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Reporte de la semana

2016-06-18 00:00:00

Crítica: «El niño y la bestia», Mucho más que artes marciales

Por Samuel Lagunas

La aventura en la cartelera mexicana de “El niño y la bestia”, primer largometraje del animador japonés Mamoru Hosoda que se estrena en pantalla grande en México, no ha estado exenta de tropiezos. Distribuida por Arcade Media, la cinta estaba programada para ser estrenada el 9 de junio en más de 250 salas de la cadena Cinemex. No obstante, el estreno se retrasó una semana. Para el 16 de junio, las malas noticias comenzaron a llegar. En una de las salas –Cinemex Constituyentes en Querétaro– la cinta fue exhibida una sola ocasión el día de su estreno y después fue retirada injustificadamente. El argumento dado por los taquilleros fue que la cinta “Un holograma para el rey” (Tom Tykwer, 2016) necesitaba más funciones. Tras reportar dicha arbitrariedad no convenida entre ambas partes, la distribuidora se contactó con Cinemex y logró recuperar dos de las tres funciones que en un principio habían conseguido.

“El niño y la bestia” cuenta la historia de Ren (con voz de la actriz Aoi Miyazaki), un chico de 9 años que, ante la ausencia de su padre tras el divorcio y la intempestiva muerte de su madre, elige vivir por su cuenta acorralado por el odio hacia todos y al mismo tiempo hacia nadie en específico. Esquivando a la policía, y a una cámara que nos recuerda constantemente el estado de vigilancia al que estamos sometidos en las grandes urbes (reminiscencia de los universos anticipatorios tecnocientíficos que imaginara Mamoru Oshii [“Ghost in the Shell”, 1995], icono de la casa productora Madhouse donde Hosoda desempeñó su carrera antes de fundar su propia Studio Chizu), Ren deambula solitario entre las masas de gente que pululan en Tokio. Una de las noches en que, apoltronado en cualquier aislado rincón, Ren intenta conciliar el sueño, Kakematsu, quien necesita un discípulo para poder competir contra Iozen en la carrera hacia la divinización, se siente atraído por la rabia terca de Ren y sugiere que lo acompañe al Reino de las Bestias para convertirse en su discípulo.

El entramado laberinto por entre los callejones de Shibuya que Ren debe recorrer para llegar a Jutengai recuerda inmediatamente aquella cinta que dirigiera Hiroyuki Morita para Estudio Ghibli en 2002: “Haru en el reino de los gatos” donde la protagonista Haru de 17 años encuentra la oficina de Asuntos Gatunos a través también de un intrincado camino. Si en la cinta de Morita, Haru vive este episodio felino-colegial para aprender un poco más sobre sí misma (quién es y quién puede llegar a ser) la historia de Hosoda es mucho más ambiciosa en el periodo que intenta abarcar de la vida de Ren: de los 9 a los 17 años; por ende, la película tiene una duración, mucho más larga, de casi dos horas.

Si el primer acto, que cuenta cómo Ren aprende artes marciales a medida que el vínculo paterno-filial entre él y el oso humanoide Kakematsu se crea y se consolida, resulta desalentador por no ofrecer más que una versión animada de la saga “Karate Kid” y una trama no muy diferente a lo que la soporífera “Kung-fu Panda” nos impone cada dos o tres años; el segundo acto, marcado por el regreso de Ren al mundo humano, revisita los temas que han caracterizado el trabajo de Hosoda y prepara el terreno para el impresionante tercer acto donde el filme explota –para bien– en una serie de secuencias de combate físico y mental que hacen que “El niño y la bestia” se convierta en una película-síntesis de la producción previa del fundador de Studio Chizu: desde sus primeros años como director de “Digimon” hasta su más reciente cinta “Los niños lobo” (2012), de la que “El niño y la bestia” se presenta como secuela temática y anímica.

Tanto en “Los niños lobo” como en “El niño y la bestia”, Hosoda se interesa por las dificultades que conlleva una relación padre-hijo y las decisiones que este último debe tomar en el difícil proceso de maduración. En ambas, de igual manera, el hijo se topa con una disyuntiva representada por la elección entre vivir en el mundo animal o el mundo humano. Eso significa crecer: desprenderse de un legajo de experiencias –que acaban empozadas en el corazón– para adquirir otro cúmulo en un nuevo hogar. Así, “El niño y la bestia” bien puede describirse como una emotiva y espléndida carta de despedida de un padre (que se reconoce a sí mismo bastante torpe en su labor) a su hijo antes de que éste abra la puerta, salga hacia la calle y comience a caminar solo. Si en “Los niños lobo” la cinta finalizaba con el hijo menor adentrándose en el bosque al inicio de su adolescencia, la historia de “El niño y la bestia” concluye con Ren/Kyûta eligiendo el mundo humano para continuar sus estudios universitarios en compañía de Kaede.

Es precisamente en la relación de Ren con Kaede donde Hosoda recupera el tema de la relación de pareja, explorado de forma sobresaliente en “La chica que saltaba a través del tiempo” (2006), aunque en “El niño y la bestia” no sea tan relevante a lo largo del drama e, incluso, especialmente hacia el final, las intervenciones de Kaede entorpezcan el ritmo trepidante del combate.

Al final, y afortunadamente, “El niño y la bestia” es mucho más que una película de artes marciales; es una cinta sobre la construcción de la identidad, la superación de los rencores y resentimientos que marcan nuestra infancia y los actos de reconciliación con su pasado que uno debe emprender para poder vivir y convivir en una sociedad tan hostil como la nuestra. Con éste, su séptimo largometraje, Hosoda confirma que tomó la decisión correcta al rechazar trabajar para Estudio Ghibli, cuando Miyazaki le ofreció dirigir “El castillo ambulante”, ya que en Madhouse y ahora en Studio Chizu ha encontrado la libertad para contar las historias que quiere: historias de amor y de paternidad, historias emotivas, honestas e imaginativas; historias para chicos y para grandes, historias que hoy lo sitúan como uno de los indispensables en el pasado, presente y porvenir de la animación japonesa.  

Ficha técnica:
Título original: Bakemono no Ko. Año: 2015. Duración: 119 min. País: Japón. Director / Guion: Mamoru Hosoda. Música: Masakatsu Takagi. Edición: Shigeru Nishiyama. Productora: Studio Chizu / Kadokawa. Productores: Daisuke Kadoya, Seiji Okuda, Yuichiro Sato.  Reparto: Koji Yakusho, Shota Sometani, Aoi Miyazaki, Yo Oizumi, Lily Franky, Suzu Hirose.