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2017-01-10 00:00:00

Crítica: «Zoom»; avatares de un mundo (im)perfecto

Por Ali López

“Lo que seduce nunca suele estar donde se piensa”.
Zoom, Soda Stereo.

 

“Zoom” (Brasil-Canadá|2015) es el segundo filme del brasileño Pedro Morelli, y nos cuenta la historia de Emma (Alison Pill) una diseñadora de muñecas de silicona para adultos que crea un cómic como distracción a su poco perfecto mundo. Esta historieta es protagonizada por Edward (Gael García Bernal), un cineasta que busca, a toda costa, dejar atrás su carrera como director de blockbusters y volverse un auteur. Él dirige una cinta sobre Michelle (Mariana Ximenes) una hermosa modelo brasileña que pretende olvidarse de las pasarelas y sesiones fotográficas para concentrarse en la escritura. El libro que ella escribe habla sobre Emma, antes mencionada, y su conflicto al implantarse senos artificiales, lo que la lleva a empequeñecer cierta parte de la anatomía de su personaje de cómic; y que, a su vez, hace que Edward pierda el control de su película, y ésta, en manos de la productora, se vuelva una cinta de acción. Una trama no plenamente complicada, pero sí laberíntica que, como un triángulo de Moebious, mezcla ficciones, realidades y perspectivas de los problemas psicológicos, sexuales, sociales y cívicos de nuestra era.

Una de las preguntas que con mayor frecuencia plantea la cinta es: ¿qué es la perfección?, y sobre todo, ¿para qué funciona? Hay un estándar estético y físico que está ahí, nos envuelve y rodea, pero poco se nos asemeja. La cinta juega con la belleza estereotipada, con los rasgos físicos que exaltan la sexualidad, tanto masculina como femenina, y la importancia social, más que estética, que les damos. Exalta la belleza humana por sobre la plástica; juega con los estatutos de poder fálicos, y como la estima humana poco tiene que ver con la apariencia física; la belleza viene de adentro, no de afuera.

Dando por sentado que todos somos protagonistas de nuestra historia; la cinta crea otra pregunta clave: ¿acaso somos los guionistas? ¿O dejamos que alguien más venga y escriba? ¿Quién ordena? Todos los personajes de “Zoom” que creemos reales terminan siendo avatares, y no porque alguien más los crea, sino porque dejan que otro decida. Su principal vocación se ve detenida por intereses ajenos, y ellos no tienen más que su cuerpo para explotar las cualidades intelectuales. La belleza de la modelo no le permite ser más que un objeto de admiración y folleo; la masculinidad, autoestima y destino depende de un simple pedazo de carne; mientras que la dibujante pierde todo por pretender ser algo que no es, y que no necesita. Viene la pregunta importante ¿Ser perfecto es ser feliz?

La película juega con la comedia (a veces roja, a veces negra y a veces verde) de una peculiar manera. Se le compara con el cine de Charlie Kaufman (“Synecdoche, New York”[USA|2008], Anomalisa [USA|2015]) y aunque resulta familiar, no es del todo cierto. Kaufman hace del humor una cosa amarga, agridulce y estrafalaria; Morelli es más  burdo, no inferior, pero sí menos fino; se lanza al chiste visual y extravagante más que a lo sutil y envolvente. Funciona a su manera, para nada es vulgar ni condescendiente, muy por el contrario, hace de la risa una constante que devela la manera realista en que plantea su farsa, pues exagera las fobias sexuales de una época.

“Zoom” es una cinta que vale la pena, que cuenta con un buen cast, sabedor de su oficio, y con un director y guionista (Matt Hansen) que dan señales de buena perspectiva.