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Historia

2008-07-29 00:00:00

Una mirada al cine de la revolución: La justicia de Pancho Villa

Por Raúl Miranda

A diferencia de ¡Vámonos con Pancho Villa!, en donde el jefe de la División del Norte mataba a la esposa e hijos de uno de sus soldados para que no tuviera pretextos familiares para seguir combatiendo, en La Justicia de Pancho Villa (1938-1939), el Centauro del Norte prefiere reunir al gaucho Múgica con su mujer e hijo, evitando así su enrolamiento. Con una especie de ánimo panamericano El gaucho Múgica, primer título que llevaba la cinta, ha llegado cabalgando desde la pampa argentina para enlistarse en las fuerzas villistas, dado que admira fervientemente al héroe revolucionario, del que se entera según las hazañas descritas en el periódico La Nación. El valiente gaucho también tiene la intención de volverse rico participando en la revolución mexicana. Antes, ha dejado a su ñata embarazada, sin él saberlo, y se ha olvidado de ella, a pesar de las promesas, al enamorarse de la rica y bella Mercedes, hija de hacendada. 

Inscrita en la tendencia temática sobre el villismo, que daba buenos resultados en taquilla, Guz Águila, el guionista de las célebres películas La Llorona (1933), La mujer del puerto (1933), Allá en el Rancho Grande (1936) y Águila o Sol (1937) entre otras, se anima a dirigir, o a codirigir. El resultado es una cinta sin mayor intención que divertir, a partir de las aventuras de este gaucho, especie de mito de la “argentinidad”, creada por José Hernández en su Martín Fierro (1872-1879). El gaucho, personaje de vida libre, conocerá finalmente a su ídolo Francisco Villa. Querrá entablar unas “payadas” o unos “cielitos” con el general, pero ese otro mito rebelde, el general Villa, desconfiado, lo manda fusilar, pues se encuentra oficinescamente ocupado preparando la batalla de Celaya. Y Guz Águila, cual si fueran otros rollos perdidos de la revolución, plantea la conversión argumental de un gaucho que verdaderamente quiso asesinar a Villa (el tal Mugica, sin acento, aparece “con su vestimenta lujosa de gaucho en una foto del tomo tres de la Historia Gráfica de la Revolución Mexicana de los Casasola”, escribe García Riera). 

Estas aventuras gauchescas iniciarán una noche de vigüela y de fogón en la que Múgica, en medio del calor humano de los humildes pobladores rurales rioplatenses, anuncia su intención de partir, como si fuera brigadista internacional, a la guerra de los hermanos mexicanos. De tal suerte que Guz Águila, emulando a Leopoldo Lugones, impulsa la graciosa mitología del gaucho osado y pendenciero, que hasta el mismo Borges ayudó a construir. 

Así, Múgica atravesará la América bolivariana, gozando de los bailes y cantos de los pueblos hermanos. Una vez en la nación mexicana, los festejos seguirán en la embajada argentina y en la hacienda huésped. No olvidemos que el guionista y director se especializa en la “redacción de argumentos para teatro de revista… además de escribir canciones” (nos informa Perla Ciuk, en su Diccionario de directores del cine mexicano). 

Para el año de La justicia de Pancho Villa, ya se ha filmado la trilogía fundamental del cine de la revolución: El prisionero trece (1933), El compadre Mendoza (1933) y la mencionada ¡Vámonos con Pancho Villa! (1935), las tres dirigidas por Fernando de Fuentes. A partir de aquí el llamado género de la Revolución, tendrá diferentes calidades, unas cintas de tono serio y otras no tanto, hasta llegar a la parodia. El filme de Guz Águila es la iniciadora de este último tono. Un Pancho Villa al que sólo se le puede ver previa cita, entretenido en el uso del teléfono y el timbre de escritorio, elaborando sus tácticas y estrategias, rodeado de sus lugartenientes buenos para nada. Enviando al paredón a cualquier sospechoso y conduciendo él mismo un Ford para enmendar alguna injusticia, con timing de tensión al estilo Griffith. 

La justicia de Pancho Villa es una cinta antisolemne, como ya lo eran las imágenes de los revolucionarios caricaturizados por los artistas gráficos de la Revolución. La película fue exhibida sin éxito en 1940, Guz Águila regresó al guionismo y no volvió a dirigir. He aquí su curiosa contribución (¿o debemos escribir, tergiversación?) al mito del hombre que pudo negociar con Hollywood, a través de la Mutual Film Corporation, la filmación de su propia leyenda. 

Recomiendo la lectura Pancho Villa: el mito y el cine, de Gustavo Montiel Pagés, ensayo aparecido en Filmoteca 1, “El cine y la revolución mexicana”, Filmoteca de la UNAM, 1979. 

Dir: Guz Águila / Guión: Guz Águila Con: Vicente Padula, Stella Inda, Loló Trillo, Amparo Arozamena, Luis Álvarez, Agustín Isunza, Enrique Cansino.