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2015-03-30 00:00:00

Muestra de Cineteca: «O Menino e O mondo», no es cosa de niños

Por Ali López

Las historias infantiles casi siempre han significado una metáfora del mundo real; una manera menos cruda de describir a los infantes el mundo que les rodea, y regularmente, les depara. "El Niño y el Mundo" ("O menino e O mondo", Alê Abreu, Brasil-2013) no es distante a éste tema, es una fábula, un cuento infantil que sirve de alegoría al mundo actual, con una vil industria capitalista, la ruptura de la vida simple, y el planeta fracturado.

La historia se desarrolla en un mundo imaginario, psicodélico y colorido, un mundo que recuerda mucho a Latinoamérica, pero talvez, sólo sean insinuaciones. Ahí vive un niño, junto a su madre y padre, una familia pequeña que sobrevive gracias al campo. Pero un día, el padre decide alejarse de su familia, ir en búsqueda de una mejor y más prospera manera de vivir; entonces el niño pierde la magia del momento y conoce lo que es la nostalgia. Abraza espejismos, juega con recuerdos, anhela tanto la presencia de su padre, que decide ir tras él, escapa para ir a quien sabe dónde.

La animación es bastante naif, tosca, similar a los trazos infantiles, de líneas gruesas hoscas y coloridas. Pero todo está en su lugar preciso, se juega con las formas, la geometría y la perspectiva. Se reconocen elementos del mundo real, reconfigurados en el imaginario de éste niño, que combina los elementos fantásticos, con el imaginario colectivo de lo que el mundo significa. La ciudad jamás se ve como una ciudad Disney, alineada, cuadrada, unánime; aquí hay la distribución geométrica y arquitectónica de las ciudades del tercer mundo, caóticas, pero revisitadas de psicodelia. Las alegorías son hermosas, pero a la vez brutales, pues entendemos lo que está pasando, y a pesar de que tenga el velo de lo poético, resulta cruel. Por ejemplo, una de las escenas más emblemáticas de la cinta, con una ave colorida y una ave negra peleando en el cielo citadino, una de las aves emula a la vida, la otra, a la represión militar; entonces esa danza cada vez más frenética, cobra un intenso significado en el espectador, que ve como una avasalla a la otra, sin poder dejar de pensar en lo que esa lucha significa, y cuan real resulta la metáfora.

La maquinaria y la industria juegan un papel importante en la trama, tanto como el calor humano. Pues las maquinas son bestias robóticas que devoran todo a su alrededor, sin que les importe la vida, sin que tengan conciencia de lo que ocasionan.  Pero hay villanos tras está maquinaria, las mentes que todo lo contralan, la tercer ave que deambula por ese cielo, el ave de la industria, que todo lo sella con su silueta, y que comienza a esquematizar y homologar el mundo.  En el filme hay una ruptura, unos minutos dedicados al pietaje de lo real, pues lo evidente no se puede disfrazar, lo que se muestra es la muerte de la naturaleza, la dadora de vida deja de ser ella para volverse un producto de consumible, y ahí entra el primer mundo y su plusvalía, su aislamiento, y la ceguera que tiene ante lo que sucede lejos de ellos.

"O menino e O mondo" tiene una clara postura política, un discurso conciso, y un final que es un mazazo en la frente, imperdible. ¿Es un film para niños? No podría decir que no, es una historia con elementos fantásticos, con una chispa de imaginación envidiable, y un arte que va dirigido a los pequeños. Pero no por eso deja ser un filme adulto, maduro. Pues no sólo es el viaje épico del pequeño héroe, la historia fabulosa de un niño en busca de su padre, no, hay elementos, como he dicho, que merecen mucho más análisis. Escenas que forzosamente conllevan una reinterpretación, alguien que descifre lo que hay detrás. El mensaje va dirigido a todos, chicos y grandes, pues no se puede ser indiferente a lo expuesto.

La cinta es una ilustración de la vida, no hay más; son dibujos infantiles de un mundo cruel, son metáforas preciosas de la perdida de la inocencia. El niño y el mundo es un film obligado.