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2015-01-22 00:00:00

Crítica: «Mommy», sin momentos de calma

Por Miguel Ravelo

Con el  Premio del Jurado del Festival de Cannes 2014 bajo el brazo, llega a salas mexicanas  “Mommy”, la quinta película del realizador canadiense Xavier Dolan, de quien hemos podido apreciar en nuestro país, gracias a la Cineteca Nacional, trabajos como “Lawrence Anyways” (2012) y “Tom en el Granero” (Tom à la ferme, 2013).

Lo primero que llama la atención al hablar de Xavier Dolan, es su edad. Nacido en 1989, es habitual que presente sus trabajos en los más prestigiosos festivales de cine del mundo: Cannes, Venecia, Vancouver, Bangkok, Hamburgo y Toronto, solo por mencionar algunos, y en la mayoría sus películas resultan galardonadas. Y qué decir de su versatilidad: director, guionista, actor, productor, diseñador de vestuario, editor, director de doblaje y hasta intérprete de una de las canciones de “Tom en el granero”. Todo nos indica que estamos ante uno de los más importantes talentos en el cine actual; no cualquiera puede presumir el haber presentado a los 20 años de edad, “Maté a mi madre” (J'ai tué ma mère, 2009), su primer película, en el Festival de Cannes y  salir de ahí con tres premios de las cuatro nominaciones obtenidas.

En “Mommy”, Dolan nos coloca en el centro de una familia formada por Diane (Anne Dorval) y su hijo adolescente Steve (Antoine-Olivier Pilon), el cual llega a vivir con ella después de estar internado en una institución por problemas de conducta, violencia y déficit de atención e hiperactividad. Al inicio, la relación entre Diane y Steve será, por decirlo suavemente, caótica. Ni el hijo ni la madre están acostumbrados el uno al otro y ninguno de ellos tiene la paciencia ni la disposición de soportar a su pariente en sus peores momentos. Y es aquí en donde entra al juego Kyla (Suzanne Clément), vecina, exprofesora de primaria y con un problema en el habla que la hace tartamudear incontrolablemente. Dolan desarrollará su historia sobe estos tres personajes y nos los mostrará interactuando, conociéndose y llevándose al límite de las formas más inesperadas y duras posibles.

jamás logramos dejar de sentir una atmósfera angustiante e incómoda inclusive en la aparente felicidad

El cine de Dolan es muy logrado, pero también busca ser provocador y a veces no es fácil entrar en su mundo, y esa es una de sus grandes virtudes. Dolan no nos permite momentos de calma, no da tregua. En las más de dos horas de duración de “Mommy”, jamás logramos dejar de sentir una atmósfera angustiante e incómoda, inclusive en los momentos de aparente felicidad. Y el director lleva esa incomodidad más allá de su guión y del desarrollo de su historia: se aleja del formato habitual en el que se acostumbra realizar y exhibir el cine hoy en día, y filma su propuesta en un formato de pantalla de 1:1, es decir, en un cuadrado perfecto. Lo anterior no solamente hace que veamos a los personajes encerrados todo el tiempo, sino que además logra generar y transmitir un sentimiento agobiante. Y en un momento posterior de “Mommy”, Dolan juega y experimenta aún más con el formato de la película y esto resulta ser un experimento tan logrado que coloca dicha secuencia como una de las mejores del año.

Hay que destacar también las actuaciones del trío protagonista. Dorval, Pilon y Clément son actores que ya han trabajado con Dolan y se nota el entendimiento con el director. En ningún momento nos dejan de transmitir la desesperación que permea sus vidas: la angustia de Diane por sacar adelante a su hijo después de haber enviudado, pero al mismo tiempo reconociéndose incapaz de hacerlo; los intentos de Steve por encajar en un entorno que insiste en rechazarlo y de demostrarle a su madre que no es la persona desequilibrada que todos, empezando por ella, creen; y por último, el elemento externo de esta familia, Kyla, que poco a poco se ve arrastrada por este torbellino de violencia que genera la relación entre madre e hijo que, no nos quepa ninguna duda, se aman el uno al otro, pero que Dolan tiene una forma única de retratar ese amor y de analizar los límites a los que una madre puede llegar por lograr el bienestar de su hijo. 

(Xavier Dolan,2014)