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2014-09-03 00:00:00

Crítica: «Greatful Dead»

Por Ali López

"Gureitofuru deddo" ("Greatful Dead", Eiji Uchida, Japón, 2103) No narra la historia de Nami, una chica obsesionada con la personas solitarias. Pasa sus tardes observándolas, y llevando apuntes sobre ellas. Nami es muy parecida a las personas que mira, sola, peculiar y con una obsesión clara. La afición de ésta chica parece no dañar a nadie, hasta que un viejo solitario, refunfuñón, comienza a obsesionarla. A la par, dos jóvenes católicos buscan hacer más calida la vida del hombre, lo que ocasiona los celos de Nami, y la explosión de su furia.

"Greatful Dead" está dividida en dos partes. La primera, nos cuenta la tormentosa y poco amable infancia de la protagonista. Una familia disfuncional en la raíz de una vida disfuncional. Uchida nos presenta las causas y consecuencias de la vida moderna. Como las familias, de cierto status económico, se enfrascan en las apariencias. La madre está más al pendiente de niños desnutridos en África, que de las emociones de su propia hija; pero no es su intención al final de cuentas; sigue una moda, un dictamen de su clase. La televisión juega parte importante del desarrollo de Nami, se refugia ahí cuando su familia comienza a desmoronarse, a valorar los objetos por sobre la gente. El tono de ésta primera mitad es más rosa que rojo, con algunos momentos fársicos, y otros melosos. Uchida juega con el vaivén de nuestras emociones, nos regala la empatía por Nami, y nos atrapa dentro de su historia.

La segunda parte explota, sin darse cuenta Nami se ha vuelto una solitaria loca, justo como las personas que observa. La serie de eventos que irán sacando a relucir la locura de la protagonista, son sólo una cadena – muy bien armada – de eventos fortuitos que nos van acercando cada vez más al filo de la butaca. Nami comienza a ser otra, a mostrar su furia, y lo que es capaz de hacer por no sentirse sola. Más que una violencia gráfica, hay un choque psicológico; la bestia que se esconde debajo de la hermosa facha de la chica japonesa, causa incomodidad. Es capaz de hacer lo más in inimaginable, y sonreír durante el acto. El director sabe de lo que habla, su subtexto es claro y lo profundiza, pero en vez de contar una historia moralina, (que bien pudo haber caído en eso) nos da una trama que engancha al espectador, y como cuento clásica de terror, usa las imágenes fuertes para alegorizar el perturbador mundo interno de cada uno. Nos regala personajes únicos y estrafalarios, con un carácter y carisma que los hacen entrañables. Se dejan llevar por sus deseos más profundos, por sus vicios. Dios es un miembro más del cast, que como en el mundo real, brilla por su ausencia, dejando que la psique, la física y la humanidad de los personajes todo lo resuelvan. El clásico tono japonés en las actuaciones, y los momentos gráficos extremos. Un arte y fotografía que no pecan, y la dirección que nos mantiene a tono, subiendo poco a poco.

Conocer a Eiji Uchida fue una revelación para mi, una de las mejores cartas de apuesta que trajo Macabro éste año. Un director que hay que seguir, y buscar año con año. Y Gureitofuru deddo, es un film básico para entender el horror contemporáneo, los monstruos actuales, y como el cine de género puede servir como escaparate de los problemas que nos atañen.