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2014-07-14 00:00:00

Crítica: “ El hombre de las multitudes”, en el Foro de Cineteca

Por Manuel Cruz
cruzderivas@gmail.com
@cruzderivas

"El hombre de las multitudes", se presenta en el 34 Foro Internacional de Cine, en la Cineteca Nacional y sedes alternas.

No es la primera vez que Cao Guimaraes se enfrenta a la soledad. Lo ha demostrado ya con “El Alma del Hueso”, “El fin del sin fin” y el brillante retrato de su intimidad en “Otto”. Pero su excursión del documental casi vérité al terreno de la ficción con “El Hombre de las Multitudes” explora la reflexión naciente del aislamiento con una serie de revelaciones asombrosas para los que tengan paciencia de ver su desarrollo. Es la clase de película que muestra su intención en pantalla al encuadrar toda la cinta en un rectángulo vertical. Lejos de ser un acto pretencioso, así es la vida de Juvenal (Paulo André), quien diariamente conduce los trenes de Brasil, atrapado en una silenciosa cabina y responsable de multitudes tan indiferentes – y aparentemente irrelevantes – cómo él.

Su vida fuera del tren se reduce a un hogar minimalista con pocos vasos de agua (una situación que permite acertados toques de humor más adelante en la historia), y un trapeador que hace a veces de todos los trenes imaginarios que le gustaría conducir, pero nunca lo hará. Este hombre está solo, a tal extremo que la única forma de hacerlo verosímil es mediante la tortuosa lentitud que acompaña al estado en la vida real, lejos de una pantalla. No es cine veloz, pero los que decidan hacer la siesta en ese momento se estarían perdiendo de una de las mejores películas del año.

En el cine de Guimaraes, cómo otros, todo es una cuestión de tiempo. La soledad puede arreglarse con interacción humana, y “El Hombre de las Multitudes” se une así a una notable tendencia fílmica que enfrenta al amor sin necesariamente dar a la audiencia lo que quiere de cara a un tema tan común. “La Vida de Adéle” sirve de ejemplo reciente y controversial, además de exitoso comercialmente: si el sexo vende, el sexo entre mujeres vende aún más. Pero al igual que la – a veces – incomprendida cinta de Abdellatif Kechiche, Guimaraes y su codirector Marcelo Gomes ven al tiempo como un mecanismo de credibilidad. Cuando Juvenal se tropieza cada vez más con Margo, (Silvia Lourenço), supervisora de la red ferroviaria que el conduce y fanática de una rama en internet que le ha regalado a pocos hombres en su vida, no se transforman en protagonistas de un enamoramiento épico y veloz.

La vida hace acto de presencia, y la combinación de André con Lourenço otorga una de las relaciones más creíbles del mundo, aún cuando son dos personas viéndose a los ojos. Cuando el amor parece ahogarse entre las cejas de Sarah Jessica Parker y lo predecible de Adam Sandler, esta es la clase de cine que puede salvar su verdadera identidad, y recordar por qué aparece en tantas películas al año.