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Reporte de la semana

2007-04-30 00:00:00

El Violín brinda concierto de inteligencia

Por Luy Mier

Lo que repiquetea permanentemente en El Violín son las preguntas. De principio a fin, la historia de esta película de Francisco Vargas está repleta de ellas.

Al inicio, las hace con insistencia el viejo violinista don Plutarco, manco y octagenario, cuando interroga a Genaro, su hijo, luego que éste sale de una cantina donde ha recibido municiones para la guerrilla a la que pertenece.

Más tarde, será su nieto, Lucio, el que acomete al violinista con continuos porqués, pues han sido desplazados de su pueblo y su casa por el Ejército, en una operación que busca sofocar el previsible levantamiento guerrillero.

Don Plutarco da respuestas simples a los cuestionamientos de su nieto, pero estos son inútiles para mitigar la curiosidad del chico, de modo que tiene que explicarle mediante una parábola las razones que separan a los "hombres verdaderos" de los "hombres ambiciosos", desvirtuados por las malas artes de un dios "muy cabrón". En su parábola, don Plutarco asegura que los "hombres verdaderos" están aguardando el momento oportuno para recuperar lo que les han arrebatado.

En El Violín, lo que vemos, es una comunidad campesina y humilde decidida a terminar con la injusticia de un sistema que los ha empobrecido. El relato no se extiende en las explicaciones de las casuas de esa inconformidad, que sin embargo se irán develando gradualmente, ya al inicio cuando se ve la violencia con la que actúa el Ejército o ya a la mitad, cuando el vilinista consigue comprar una burra al codicioso terrateniente de la región, que le hace firmar en blanco un papel.

El Violín se refiere a una historia sobre el levantamiento de una guerrilla en una comunidad indígena de alguna parte del centro de México. Es curioso que algunas reseñas extranjeras que pude revisar, mencionaran que la historia estaba situada en algún impreciso país latinoamericano. Esta aseveración obedece sin duda a la ignorancia sobre este tipo de movimientos en México, su raigambre popular y su continuidad histórica en algunas regiones del país, como en Morelos o Guerrero, donde hoy por hoy siguen existiendo.

En la trama de la cinta, las municiones que consigue Genaro se quedan ocultas en el pueblo que ha tomado el Ejército. Sin ellas, peligra el éxito del alzamiento. Entonces, don Plutarco decide intervenir a espaldas de su hijo. Regresa al pueblo con una simple excusa, acompañado tan solo de su violín, en cuyo estuche planea transportar las municiones. El capitán al frente de la operación, duda de él y le confisca el instrumento, pero al cabo de varias visitas, don Plutarco se gana la confianza del militar con su música.

Uno de los aspectos centrales de la cinta es el cuestionamiento sobre el papel del Ejército en torno a estos movimientos populares, pues es sabido que en muchos casos ha obrado con excesiva brutalidad en la represión. La novela "Guerra en el Paraíso", de Carlos Montemayor, referencia obligada de El Violín, da cuenta de este aspecto, al narrar los sucesos relativos al alzamiento guerrillero de Lucio Cabañas y la participación de los militares para su abatimiento, en los años setentas.

En El Violín, el director-guionista retrata los abusos y la crueldad del poder militar, totalmente impune ante la justicia, como ha sucedido en numerosos momento de la historia reciente del país, desde los sucedido en la matanza de Tlaltelolco en 1968 hasta el caso muy reciente de la Sierra de Zongolica, en una comunidad indígena marginada, donde se ha acusado a soldados del Ejército de violar multitudinariamente a una anciana, quien perdió la vida a causa de ello.