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2014-10-25 00:00:00

FICM 2014: «Los muertos» y «Carmín Tropical», última jornada en competencia

Por Sergio Huidobro
Desde Morelia

La doceava edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) entra en la recta final con el estreno de dos largometrajes de ficción en competencia, los últimos del certamen. Se trata de “Los muertos”, ópera prima del capitalino Santiago Mohar Volkow y del segundo largometraje de Rigoberto Pérezcano, “Carmín Tropical”; como en la jornada anterior, la dupla permite contrastar miradas sobre el México urbano y el de provincias.

Los muertos

Mohar Volkow desempeñó varias funciones menores y medianas en la industria cinematográfica catalana antes de volver a México para rodar su primer largometraje. El planteamiento dista de ser original: un grupo de jóvenes de clase alta sale de caza, de fiesta en fiesta, de alberca en alberca, en lujosas residencias de sus padres vacías durante el fin de semana. Vomitan. Ríen. Se besan. Salen a manejar. Rompen cosas. El interés está en el desarrollo de este planteamiento, que comienza como una película coral, sin protagonistas definidos, y se va acercando poco a poco a un quinteto. De ahí concentramos la atención en el menor, casi un púber que sale a foguearse y que disimula mal un apego incestuoso hacia su hermana mayor.

Hasta ahí el argumento, a grandes rasgos. El quiebre argumental de “Los muertos”, que le da título y la salva de la indolencia, es el encuentro abrupto de los jóvenes con un automóvil estacionado, con cadáveres dentro. El roce inesperado entre el México yuppie y el criminal dura más de un momento: se queda con ellos como una sombra.

A pesar de dibujar con buen pulso a sus personajes y de preocuparse por desarrollarlos más allá de estereotipos, “Los muertos” termina por ser insatisfactoria, inacabada y difusa en su último tramo. Al tema y a sus personajes los habíamos visto ya, muchas veces, dentro y fuera de pantallas. La energía que se respira dentro de Mohar Volkow merecía ser mejor canalizada y llevada a mejor puerto. Pero aquí solo la podemos intuir.

Carmín tropical

En “Norteado” (2009), Rigoberto Pérezcano dejó constancia de su talento para adentrarse en un terreno conocido, como es el cine sobre migrantes, y darle vuelta mediante un relato sencillo e intimista que descansaba en un personaje entrañable.

En “Carmín tropical” el procedimiento es más o menos inverso: Pérezcano se interna en un territorio casi inexplorado y, para muchos de nosotros, insólito: la región de Juchitán, en el estado de sureño de Oaxaca. Ahí, el travestismo y la homosexualidad se han integrado con naturalidad a la vida desde hace varias generaciones, incluso desde edades tempranas. Algo así amerita más de una explicación, si pensamos que Juchitán pertenece a uno de los estados con mayores carencias socioeconómicas de un país históricamente conservador.

Pérezcano no pretende esclarecer esta particularidad, sino situarse en ese entorno para contar una historia tan humana como la amistad, el recuerdo o el deseo. Es la historia del regreso de Mabel a su tierra natal, la que dejó “por buscar cosas diferentes, ver mundo, sentirlo y, ante todo, por seguir el amor de un hombre.” Su regreso se ve ensombrecido por coincidir con el brutal asesinato de Daniela, una antigua amiga con la que Mabel guardaba cuentas pendientes y ahora irresolubles.

Planteada como la investigación de un crimen, la búsqueda de Mabel termina por ser un buceo en su propio pasado. Para la película, este es el pretexto para cuestionar nuestra propia identidad de género y las muchas maneras, brutales o luminosas, en las que la asumimos frente al mundo.