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2016-01-26 00:00:00

Crítica: «Joy»; otra feliz historia del capitalismo

Por Davo Valdés de la Campa

David O. Russell es uno de los portavoces más eficaces de la industria cinematográfica con la etiqueta de Hollywood. Su filmografía, específicamente sus tres películas más recientes, son fábulas felices del capitalismo. Historias edificantes de personajes que logran triunfar en un mundo voraz. Nunca más evidente que en Joy, su nuevo filme, un biotopic dramático sobre la historia de una mujer que contra viento y marea consigue el éxito anhelado, el sueño americano prometido.

Cumpliendo su tercera colaboración con Russell, Jennifer Lawrence, actriz que se ha distinguido por su manejo histriónico en el género de la comedia dramática y acompañada de nuevo por Bradley Cooper y Robert DeNiro, sostiene en sus hombros esta correcta película que sigue las penurias de una madre soltera mientras intenta cumplir sus sueños como inventora y empresaria desde la agresiva clase media. La trama cuenta la obra y vida de Joy Mangano inventora del "Miracle Mop" y actual presidente de Ingenious Designs Company, exitosa empresaria que posee el patente de más de 100 inventos que han impactado en la vida cotidiana de los hogares estadunidenses y que se volvió famosa en el circuito de los infomerciales.

Abandonando un poco el toque humorístico que ha caracterizado a Russell en otros trabajos, en esta ocasión se aproxima de forma mucho más dramática, desigual y seria al personaje protagónico, dotando al filme de una atmósfera fría y desapegada, quizá porque el guión se siente forzado e impostado a momentos. En general la película tiene un tono nostálgico de grandes producciones que cuentan historias de éxito de grandes hombres estadunidenses que se forjaron en los tiempos modernos y que sus familias los acompañaron, irónicamente historias que ocurrieron al margen de la legalidad, como los gangsters, sólo que en esta cinta la historia se ahonda más en el ámbito familiar e intimo de la disfuncionalidad.

La historia o la narrativa de Joy demasiado idealizada por Russell no alcanza niveles dramáticos interesantes ni profundos, sus personajes, apesar de estar interepretados por un interesante reparto no alcanzan a cohesionar, ni a convertirse en aquellos entrañables seres de Silver Linings Playbook, por ejemplo, sin embargo, tanto el tema como la forma, impecable, nada arriesgada y muy tradicional bastaron para que los Premios de la Academia hayan nominado a Jennifer Lawrence en la categorías de Mejor Actriz, reconociendo su trabajo en el protagónico.

Joy en su anhelo de convertir a la mujer en un simbolo de fortaleza y éxito, desperdicia y banaliza su propio objetivo, porque su propuesta disfraza al capitalismo de una falsa promesa y convierte una historia de éxito real (en el mundo de las economías hogareñas) en un espectáculo dramático que no embona ni conmueve.