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Reporte de la semana

2014-09-25 00:00:00

Stanley Kubrick, el ermitaño que amaba el cine

Por Hugo Lara Chávez

La mañana del domingo 7 de marzo de 1999 el mundo despertó con la noticia de que había muerto Stanley Kubrick, el genial cineasta de 70 años que revolucionó al cine. Tras su muerte, Steven Spielberg dijo que Kubrick había sido " un gran incomprendido. Se le veía como a un ermitaño porque rehuía a la prensa, pero era un hombre generoso con otros directores de cine. Cuando le gustaba una película era capaz de llamar por teléfono a un perfecto desconocido para decirle cuánto le había impresionado su trabajo. Para quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo era como un oso de peluche, amable y apasionado".

Kubrick murió de un infarto, sin testigos, sin agonía, sin que se supiera que sufría algún padecimiento mortal. Se fue sin provocar lástima. La sorpresa siempre fue lo suyo, tanto como el dolor, ese misterioso dolor que quizás lo acompañó al despedirse de este mundo al que amaba y despreciaba, ambas cosas con lucidez e intensidad.

Stanley Kubrick nació en el Bronx, Nueva York, el 26 de julio de 1928. Desde adolescente se aficionó a la fotografía y al ajedrez, juego que le confirió a su personalidad el prurito del perfeccionismo y la precisión. A los 17 años, se incorporó a la revista Look como fotógrafo. En 1950, asociado con su amigo Alexander Singer, realizó su primera película, "Day of the fight", un breve documental sobre un boxeador donde figuraba ya como un verdadero hombre orquesta: director, guionista, productor, fotógrafo y editor.

Su primer largometraje fue un relato de ficción, "Fear and Desire" (1953), rodada de manera independiente en California con el dinero que un tío suyo le proporcionó. "Fear and desire" es un filme bélico sobre las desventuras de una pelotón que busca atravesar las líneas enemigas. Al parecer, Kubrick guarda malos recuerdos de esa experiencia profesional y personalmente, a tal grado que él mismo se opuso tajantemente a su reexhibición. Sus siguientes dos películas sirvieron para atraer la atención de Hollywood: "Killer´s kiss" (1955) y especialmente "Casta de malditos" (The Killing, 1956) un  filme noir sobre el asalto a un hipódromo, construido mediante el "efecto Rashomon", es decir, con distintos puntos de vista y saltos temporales. Ya aquí se ven los atributos del cineasta que desarrollaría en lo sucesivo: el ejercicio de una cámara activa, la audacia narrativa, la turbiedad en la que se incuban los protagonistas y sus relaciones. 

"La patrulla infernal" (Paths of Glory, 1957) fue su primera aventura industrial al frente de cuyo reparto se hallaba Kirk Douglas. Se trata de un relato antiépico ubicado durante la primera guerra mundial en Francia, en la que nuevamente se asoma el desencanto de los protagonistas en medio de la guerra. Kubrick se hizo cargo también, ya empezado el rodaje, de la superproducción "Espartaco" (Spartacus, 1960), sobre la cual más tarde lamentaría su participación en virtud de la situación en que tomó el proyecto, controlado por el torbellino hollywoodense que difícilmente lo dejó maniobrar a gusto.


Inglaterra, 1961

Decepcionado de su experiencia en Hollywood, Kubrick fijó en 1961 su residencia en Londres. Fue allí donde alcanzaría la madurez como cineasta aunque, en contraparte, se convertiría en un genio de producción reducida: tan sólo ocho filmes en 37 años.

Su primer obra inglesa fue "Lolita" (1962), la adaptación más famosa de la novela de Navokov, que alborotó a las almas pudibundas de la época por la truculencia del argumento (los escarceos amorosos entre una adolescente juguetona y un hombre maduro). A ésta sucedió "Doctor Insólito" (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, 1963) una relato sobre la amenaza nuclear, muy oportuna en ese momento puesto que se vivía la era más álgida de la guerra fría. Para ello, inteligentemente decidió llevar el tema al terreno de la parodia, para recuperar así toda la energía subversiva que había contenido en “Lolita”, a causa de la censura ejercida sobre ésta.

