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2015-05-18 00:00:00

Cannes 2015. Semana de la Crítica «Ni le ciel ni la terre»

Por Davo Valdés de la Campa

Clément Cogitore recibió la primera ovación total del público en el tercer día de actividades de la Semana de la Crítica por su película "Ni le ciel ni la terre", en el Teatro Miramar. Este teatro se encuentra situado al sur de la Croisette, instalado en la planta baja del antiguo Hotel Miramar Palace y es la sede oficial de las proyecciones de La Semaine y días tras día se ha llenado de periodistas y público interesado en el aire nuevo del cine mundial. Casi todo el acceso a otras secciones del festival es restringido y es que vale la pena recordar que Cannes no es un evento público, es más bien un evento exclusivo para profesionales de la industria cinematográfica. La Semana de la Crítica por su parte, como exhibe primeras y segundas películas, no significa una apuesta monetaria tan inmédiata y el circuito en el que se mueven las películas participantes es un mercado mucho más limitado, porque su propuesta es la de futuros cineastas con mayor trayectoria y no la de estrellas rentables.

"Ni le ciel ni la terre" es la gran película francesa en competencia. Quizá por eso tuvo una respuesta tan  energética de la audiencia. La co-producción belga-francesa sigue a un regimiento francés durante la ocupación en Afganistán. El contexto es el seguiente: la fecha del retiro de las tropas se acerca, pero mientras eso ocurre el capitán Antarès Bonassieu (interpretado por un histriónico, Jérémie Renier) y su equipo son asignados para vigilar el valle de Makhan, en la frontera con Pakistán. Apesar de su determinación por controlar la aislada región, la situación pronto se saldrá de control, cuando sus soldados comienzan a desaparcer misteriosamente. El conflicto se tensa aún más cuando el “Sultán”, un lider que encabeza la resistencia local y que permanece oculto en las montañas, decide salir de su escondite para reclamar la devolución de sus hombres también desaparecidos. De esa forma tanto rebeldes como soldados franceses comenzarán una búsqueda que traspasará las fronteras de lo sobrenatural.

Cogitore se aproxima al género bélico desde la nueva característica estacionaria de la infantería. Como ocurre en "Jarhead" (2005) de Sam Mendes, la actividad de los soldados cada vez es menor en la modalidad a distancia o áerea de las guerras modernas. De ese modo vemos en escena casi siempre un reparto coral de cerca de ocho o nueve soldados que sólo pasan el tiempo, vigilan el perimetro, hacen ejercicio, ven las montañas. Esta vigilancia excesiva de una frontera vacía se explota a través del uso de lentes de vista nocturna o lentes que capturan la energía térmica como recurso cinematográfico y que permiten un juego teológico sobre lo que podemos ver y lo que no podemos percibir, o visceversa, es decir eso que llamamos fe.

Otro género que se entrecruza en "Ni le ciel ni la terre" es el thriller. A momentos la película nos remite a los mejores momentos de Shyamalan, sobre todo en la contrucción de un escenario que se tambalea entre lo sobrenatural y la paranoia producida por la guerra, la situación misma, el estrés traumático, la imposibilidad de entenderse mutuamente entre culturas, hecho que se evidencia en los constantes diálogos que mantienen los militares con los habitantes del pueblo a través de un interprete que no sólo traduce las palabras sino las reacciones.

A través de una historia contada con tensión y dominio, Cogitore se revela como un cinesta en ciernes con amplio conocimiento de su propia exploración: se percibe la influencia de la primera etapa de Gus Van Sant o lo austero y contemplativo de Bela Tarr, por ejemplo, además de una inclinación pronunciada por el género fantástico. Auque en el fondo creo que la película trasciende sus propios géneros fundacionales para ofrecer un thriller metafísico de esa guerra no deseada que nadie pudo luchar, pero que todos perdieron.