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2015-04-12 00:00:00

Una road movie sobre José Alfredo. Entrevista con Jack Zagha, director de «En el último trago»

Por Sergio Huidobro

“En el último trago” (Jack Zagha, 2014) llega este fin de semana a la cartelera comercial mexicana. Ha pasado más de un año desde que se alzara con un premio del público en el FIC Guadalajara y varios meses desde que fuera presentada en el FIC Monterrey. Finalmente, vía un apoyo oficial de distribución, el segundo largometraje del director de “Adiós, mundo cruel” (2010) y del viral cortometraje “Yo también te quiero” (2005) intenta plantarle cara a las grandes producciones del periodo vacacional con una road movie sobre tres octogenarios devotos de José Alfredo Jiménez. Se trata de una comedia sencilla y liviana sobre un cuarteto de nostálgicos y jugadores de dominó que, al perder de súbito a uno de sus miembros, emprenden un viaje a Guanajuato para entregar a un museo regional la que consideran su posesión más preciada: la servilleta original en la que el charro de Dolores Hidalgo escribió los versos de “Yo”.

Conversamos con Jack Zagha a unas horas del estreno, y esto es algo de lo que nos contó:

Corre Cámara: Jack, viendo “En el último trago”, no hemos podido evitar pensar, todo el tiempo, que a tu edad (35 años) estás dirigiendo a un elenco de personas que, como mínimo, te doblan la edad: José Carlos Ruíz, Pedro Weber, Eduardo Manzano, Luis Bayardo, Columba Domínguez. Todos con largas trayectorias televisivas, personajes icónicos en cine, teatro, tele, en el doblaje; ¿cómo fue la experiencia de dirigir a este grupo?

Jack Zagha: De aprendizaje. Sobre todo, aprendí de su pasión y su profesionalismo, de su compromiso con la película. Pedro “Chatanuga” Weber, por ejemplo, colaboró con cada escena y daba consejos sobre su personaje del tipo “No, aquí él no diría esto, vamos a cambiarlo por una risotada”; José Carlos Ruíz, por otra parte, me confesó que nunca había hecho una comedia.

CC: Y a sus casi ochenta años, aceptar cambiar de registro... o Eduardo Manzano, cuyo personaje, aunque inscrito en la comedia, no tiene nada que ver con el “Polivoz” que recordamos.

JZ: Claro, y lo mismo “Chatanuga”. Todos tomaron nuevos retos sin tener en cuenta su edad o trayectoria. El reto, por otra parte, fue ponerlos a todos en el mismo tono. El caso de Columba Domínguez, fue un honor que a los 84 años participara de tiempo completo con nosotros, llegó con puntualidad a cada cita, bajó sin rechistar al barranco con río en donde transcurre su escena. Sencillez, humildad, profesionalismo: ese fue el mayor aprendizaje.

CC: Aunque ya parece claro que tu vena es la comedia, ésta es diferente en tono o intención a “Adiós, mundo cruel”, que era carnavalesca, esperpéntica…

JZ: Muy diferente, si. La anterior buscaba el absurdo cotidiano de la ciudad de México y era más hilarante. La cámara se movía todo el tiempo. Ésta es sobre viejos, toda la película está hecha con trípode. Conforme los personajes avanzan, la cámara se suelta más, pero su composición y sus movimientos son más clásicos y están, digamos, más establecidos.

CC: Ahora que tocas el desarrollo argumental y el arco de los personajes, hablemos de la escritura del guión a seis manos. Lo escribes con David Desola, que tiene experiencia amplia como dramaturgo, y con Yossi Zagha, tu hermano.

JZ: Si. Confío mucho en la escritura en equipo, me gusta hacerlo así. Para mi, “dos cabezas piensan mejor que una” en un sentido específico: mientras la autocrítica es un proceso difícil, al escribir con alguien más te avientas a criticar por el bien de la película y el resultado, en mi experiencia, es una película más redonda.

CC: Sobre el lanzamiento de este segundo largo, es evidente que la dimensión es mayor al primero, sea por la campaña promocional, por el elenco, etc. ¿tus expectativas de respuesta del público también han cambiado?

JZ: Para la primera película, entre amigos, familia y conocidos juntamos 300 mil pesos con los que pudimos salir apenas con treinta copias que apenas sobrevivieron al primer fin de semana. Fue muy triste para mi. En ésta, contamos con un apoyo para distribución por parte del IMCINE, pero la película sigue limitada por parte de los exhibidores y la misma “ley” sobre el fin de semana de estreno. No pensé en la película en términos de hacer un negociazo, pero…

CC: Pero tampoco se trata de una película de autor, por supuesto. A la película, eso sí, le ha ido bien en festivales con público no especializado…

JZ: Pasa que hay un mercado muy específico para el cine de arte en televisión, en salas, en festivales, como también hay un circuito muy establecido para el cine comercial. En el último trago es una película que no cae de un lado ni del otro, y eso dificulta su contacto con el público hoy en día…

CC: Claro. Uno piensa en la industria en los términos en los que opera hoy y puede pensar en películas de Monty Python o de Billy Wilder: ¿cuál sería su nicho o su foro natural? ¿el Festival de Cannes o Cinemex?

JZ: Exactamente. Y acabas de mencionar a uno de mis cineastas favoritos.

CC: ¿Y otros referentes en comedia?

JZ: Lo que más me gusta, de todo el cine es el neorrealismo italiano, su humanidad, su sencillez. En cuanto a comedia, me gusta la comedia italiana, Chaplin, la comedia británica también. Hay sociedades, países, identidad que casi pueden definirse a partir de su sentido del humor. Mi hermano y yo somos judíos, y existe una gran tradición judía de autocrítica y autoparodias.

CC: ¿Y la comedia en México?

JZ: “En el último trago” es una forma de preguntar ¿por qué no hay una generación de comediantes, hoy, como las había en los setenta en los ochenta? ¿qué la pasó a la crítica social que hacía Héctor Suárez, por ejemplo? Parece que hoy el espacio para el buen humorismo está reducido a blogs, a You Tube. Si 25 años después la comedia en televisión sigue siendo repeticiones de Chespirito, quiere decir que 25 años después nadie ha hecho mejor que Chespirito, y eso me parece preocupante.

CC: ¿Por qué alguien que va al cine en esta semana debería entrar a ver En el último trago?

JZ: Porque se van a llevar una sorpresa. Como homenaje a José Alfredo Jiménez y a nuestros viejos, se trata de un rescate del patrimonio. Hoy, en un entorno en el que todos nos vestimos con la misma ropa de ciertas tiendas y todos tomamos el mismo café de ciertas cadenas y estamos bombardeados por referencias externas, lo único que nos sigue diferenciando es la identidad cultural, como estas canciones, como estas personas. A la película le ha ido bien en festivales de otros países, pero estoy completamente seguro, por esto que acabo de decir, que nadie la va a gozar más ni a entender mejor que el público mexicano. Es una película que cree en nuevas salidas a la situación que estamos viviendo.

CC: ¿Qué serían…?

JZ: Mostrar fortalezas que son nuestras y que hemos olvidado. Por ejemplo, la empatía, perseverancia y la amistad que se fortalece a pesar o incluso a partir de las diferencias.