En 1968, Kubrick estrenó una de sus obras maestras, "2001: Odisea del Espacio" (2001: A Space Odyssey), que se convirtió casi inmediatamente en una película de culto para los amantes de la ciencia ficción. Es un relato perturbador que, valiéndose de la paradoja del desarrollo tecnológico, ofrece varias líneas de reflexión acerca del hombre, su identidad y el conflicto perpetuo con su entorno.

En 1971 realizó otra obra cumbre: "Naranja Mecánica" (A Clockwork Orange). A la sazón, esta fábula futurista se convirtió en una bomba escandalosa y polémica, a lo que contribuía la atmósfera pesimista, violenta y cruel en la que se amparan unos personajes rabiosos e irreflexivos. Sin lugar a dudas, una cinta audaz, donde se develan las ideas de misantropía kubrickiana.

Después de filmar otra cinta de tema bélico, "Barry Lindon" (1975), Kubrick dirigió dos películas en los años 80: una de horror, "El resplandor" (The Shining, 1980), una pieza fundamental del género; y "Cara de guerra" (Full Metal Jacket, 1987), su última película exhibida, en la que acomete nuevamente contra la guerra y su maquinaria deshumanizante. Oscura como muchas de sus otras películas, en ésta prácticamente no hay lugar para el sosiego. Al final de Cara de guerra no hay vencedores ni vencidos, las víctimas y los victimarios se parecen tanto que lo que se interpone entre ellos tan sólo es un vacío desconcertante.

Hasta el día de su deceso, Kubrick trabajaba en la postproducción de su última producción "Ojos Bien Cerrados" (Eyes wide shut, 1999), donde Tom Cruise y Nicole Kidman protagonizan la historia de un sofisticado matrimonio de psicólogos neoyorkinos movidos por sus deseos y frustraciones eróticas, en un juego donde se confunden la realidad y las fantasía.


El quebranto de un cineasta

Stanley Kubrick fue un cineasta que abrió brechas e inauguró épocas dentro del cine: cuando incursionó en la ciencia ficción, la comedia, el cine de horror o el cine bélico, sus exploraciones llegaron a ser más que hallazgos afortunados. Eran la mirada de un hombre hacia su presente, a veces expresadas como preocupaciones futuribles enraizadas en el pasado o como aflicciones enquistadas en lo que él entendía por humanidad. 

Su imaginación concibió algunas de las imágenes que indispensablemente se evocan cuando se hable del cine del siglo XX: Slim Pickens ‘cabalgando’ sobre un misil atómico en "Dr. Insólito"; o el rostro perverso e infantil de Malcolm McDowell en "Naranja Mecánica"; o los antropoides en pugna del inquietante inicio de "2001: Odisea del espacio". Estas viñetas ampliamente conocidas pueden dar una idea del universo complejo y contradictorio que Kubrick plasmó en sus tres cortos y sus trece largometrajes.

Kubrick se distinguió por ser un creador metódico, agudo y muy original. A lo largo de su obra es posible encontrar varios de sus temas y preocupaciones constantes: los mundos imaginarios, la monomanía y la obsesión de sus héroes —o antihéroes—, la guerra y la violencia, la estupidez del homo sapiens y la traición de la inteligencia.

Su cine fue un espejo y como tal, era extraña la sensación de encontrar en él una réplica del mundo, inclemente, sincera y elocuente.

Cuando se enteró de su muerte, Bernardo Bertolucci afirmó que no había tenido la oportunidad de conocerlo en persona, pero que se asociacaba a su muerte "porque ha muerto alguien a quien no sóxlo nunca conocí, sino que es como si hubiera muerto alguien que jamás existió. Era una figura mítica. ¿Cómo es que mueren los mitos?".