nada de admirables y su humor, dentro de su pretención, resulta patético.