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2016-11-13 00:00:00

Leonard Cohen y Oliver Stone. El malestar de la melancolía

Por Lorena Loeza

Con enorme asombro y tristeza el mundo recibe la muerte de Leonard Cohen, escritor, músico y poeta de origen canadiense y una de las personas más influyentes en el mundo. Cohen logra en sus composiciones encapsular la desesperanza de la modernidad, mostrarnos la melancolía como un malestar necesario e incluso deseable, porque permite ver con lucidez la necesidad de dejarse a veces seducir por la desesperanza.

El relevante y poderoso legado de Cohen también impacta en otros ámbitos y a artistas muy diversos, como es el caso de los cineastas. Las composiciones de Cohen formaron parte de la banda de sonora de innumerables cintas, debido no solo a su influencia en la cultura popular, sino a su capacidad de expresar emociones complejas, una herramienta muy útil cuando de contar historias se trata.

Un excelente ejemplo de eso, es la inclusión de tres composiciones emblemáticas de Cohen en una de las películas realizada por otro de los artistas más influyentes de nuestros tiempos, el cineasta Oliver Stone.

La cinta en cuestión es “Asesinos por Naturaleza” (“Natural Born Killers”, O. Stone, 1994) una polémica historia acerca de la ética de los medios en una sociedad enajenada por el bombardeo mediático cargado de morbo y banalidad.

La cinta narra la historia de Mickey Knox y su novia Mallory, dos almas torturadas por distintas expresiones del maltrato, que se  entienden de un torcido modo.Tomando el asesinato como proyecto de vida, encuentran que no sólo es un modo de  compartir la existencia, sino también de adquirir notoriedad gracias a los medios y a una sociedad de consumo ávida  de nuevos antihéroes.

La cinta fue escrita  por  otro artista influyente de nuestros días, Quentin Tarantino, quien en principio colaboró con Stone en el guion  pero al final no estuvo de acuerdo con el resultado, por lo que su nombre no aparece en los créditos, aunque se le reconoce la autoría de la historia original.

Tan impactante relato requería de una musicalización impecable, siendo ahí  donde entran en escena tres de las composiciones emblemáticas de Leonard Cohen. “Anthem”, “Waiting for the miracle” y “The Future”,-las tres incluídas en el álbum “The Future” lanzado en 1992-  que en buena medida contribuyen a hacer memorable la cinta y  convertir a la banda sonora  en una de las mejores en la historia del cine.

Si bien toda la banda sonora  -producida por Trent Reznor-  es una muy grata experiencia que incluye a grandes leyendas de la música (Patty Smith, Peter Gabriel, Bob Dylan, Nusrat Fateh Ali Khan, por mencionar algunos) la inclusión del material  de Cohen pone el toque especial que Para lograr un discurso cerrado, impactante y perturbador.

Un somero análisis de las composiciones vinculado con el ambiente asfixiante de la historia,  representa una pequeña muestra de cómo la desesperanza puede ser poesía en multimedia.

“Anthem”, es justamente un himno a la necesidad de seguir adelante con los pedazos de lo que te queda y buscando la grieta por donde entrará la luz. Muy acorde a la historia en donde las acciones se definen por el derrumbe de todo lo sólido. Grietas profundas en las que destellos fugaces se confunden con la verdadera luz.

“Waiting for a miracle” por su parte, nos recuerda que antes que otra cosa,  ésta es una historia de  amor y profunda devoción. Una idea persistente en el legado de Cohen y que encaja muy bien con la naturaleza de la cinta narrada por Stone, es la del amor más allá de toda su concepción romántica. Un amor que encuentra el modo de afianzarse en medio de la locura, la desesperanza la rabia y la sordidez, solo necesita esperar un pequeño milagro  para ser real. No olvidemos que no se trata de amores convencionales, por lo que ni toda la pobredumbre imperante obstruye la posibilidad un amor profundo y verdadero, aunque para ello  nos cuestionemos la naturaleza misma del amor.

Pero la escena final, el talento conjunto de Cohen y Stone logra una de esos recuerdos memorables, del cual será imposible para el espectador separar la imagen de la banda sonora de manera permanente. ¿Qué le aguarda a una pareja como Mickey y Mallory Knox, que encaja en todas las definiciones de desadaptada? El futuro. Los créditos pasan mientras vemos a la ahora familia Knox, aparentemente felices mientras la voz de Cohen nos recuerda que el futuro es un crimen.

Es difícil explicar la complejidad de un final como éste. ¿Es acaso que el amor todo lo puede, incluso después de haber traspasado todos los límites? Tan ambiguo como la vida misma, la imagen y la música en la última escena admiten varias lecturas. Si bien las imágenes hablan de esperanza y vuelta al orden, la voz de Cohen nos recuerda con ironía que todo se derrumba en todas direcciones. Nunca podremos estar a salvo de nosotros mismos, mientras no controlemos nuestros instintos básicos. ¿No en el fondo todo el discurso en la cinta se trata de eso? El momento en que la esperanza muere para dar paso al espectáculo en que hemos convertido nuestras humanas miserias.

Hasta siempre, Leonard Cohen. Gracias por la poesía con que nos describiste el malestar de la melancolía.