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2015-12-21 00:00:00

Crítica: «El clan», lo último de Trapero

Por Hugo Lara Chávez

“El clan” (2015) es una de las películas argentinas que más ha llamado la atención en este 2015 y que le hizo obtener el León de Plata del Festival de Venecia a Pablo Trapero como mejor director. Trapero es un cineasta surgido del llamado “Nuevo cine argentino” de los años noventas del siglo pasado y que con el paso de los años se ha consolidado como uno de los cineastas maduros más sólidos del país austral, con películas como “Familia rodante” (2004), “Carancho” (2010) y “Elefante blanco” (2012).

“El clan” está basado en un caso de nota roja que conmocionó a la sociedad argentina a mediados de los años ochenta, cuando aquel país transitaba de la dictadura militar a la democracia. Está centrado en los Puccio, una familia de clase media con relaciones sociales cercanas a gente poderosa y rica. El padre, Arquímedes (Guillermo Francella), es un ex agente de inteligencia de la dictadura que coordina una banda de secuestradores, entre cuyos miembros se encuentra su propio hijo, Alejandro (Peter Lanzani), estrella de rugby y cotizado galán. Una de sus víctimas es precisamente un compañero de equipo de Alejandro, al cual asesinan sin compasión a pesar de obtener el rescate. Así, tras la apariencia de una familia modelo, la vida del clan comienza a descomponerse cuando entre sus miembtos surgen dudas y temores ante la violencia que sucede en su sótano.

“El clan” resulta un thriller construido con gran eficacia por Trapero, dotándolo de tensión y dinamismo desde un inicio. El director ha afirmado que este caso lo atrajo desde que era adolescente, cuando siguió sus noticias por la prensa. Trapero adopta el punto de vista de los victimarios para desarrollar, desde el seno de la familia, una intriga de sangre y codicia en el que se confrontan los intereses de cada miembro, ocurren conflictos de la brecha generacional y se observa la mecánica cotidiana que hace funcionar a este clan: el padre es un frío manipulador que convence a sus hijos varones de la “normalidad” de su actividad, en beneficio de los intereses familiares. La madre, una mujer sumisa, disimula para no cuestionar los extraños actos de su esposo que realiza en su propia casa.  Alejandro, el verdadero protagonista, se deja llevar por los designios de su padre, sin voluntad alguna, hasta que se cruza ante él la posibilidad de un romance con una chica de buena familia. Al final, casi todos los Puccio son seres despreciables, cómplices de las fechorías que orquesta su padre, quizás exceptuando al menor de los hijos y a una de sus hermanas.

El director resuelve su narración alternando la vida familiar y el desarrollo de sus personajes principales (Arquímedes y Alejandro) con los secuestros que ejecutan, acompañando el vertiginoso relato con exitosos temas musicales como “Sunny Afternoon”  de The Kinks, “Encuentro con el diablo” de Seru Giran, o “Just a gigoló”  de David Lee Roth.  La película se redondea con una fotografía virtuosa (hay un asombroso plano de un suicidio),  edición y ambientación de época.

Técnica y narrativamente la película resulta impecable, pero puede objetarse en su contra un cuestionamiento ético,  al presentar en clave de apología estos hechos de violencia que tanto debió doler a la sociedad argentina y a las víctimas de estos secuestradores. En el Festival de Los Cabos donde se presentó en México como premier, esto fue planteado por algunos compañeros críticos, lo que sin duda debe ser reflexionado.

El clan 

Director: Pablo Trapero. Guión: Sebastián Escofet. F en C.: Julián Apezteguía. Con: Guillermo Francella, Peter Lanzani, Lili Popovich, Gastón Cocchiarale, Giselle Motta, Franco Masini, Antonia Bengoechea, Stefania Koessl . Productor: Hugo Sigman, Matías Mosteirín, Agustín Almodóvar, Pedro Almodóvar, Esther García, Pablo Trapero. Distribuidora: 20th Century Fox. Clasificación: B-15. (Argentina-España, 110 mins.)