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2014-09-16 00:00:00

18º Tour de Cine Francés: «Chicos y Guillermo ¡a comer! » / «Nueve meses….¡de condena!»

Por Sergio Huidobro

Primero, lo malo: esta edición del Tour de Cine Francés perdió rumbo. En su año número 18, uno de los ciclos que generan más cariño entre la audiencia mexicana (al menos entre el sector de clase media, medianamente culto, más o menos informado de esta audiencia) desentona en una nota con la que ya tenía problemas en años recientes: su migración hacia el ala comercial de la industria cinematográfica francesa acapara en esta edición hasta cinco o seis de las siete películas programadas.

No toda la culpa es el Tour: si miramos la producción de Francia en el último año y medio, nos encontramos con que al menos seis de sus propuestas más interesantes (a saber: "La vida de Adèle" de Kechiche, "Camille Claudel" de Dumont, "El pasado de Farhadi", "El extraño del lago de Guiralde", "Joven y bella" de Ozon y "Los canallas" de Denis) ya habían sido tomadas por otros eventos como la Muestra, el Foro e incluso por distribuidores comerciales. Podría decirse, entonces, que al Tour le quedó entonces elegir de entre las propuestas desdeñadas por su evidente arrastre comercial y su coqueteo con los géneros tradicionales: el thriller, el melodrama, la comedia gamberra o la romántica.

Pero esta no es toda la verdad. A sus seguidores más fieles, el Tour les ha quedado a deber varios títulos de meritorio y apetecible estreno que, sea por unas u otras razones, se han quedado en el tintero a pesar de haber sido estrenadas en Francia durante el año pasado: "El último de los injustos" de Claude Lanzmann (quizá el olvido más decepcionante), "La Venus de las pieles" de Roman Polanski o "Diplomacia" de Volker Schlöndorff (de cineastas no-galos, si, pero más francesas que la sopa de cebolla); "Violette" de Martin Provost (una competente ficción sobre Violette Leduc y Simone de Beauvoir) o "Crónicas diplomáticas" de Bertrand Tavernier (un comentario ácido sobre la política francesa de nuestro tiempo).

Pero lo que un día fue no será, dijo el Príncipe, así que saldados los reproches me avoco a comentar lo que si está en el Tour. Si hay una película en este año que duele perderse es "Chicos y Guillermo, ¡a comer!", un monólogo desternillante sobre identidad sexual, traumas de infancia, mamitis, sobreprotección y afirmación del yo que depara carcajadas pero también un empaque formal y narrativo lleno de riesgos y sorpresas afortunadas. La estelariza, escribe y dirige Guillaume Gallienne, un joven con cierta carrera en la Comedia Francesa (la compañía teatral, no el género) que en esta ópera prima acude al cine para ahorrarse el terapeuta: mediante un mosaico de episodios autobiográficos veloces y algo atrabancados, conocemos su infancia y adolescencia a la sombra de una madre dominante casi convencida de la homosexualidad de su pusilánime hijo menor; Guilaume emprende, entonces, un camino en sentido opuesto al tradicional: en contra de un entorno que afirma su vocación gay, crece en busca de salir (¿entrar?) al closet para ser reconocido… como heterosexual.

En el otro lado de las risas está "Nueve meses… ¡de condena!". Podría parecer una extravagancia para nuestra audiencia, pero encaja bien en la filmografía de su realizador, el comediante Albert Dupontel, especialista en comedias gamberras que mezclan a Claude Chabrol con los Looney Tunes y que suelen estar protagonizadas por sujetos fuera de la ley que atraviesan crisis tan salvajes que podrían caerle bien a Ripstein si Dupontel no las encontrara primero. Se trata de la odisea de una abogada de primera línea en el sistema penitenciario francés y soltera por férrea convicción propia y enemiga declarada de la vida sexual que un día se descubre embarazada. Así. De pronto, su embarazo se convierte en su caso más importante a investigar, primero para encontrar al padre, quien quiera que sea, y de paso reconstruir la cadena de (aparentemente inexplicables) hechos que culminaron con la gestación de un feto en su vientre. Todo está salpicado con momentos gore casi siempre divertidos, aunque a veces desconcertantes. Divertida, sin más. Para humores y estómagos de gustos específicos.

En la siguiente entrega entraremos a comentar dos dramas de pareja protagonizados por cuatro de las presencias histriónicas más boyantes del cine francés contemporáneo: Daniel Auteil, Sophie Marceau, Kristin Scott Thomas y Francois Cluzet. Si el par de cintas que protagonizan está a la altura de los nombres, ya lo averiguaremos.